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En medio de la comuna 8, Villa Hermosa, entre los barrios Las Estancias, San Antonio, La Torre, Caicedo, Villatina, La Libertad y La Esperanza número 2, hay una cancha que es el corazón de la zona, un punto de encuentro que ha reunido generación tras generación a niños, jóvenes y adultos en torno al deporte y al sano disfrute. Las Estancias, como toda gran historia, tiene un antes y un después; lo que inició como una simple cancha de arena, hoy es un sueño hecho realidad: una cancha de lujo como lo denominan los habitantes del sector.
Esta cancha tiene un lugar especial en la memoria de todos los habitantes de la comuna 8, Villa Hermosa y lo que significa para ellos solo puede ser entendido mirando a los ojos la expresión que tienen al hablar de la cancha Las Estancias. Cuando se les pregunta por la renovación, todos coinciden en que es la obra con el propósito más noble, pues allí, las vidas de los jóvenes son transformadas a punta de disciplina, deporte y amor.
Y no es para menos, la cancha ha sido testigo de episodios de violencia, pero también de historias de superación y eventos que han mantenido vivo y enardecido el espíritu de comunidad y hermandad en el barrio. Las Estancias, como epicentro de magia y sede de las oportunidades, tiene una historia que merece ser contada y recordada en la memoria colectiva del barrio Villa Hermosa.
Hace unos 30 años, una cancha en tierra se convertía en la oficina central de los sueños de la comuna y por eso era el lugar del encuentro, de las tardes de conversaciones, de los partidos sin horario y de los amores que apenas comenzaban a aflorar. En ese espacio de tierra se reunía la vida, la juventud y la vejez a departir y a ver pasar los días, mientras se celebraban los goles que los niños le marcaban a la existencia al elegir el deporte como bandera.
La cancha antes
Así transcurrieron los años, jugando sobre la arena, hasta que se llegó el día en que la intervinieron. Hace ya 16 años que los gobernantes pusieron la mirada en este espacio y lo transformaron, pero luego el tiempo volvió a hacer de las suyas y dejó su marca en la cancha, que aun así se disfrutaba, hasta que una mañana del 20 de febrero del 2023, después de una fuerte temporada de lluvias, un derrumbe sepultó las jornadas de entrenamiento y la comunidad vio como una parte de su corazón se cubría de arena y enterraba los sueños de los niños y los jóvenes de ser grandes futbolistas.
imagen tomada de: https://telemedellin.tv/movimiento-en-masa-en-cancha-las-estancias/608093/
Los días pasaron y los derechos de petición no tardaron en llegar a la Alcaldía de Medellín, pero no hubo respuesta, así que la comunidad misma, con pala y azadón en mano se abrió paso entre la espesa tierra y le dieron camino a los sueños de los niños y los jóvenes. Excavaron durante horas, días y semanas y sacaron en total 25 volquetas de tierra, toda una hazaña de los vecinos, quienes con pocos recursos, pero a punta de ganas, lograron liberar la cancha de tierra. Los niños también apoyaron esta tarea y con sus pequeñas manos ayudaron a despejar la zona que les pertenece por derecho natural.
La cancha antes
Lo que no sabían los habitantes del barrio y usuarios de la cancha, era que desde que inició esta administración ya habían puesto los ojos en esa necesidad y querían entregarles una inmensa alegría a la comunidad; fue así como el 4 de julio del presente año, la Alcaldía de Medellín les entregó la alegría de tener un espacio renovado, para el disfrute de todos, donde el deporte es el eje central que impulsa y moviliza a la juventud a hacerse un camino en el fútbol.
La renovación de la cancha comprende grama sintética de alta calidad, una malla que rodea el espacio, parques en el entorno, gimnasio urbano, graderías con techo, salón social, baños, un puente que la conecta con el barrio y trabajos de mantenimiento y contención en la parte de la ladera que fue la que se derrumbó en el 2023.
Esta es una obra completa que embellece a la comuna 8, Villa Hermosa y les permite a sus vecinos, habitar un espacio donde el deporte es el corazón que impulsa los sueños.
Rubén Darío Cárdenas es líder social, fundador y el alma del equipo del barrio. Su amor por el fútbol le llevó a crear la escuadra hace 17 años y desde entonces no ha parado de compartir su saber con sus pupilos. Cada día ha sido un acto de entrega al prójimo, porque sabe que la obra de amor más grande es enseñar un arte que se cultive con el paso de los años y dé fruto en medio de las adversidades.
