Artistas empíricos de trayectoria en Medellín, profesionalizan sus saberes con la Universidad de Antioquia

A muchos de ellos los vemos en las calles y en diferentes escenarios de la ciudad, en presentaciones teatrales, de danza, interpretaciones musicales o desarrollando intervenciones en artes plásticas. Algunos de ellos han desarrollado sus habilidades de manera empírica, pero con el programa de profesionalización que lidera la Alcaldía de Medellín, en convenio con la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia, se abren las puertas a nuevas oportunidades.

Como él mismo lo dice, “era adolescente y tierno” cuando a los 13 años le picó la goma de las artes escénicas en la nocturna del colegio Francisco Antonio Zea del municipio de Bello, cuerda que le duró hasta que terminó allí sus estudios con 19 años de edad y todavía mantiene hoy, intacta e inagotable, con sus 64 abriles.

Son 50 años de su vida los que le ha dedicado al teatro, Argemiro Vargas Zapata -habitante del barrio Los Ángeles, de la comuna 10 de Medellín, ahí vecino de Villa Hermosa-. Actividad que como él define, “me permite ejercer mi derecho como ciudadano para expresarme y dar mi punto de vista frente a una realidad que estamos viviendo. Es una herramienta de expresión del individuo y de la sociedad porque el artista es testigo de su tiempo; es tan vivencial y bonita que toca en el alma a la gente. Es una forma de sensibilizar a las personas”.

La profesionalización

Él hace parte de un grupo de más de 100 artistas empíricos que, -mediante un convenio entre la Alcaldía de Medellín y la Universidad de Antioquia- realizan estudios para profesionalizar su saber artístico ejercido de manera natural.  Son personas que han tenido otros escenarios de formación en grupos formalizados de teatro o música, talleres de artes plásticas o formación no formal en danza y otras áreas.

Al final de su proceso formativo, Argemiro obtendrá el título de Licenciado en Artes Escénicas de ese centro de educación superior, como parte de esta alianza, en donde se les reconoce académicamente la experiencia artística y formativa, en cinco semestres de los diez que contiene el programa profesional.

Una historia de viajes y aprendizajes

Siempre aficionado a la lectura, en esos inicios de adolescente empezó con la poesía y luego con pequeñas obras de humor en el colegio para representar en jornadas especiales como el día de la madre o del maestro, por allá entre los años 1970 y 1975 y poco a poco se fue enamorando del teatro. Finalizado el bachillerato conformó un grupo con otros compañeros, empezó a presentarse en otros espacios y resultó estudiando en la otrora Escuela Popular de Arte – que estaba ubicada en San Juan con la 80- con diferentes maestros que fueron grandes forjadores de teatreros y artistas de la época.

La fotografía fue su principal actividad económica por muchos años y en 1977 conoció a Hugo Suárez, un profesor de pantomima peruano que le enseñó las técnicas de este arte y se dedicó de lleno a esto. Allí comenzó su periplo de viajes por toda Colombia, desde Pasto hasta la Guajira, el Eje Cafetero, Cali, Popayán y su paso por Venezuela, Perú y Ecuador, llevando su arte con su grupo llamado La Palabra y por supuesto, soportando los avatares propios de una profesión que no era vista con los mejores ojos, ni siquiera por su propia familia.

El grupo se cerró en 1981 y siguió solo su camino.  De su nombre natural sacó el de su próximo proyecto: Argemimo, que le dio para ir hasta las Antillas Holandesas y ya, en el año 1996, decide dejar su vida errante de teatrero, se establece en Medellín y desde entonces se dedica a formar semilleros y a trabajar en casas de la cultura con talleres de simulación o campañas ambientales contra el ruido, el  tabaquismo o por el cuidado del medio ambiente; esto último con la creación de un personaje llamado Separito, que se presenta en colegios y escuelas enseñando a separar los residuos sólidos.

Su vida actual

Hoy tiene su propia corporación y afirma que, “estoy haciendo el segundo semestre de la profesionalización. ¡Esto me ha cambiado en el sentido de que tengo más trabajo que un diablo! Es una oportunidad maravillosa y estoy muy agradecido; me he relacionado con gente de otros grupos y de otros sectores artísticos. La enseñanza es muy buena y aunque yo ya tenía unas bases teóricas, acá se profundiza más y estamos muy contentos”.

Admite la dura realidad que vivimos, pero cree sin dudas que la salida está en tener más cooperación y en ayudarse unos a otros. “El futuro por la actual pandemia es incierto, pero tengo optimismo en que, si nos apoyamos, si hacemos las cosas bien y terminemos esta carrera, esto nos dará posibilidades de un mejor estar y más opciones de trabajo”.

Actualmente reside en la Comuna 10, La Candelaria, dinamizando la oferta cultural de nuestro Municipio, sin perder, en ningún momento la perspectiva de su proyecto.  “El teatro es una opción de vida porque me ha permitido expresar mis emociones y me ha dado el sustento económico. Por lo demás, estoy confiado en que la fuerza y el empuje nos ayude a superar este doble chaparrón tan difícil que estamos soportando: por un lado, el cierre de salas por las medidas restrictivas adoptadas, debido a la emergencia sanitaria y por otro, la precarización de nuestra situación como artistas por parte de entes, tanto privados como oficiales”.

La profesionalización de estos artistas que realiza la Alcaldía de Medellín, por intermedio de la Secretaría de Cultura Ciudadana, enfatiza la actualización de saberes de estas personas que están activas. Este grupo de personas egresa como profesionales y se gradúan como licenciados en música o en artes plásticas o en artes escénicas o en danza y obtendrán su título como licenciados en el año 2022, cuando terminen su proceso formativo.