A menos de una hora, el paraíso: Alto de San Miguel

Colombia es uno de los países más biodiversos del mundo y en la semana de los bosques, visitamos una de las reservas naturales más importantes y grandes del Valle de Aburrá, el Refugio de Fauna Silvestre del Alto de San Miguel. Este paraíso queda aproximadamente a 40 minutos a pie  (es la única forma a la que se puede llegar hasta allí) de la vereda Santa Clara, ubicada en el municipio de Caldas y en medio de montañas, quebradas y mariposas, hablamos sobre la historia del lugar con nuestro guía, Felipe Molina, un joven biólogo apasionado por la naturaleza y su conservación.

“Antes de esto ser una reserva natural, era zona ganadera y de explotación forestal, entonces, se talaron muchos árboles. Estamos hablando de los años 30, 40, 50. En el 93 se convirtió en reserva natural”, indica.

Mientras más nos adentramos al lugar, la ciudad y las preocupaciones, desaparecen en medio de la vegetación; verde fue el color que siempre nos acompañó y mientras caminábamos, Felipe se detuvo para mostrarnos un animal que fue descubierto gracias a las investigaciones que se adelantan allí. 

“Es una especie de insecto que se encontró en esta zona y solo está reportada para el Alto de San Miguel. Para encontrar esta especie de insectos se debe conocer cuál es la planta donde se hospeda para poderlos ver”, indica Felipe.

Se trata del Bocydium Sanmiguelense, un insecto hallado en 2012 por el biólogo Camilo Flórez y después de varias investigaciones, fue catalogado en 2016 como una especie nueva. Un avance para la investigación científica del país.

Después de pasar un puente en madera, una puerta muy colorida llena de animales, nos da la bienvenida a la reserva de Fauna Silvestre de San Miguel. El lugar cuenta con un mariposario, un vivero, varios senderos y dos torres de avistamiento, que fueron construidas en 2016. Una de ellas mide 5 metros y otra 9; su función es hacer monitoreos a las plantas y las cerca de 300 especies de aves que es posible observar durante el recorrido.

Para cuidar este paraíso, que reemplaza las casas por árboles y el ruido de los carros pitando por el canto de los pájaros, están los héroes de la zona: los guardabosques. Jesús Alberto Molina es uno de ellos, tiene 52 años y hace 11 trabaja por el medio ambiente.

“Yo de niño trabajé en una finca ganadera hasta el 89 con mis padres en este lugar. Cuando mis padres se fueron, yo me aleje como 20 años de la zona y en el 2009 me dieron la oportunidad de llegar como guardabosques, entonces me parecía lindo regresar aquí a cambiar las actividades que tuvimos nosotros cuando fuimos mayordomos de una finca ganadera”, expresa Jesús.

Una que otra casa y un campesino arando la tierra son un pequeño rastro de lo que fue esta zona, hace unas cuantas décadas, cuando el ganado y la deforestación eran el común denominador. Don Jesús con una voz entusiasta nos contó que “cambiar el chip me pareció muy importante, me enamoró y hasta hoy me tiene cautivado este trabajo, porque es muy bonito, porque sabíamos que en otros tiempos se destruía y se talaba indiscriminadamente sin tener control. Ahorita se ve diferente el panorama y saber y entender que los animales y las plantas cumplen una función dentro de un ecosistema y que esto ayuda a que lo afluentes no colapsen, es la razón por la cuál me levanto cada día”.

Y como no enamorarse de 480 hectáreas llenas de biodiversidad y senderos por caminar,

Don Jesús y Felipe son apenas una pequeña parte de este cambio, que se da poco a poco y que depende de todos. Este recorrido nos mostró que si le damos espacio y tiempo a la naturaleza, ella tiene el poder de sorprendernos, de regenerarse y de ocupar todos esos espacios que le fuimos arrebatando.

Dato importante
El jaguar, el puma, el jaguarundí, el ocelote, y la oncilla, son cinco de las siete especies de felinos con las que cuenta Colombia y si usted no lo sabía, esas cinco especies habitan en Antioquia, específicamente en el Alto de San Miguel.