Su trabajo con las molas hizo que Andrea Tovar se llevara dos vestidos suyos a Miss Universo. FOTO CORTESÍA NEURONA

 

Como si predijera el futuro, Teresa, la mamá de Cléiner Cabadías Rivas abandonó su finca y su casa en Mesopotamia, un corregimiento de Bojayá, con su máquina de coser Singer al hombro. La violencia la hacía desplazarse hacia Quibdó con su esposo y sus ocho hijos. Esa máquina sería el futuro de la familia.

La historia sucedió hace 30 años. Hoy se cuenta otra, llena de sueños, de encuentros casuales que cambiaron el rumbo de esta diseñadora empírica quien gracias a la tradición familiar y a uno que otro curso que su mamá le pagó, ahora está a puertas de presentar una colección completa en Italia.

Para llegar a contar este nuevo relato Cléiner ha tenido que sobrellevar una carga muy pesada, propia de aquellos a los que la violencia les arrebató no solo el espacio físico sino la vida misma.

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Cr: El Colombiano.