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Una mujer con muchas carreras e historias por contar en las calles de Medellín

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Foto: Beatriz Naranjo. Fotógrafo: Foto Alcaldía de Medellín 2021-07-16 Una mujer con muchas carreras e historias por contar en las calles de Medellín Por: Nathalia Be...

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  • Foto: Beatriz Naranjo.

    Fotógrafo: Foto Alcaldía de Medellín

    2021-07-16

    Una mujer con muchas carreras e historias por contar en las calles de Medellín

    Por: Nathalia Bedoya González

    De niña, Beatriz Naranjo no pedía en navidad ni muñecas, ni maquillaje. Siempre pidió un carro y hoy, a sus 65 años, ese deseo de tener un carro es una realidad.

    Beatriz hace parte de las cerca de 300 mujeres taxistas que conducen por la ciudad de Medellín, según la Secretaría de Movilidad.

    En 1981 comienza la historia de esta mujer quien, con mucho esfuerzo y carreras en las calles, sacó adelante a sus hijos. Con su cabello recogido, las uñas muy bien arregladas, un poco de maquillaje y una sonrisa, comienza el día.

    A sus 42 años empezó a trabajar conduciendo taxi y a diario hacía de 3 a 5 carreras. “Yo trabajaba en una empresa muy grande de Medellín y allá me cancelaron el contrato y entonces duré como 2 meses sin trabajo”, dice.

    Su esposo, también conductor de taxi, en ese tiempo le sugirió que manejara el carro para que no se preocupara por horarios de trabajo y así no dejara de obtener ingresos. “Un día me arreglé para salir a buscar empleo, pero mi esposo me dijo que yo tenía licencia para conducir taxi. Entonces yo manejara el carro de día y él lo hacía de noche”, indica.

    Beatriz Naranjo

    Beatriz es una mujer con un carisma y una actitud arrolladora, digna de la mujer colombiana. “Yo empecé a conducir para pagar mis cuentas y poder tener algo de dinero y aunque yo contaba con la ayuda económica de mi esposo, no lo hacía de manera permanente. ¡Ah!, pero eso sí, cuando se acercaba el cumpleaños de él hacía más carreras para poder comprarle un buen regalito”, dice sonriendo.

    Recuerda muy bien uno de esos regalos: unos tenis verdes y blanco, que le costaron varios días de recorrer las calles de Medellín, pero la satisfacción de ver a su esposo con ellos. Claro que, según cuenta, “después de usarlos por un tiempo, ¡LOS REGALÓ!. Imagínese que un día llevó el carro a brillar y el pago para el señor que hizo el trabajo, fue darle los zapatos”, afirma.

    Historias como la anterior, y muchas de ella y otros colegas, están plasmadas en el libro “Crónicas a bordo de un taxi”, escritars por el periodista Juan Carlos Díaz Posada.

    “En ese libro quedó una anécdota mía de cuando era pequeña. Cuando yo tenía 8 años le dije a mi mamá que no quería muñecas, que quería un carro y recuerdo que ella tenía un trozo de panela y me lo tiró. Me dijo que yo no debía pedir carros, que yo era mujer y debía pedir muñecas, que yo no era un niño para jugar con carros”.

    Y el carro que tanto anhelaba para esa navidad, llegó gracias a su papá, quien fue cómplice de la petición y a escondidas de la mamá le dio ese regalo.

    Y lo que comenzó en 1981 como un trabajo por horas, se convirtió en un trabajo de todos los días con largas jornadas. A su esposo le dio un derrame cerebral y ella se convirtió en el sustento económico de la casa y cuando él ya pudo regresar a las calles, ya estaba tan acostumbrada a los horarios y a la felicidad que le produce trasportar a la gente, que no dejó su trabajo como taxista.

    Beatriz hace parte del colectivo Damas Amarillas (mujeres taxistas), es cofundadora y abanderada del grupo. Su misión además de llevar sanos y salvos a sus pasajeros es dejar en alto el nombre de todas las mujeres conductoras del país.

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