Alcaldía
Catalina López Correa.
Alcaldía de Medellín
2020-03-07
Una científica que abre caminos en Ruta N
Por Juan David Murillo Hoyos
Cuando le contó a su abuelo lo que quería estudiar, él le devolvió una mirada serena y sin titubeos le dijo: “Muy bien, mijita, que estudie medicina, pero me imagino que la especialidad será pediatría, ¿cierto?”.
A Catalina López Correa, la vida le puso la tarea de desafiar esta sentencia familiar, ella siguió en su proyecto, que se alejaba de estar metida en un consultorio atendiendo pacientes. Estaba convencida de que quería investigar. Lo suyo, inicialmente, era la biología, pero para entonces la sociedad le indicaba que si estudiaba esa carrera, no tendría un camino diferente a la docencia.
Por eso, después de terminar su pregrado en UPB, la vida la llevó a recorrer el mundo para avanzar en su formación. Vivió en Francia, Bélgica, Inglaterra, Islandia, EEUU y Canadá. Hoy, después de 26 años, está de regreso en Colombia. En Medellín, específicamente, una ciudad que no se parece en nada a la que dejó en 1993.
Como ella misma dice, fuera del país “le tocó durito”. Aunque contó con apoyo familiar, nunca le regalaron nada. Combinó sus estudios de maestría y posgrado con el cuidado de niños y ancianos.
Se reconoce como hija de una familia tradicional, conformada por un ingeniero de Salamina y un ama de casa de Medellín. Tiene un hermano que abandonó la ingeniería para formarse como músico.
“Tuve mucho apoyo, en particular de mi papá. Siempre creyó en mí. Desde muy chiquita, yo era la que tenía que montar a caballo, manejar carro desde los 11 años. Mi hermano y yo éramos muy iguales, nos daban los mismos permisos, nos impulsaban a hacer las mismas cosas. En eso sí tuve una familia muy peculiar, diferente”, cuenta, y acto seguido toma un poco de café que recarga de energía sus intensos ojos verdes.
La voz de su papá es la fuerza interna que la mueve. Gracias a ese motor se graduó como Doctora en Ciencias biomédicas, con especialización en Genética y Genómica, de la Universidad de Lovaina. Hoy es la primera mujer Directora de Operaciones de la Corporación Ruta N, una labor que disfruta porque siempre quiso estar inmersa en los ecosistemas de innovación, en ese triángulo que integra la universidad, la empresa y el Estado.
A lo largo de estos años ha estudiado temáticas como la genética en el sector agrícola, en plantas, en los cerdos y en el ganado vacuno. Con tres meses en el cargo, espera aportar esta experiencia y fortalecer, en general, lo relativo a tecnologías de la salud y del sector agropecuario.
Esta científica espera que pronto empiece a escribirse una nueva historia, con nuevos modelos y liderazgos. Que en esas páginas aparezca una nobel de genética, una alcaldesa de Medellín, una presidenta de Colombia y hasta una directora ejecutiva de Ruta N, que acompañe los diferentes procesos de innovación de la ciudad.
Como mujer, se siente retada a derribar los obstáculos de una sociedad tradicionalmente machista. “Todos los días me toca, pero yo trato de quebrar ese techo de cristal. No he podido por ser mujer. Lo más importante es soñar en grande, no ver barreras. Soñar que sí podemos y no escuchar esas voces que dicen ‘eso no es para usted, eso no es para niñas’”, expresa.
Y así, con oídos sordos, ha avanzado en el mundo de la ciencia. Sabe que los diplomas no caen del cielo, que las oportunidades se logran con persistencia. “A veces uno tiene suerte, pero yo he estado preparándome para esa suerte. He tratado de abrir 20 mil puertas y de pronto en una de esas pasó la persona adecuada en el momento adecuado y esa puerta se abrió. Esa puerta ya la había tocado. A veces sí hay una combinación del azar, pero para eso uno tiene que estar preparado”, concluye Catalina.