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Actualmente Sara Domínguez está finalizando su maestría en Ingeniería Química en la Universidad de Antioquia.
Foto Secretaría de Mujeres
2020-02-11
“Quiero seguir aprendiendo, que mi cerebro se siga emocionando”
Por Secretaría de las Mujeres
La investigación científica en combustión se concentra en la implementación de mejoras tecnológicas y de control en los procesos de transformación de materias primas en la industria, con la intención de mejorar la eficiencia energética y la reducción de emisiones de carbono.
En este campo de la ciencia se desempeña Sara Domínguez Cardozo, quien a sus 32 años está a punto de finalizar la maestría en Ingeniería Química en la Universidad de Antioquia y se declara enamorada de la ciencia: “es importante para entender el mundo que nos rodea, para buscar explicaciones a lo que no entendemos, para hacer preguntas y buscar respuestas, y para encontrar las evidencias que nos llevan a afirmar que algo es válido o no”.
Cuando era niña nunca se imaginó que su vida pasaría en laboratorios, entre motores, pruebas, experimentos e informes, su imaginación la situaba en grandes escenarios, en medio de coreografías, soñaba con ser bailarina y darle la vuelta al mundo con sus espectáculos.
Pero esa vuelta al mundo la comenzó a dar, no con sus pasos de baile sino a través de la academia. En Alemania vivió durante seis meses y allí realizó su práctica profesional en la multinacional Nivea, una experiencia significativa en su formación, pero también a nivel personal.
La Ingeniería Química llegó a su vida como la oportunidad de seguir estudiando eso para lo que era tan buena en el colegio, pero además a través de un conocimiento más aplicado, su experiencia universitaria le permitió ser auxiliar en el laboratorio de fundición y participar como joven investigadora en los grupos Bioprocesos y Catálisis Ambiental de la Universidad de Antioquia.
A Sara como a muchas mujeres les toca lidiar situaciones sexistas en la academia y en la ciencia, como cuando tuvo que ver algunas clases con ingenieros mecánicos y “en varias ocasiones sentí que simplemente no querían escuchar lo que yo dijera” pero ella igual se hacía escuchar. Además era la única mujer en la maestría, lo que la hizo pensar en esas barreras para las mujeres que estudian un posgrado.
Ama la ciencia y la investigación porque según explica: “nos damos cuenta de que hay mucha gente trabajando por buscar soluciones para diferentes problemas, o por profundizar conocimientos y entender cosas que antes no entendíamos. Es bonito y alentador en un mundo que a veces solo parece caos y desinterés”
Al mirar hacia atrás se da cuenta que en la academia y en la ciencia no siempre se ha cruzado con muchas mujeres, que hay algunas que admira profundamente como Marie Curie y como las doctoras colombianas Ángela Restrepo y Lucía Atehortúa, pero que hay poca motivación para que las niñas y mujeres se animen a hacer ciencia: “las mujeres y niñas tienen que saber que sus intereses y preguntas son igual de válidas que las de los hombres, y que su capacidad para resolverlos no depende del género”.
Para Sara es mucho el tiempo que llevamos con una ciencia de dominio masculino y aunque reconoce que hay cambios gracias a la lucha de muchas mujeres por ingresar al campo científico, visibilizar sus carreras y las de otras mujeres, considera que no debería ser para siempre una lucha.
Cuando le preguntamos con qué sueña, nos confiesa que nunca ha podido con los ejercicios para proyectarse a 10 o 20 años, sin embargo, asegura que quiere seguir investigando “y encontrar cada vez algo que me sorprenda para aprender, porque concuerdo con Rodolfo Llinás cuando dice que para aprender se necesita emocionar al cerebro. Espero que en cualquier caso, pueda hacer un aporte a una sociedad mejor”.