Su éxito hace que el mapa demográfico de este deporte tenga un inevitable cambio. Tatiana Calderón es una de las principales embajadoras.

Un club exclusivo para hombres. Así es como el automovilismo se ha proyectado al mundo desde su fundación. Ha sido un deporte dominado por el género masculino, sinónimo de machismo. Y es verdad que, históricamente, esto eran las carreras de autos. Un pasatiempo de los hombres para los hombres. Un espectáculo en el que las mujeres estaban destinadas a portar tacones, no casco y overoles.

Aunque esto era la normalidad, y en alguna medida lo sigue siendo, ha habido quienes se han opuesto a esta manera de percibir el que es quizás el único deporte en el que los hombres y las mujeres pueden competir de tú a tú.
Se trata de valientes y revolucionarias gladiadoras que prefirieron el overol para convertirse en las triunfadoras, con derecho propio a sentir la gloria de beber champaña.

La pionera de esta revolución femenina en el deporte a motor fue Camille du Gast, una adinerada francesa que en 1901 se convirtió en la primera estrella de este género en el automovilismo mundial. Compitió en el rally París-Berlín y al terminar en la posición 33 entre 122 corredores demostró que las mujeres podían ser competitivas en este deporte.
Durante años, algunas siguieron el ejemplo de Du Gast, pero infiltrarse en este club de hombres seguía siendo un desafío complejo.

No fue antes de 1958 que una mujer logró llegar a la categoría reina del automovilismo mundial, la Fórmula 1. Se trataba de María Teresa de Fillipis, que debutó en el Gran Premio de Bélgica.
El paso de la italiana por la máxima carpa del automovilismo fue breve, pues para la siguiente válida el director de carrera no aceptó su inscripción, diciendo que “el único casco que una mujer debería portar era el de las peluquerías”.

Pasaron 17 años para que una mujer retornara a la categoría reina del deporte a motor. El turno fue para Lella Lombardi, de Italia. En el Gran Premio de España de 1975, Lombardi terminó en el sexto sitio, convirtiéndose así en la primera —y única— mujer en sumar puntos en la Fórmula 1.
Desde entonces, aunque ninguna mujer ha vuelto a competir en este campeonato, muchas han triunfado en otras míticas competencias.

Mujeres como la difunta María de Villota, Sarah Fisher, Simona de Silvestro, Katherine Legge, Carmen Jorda, Ana Beatriz, Christina Nielsen, Pippa Mann, Susie Wolff o Danica Patrick han logrado poles, podios, victorias y títulos en las pistas del mundo y se han convertido en íconos del deporte a motor, ejemplos a seguir que, orgullosas, llevan en alto la bandera del género femenino.

Estas mujeres han transformado paulatina pero contundentemente el mapa demográfico del automovilismo. Otra mujer que es símbolo de esperanza e ilusión para el género es Tatiana Calderón.

Esta joven colombiana nunca ha dejado de hacer algo por miedo, y así es como ha logrado la difícil tarea de hacerse un espacio en el máximo nivel del automovilismo mundial.
Ha conseguido podios y victorias en varias de las pistas más emblemáticas del mundo. También ha competido y vencido a muchas de las actuales superestrellas de la Fórmula 1, como Max Verstappen.

De acuerdo con ella, “los hombres nunca creen que una mujer pueda ser mejor que ellos y por eso hacen la vida mucho más difícil a la hora de adelantar, sin embargo, nosotras tenemos una ventaja, porque siempre tenemos un plan y pensamos con cabeza más fría en momentos difíciles. Una cualidad que es fundamental para un piloto de carreras”.
En mayo, Tatiana iniciará su tercera temporada en la GP3, antesala de la Fórmula 1. La colombiana sueña con llegar a la gran carpa del automovilismo, y aunque todavía no es piloto titular, el Alfa Romeo Sauber F1 Team la ha firmado como piloto de pruebas.

Para Tatiana, la razón de que no haya más mujeres automovilistas radica en el hecho de que no haya habido por tanto tiempo una mujer en la Fórmula 1. Por esto, dice, “las niñas pequeñas no saben que este es un deporte donde podemos competir y entonces no tienen un modelo a seguir”.
Por eso resulta tan importante que las mujeres se unan y se apoyen para tener una voz más fuerte e influyente en el deporte. Organizaciones como Dare to be Different y la FIA Women in Motorsport, de las que la piloto es embajadora, “ayudan a conectar a las mujeres y a mostrarle a la próxima generación que el automovilismo es un deporte donde podemos competir mano a mano”, dice Calderón.

Para lograr que en el futuro más mujeres compitan, la colombiana cree que es fundamental que “más niñas corran en karts, para que al final de la pirámide haya muchas más corredoras”. Por esto aconseja a las pequeñas que sueñan con ser automovilistas como ella que “nunca se den por vencidas y luchen por sus sueños”.

Cuando se quita el casco, la bogotana es una mujer como las demás. Como ella se describe, es una “niña, feliz, sonriente y tímida”. En su día a día, dedica la mayoría de su tiempo a su preparación física y mental. Es una mujer muy familiar y comparte mucho con su hermana Paula. Le gusta disfrutar junto a ella la comida sana, un buen café y alguna serie en Netflix.

Mujeres como Tatiana Calderón son las que necesitan el automovilismo y el deporte en general. Mujeres que dejen huella de valentía y coraje. Ejemplos a seguir que con su incansable trabajo desafían paradigmas y transforman el mundo, que dejan soñar y dan vida a la ilusión de las futuras generaciones de corredoras.