Cada día, no importa si llueve o hace sol, ahí está Rubén, siendo quién dirige los pasos de los más pequeños. Su historia no tiene privilegios, pero si un amor inmenso por el fútbol que lo llevó a recorrer la ciudad en busca de hacer su sueño realidad. Llegó de Yarumal a los 12 años y desde entonces no ha parado de jugar, pero sobre todo de hacer del fútbol un mensaje de vida y una forma de hacerle quite a la desesperanza.
Es querido y respetado por todos en la comuna. Su trabajo con el deporte lo convierte en un prodigio, un puente entre la gente y el mundo de las oportunidades. Él ha sido un hacedor de paz, un conciliador y una bendición para el barrio Villa Hermosa; por eso todos creen en sus palabras, porque es un hombre que lleva buenas noticias, que habla con franqueza y les aconseja, porque no solo se trata de enseñar un deporte o arte para la vida, se trata de enseñar a ser esa voz que les escucha y les acompaña con sabiduría.
Con la memoria llena de recuerdos y la voz entrecortada por la emoción, Rubén cuenta cómo fueron esos primeros años cuando llegó a la ciudad. No tenía comida ni pasajes, pero tenía en mente unas ganas y un objetivo claro: jugar a la pelota, sin importar los impedimentos ni las carencias; su sueño lo haría realidad con esfuerzo y disciplina, y así fue: años más tarde, estaría trabajando con David Montoya, uno de los grandes, exjugador profesional que militó en el Deportivo Independiente Medellín y en el Independiente Santa Fe de Bogotá.
Así mismo, aparece Jalber Ruiz Montoya en la ecuación, un apasionado del servicio y del fútbol, quien durante años ha sido la voz de una comuna que quiere darse a conocer como un epicentro de grandes promesas de este deporte, a pesar de todas las dificultades que puedan surgir en el camino. Jalber tiene la destreza de solucionar tropeles y ligerezas; su habilidad para sortear los azares de la vida le ha permitido aliarse con los que son, por eso siempre tiene presentes los beneficios de la Alcaldía de Medellín a la comunidad, como por ejemplo, el programa de Presupuesto Participativo.
Su capacidad de gestión lo llevó a conseguirse los uniformes de los niños postulando su proyecto con estos recursos del Presupuesto Participativo y compitiendo con 53 iniciativas más, pero su idea fue la ganadora, porque además, si hay alguien convencido del talento y de la proyección de los jóvenes es Jalber. Él creció recorriendo las calles del barrio Caicedo y dice que la cancha es el patio de su casa; un patio en el que no solo ha visto crecer generaciones de futbolistas, sino que también ha visto cómo el deporte los salvó de ser instrumentalizados por las bandas criminales.
En torno al fútbol surge un fenómeno muy bello: todo alrededor se organiza para que sea posible; con este deporte se teje comunidad, se emprende, se celebra, se fortalecen vínculos y se abren puertas, pues continuamente los directivos de clubes de fútbol van a visitarlos y a hacerles seguimiento a los jugadores y de esta forma los van perfilando, hasta que un día se da el milagro, con disciplina y esfuerzo.
Los ojos de Rubén brillan de orgullo al hablar de las historias de las que ha sido testigo y partícipe; la voz se le quiebra al recordar a algunos estudiantes que se han perdido y que han sido instrumentalizados por las bandas criminales y que lamentablemente han muerto entre disputas; pero también hay logros que le sublevan el alma: él ha logrado rescatar a niños que a los ocho y nueve años ya andaban en malos pasos, conformando bandas y citándose para pelear a “machetazos”.
Son incontables las historias que están guardadas en el corazón de este hombre; en su alma se percibe el amor con el que entrega cada lección a los jóvenes que diariamente entrenan en Las Estancias. Un amor que le permite ver en cada uno los dolores que les pesan y que no los dejan avanzar al mismo ritmo de los otros; por eso al finalizar sus clases, siempre hay un momento de recogimiento, de consejos y de conversaciones inspiradoras.
Día tras día los niños y jóvenes se reúnen para practicar, y sus padres los observan desde las graderías, orgullosos y esperanzados en que esa cita con el deporte es el regalo más grande que pueden tener sus hijos. El equipo de Las Estancias es una oportunidad que les ha dado alas en la vida y en el fútbol.
En múltiples ocasiones han ido de otros clubes de fútbol a verlos jugar y ya han puesto la ficha en varios competidores; esas visitas los motivan y les crea una exigencia porque saben el nivel que necesitan tener y ahí llega la mano amiga del Inder Medellín, para acompañar los procesos de los niños y jóvenes que quieren convertirse en las nuevas estrellas del balompié.
Mónica Lorena Salazar Soto es madre de Nikelsi y Darwin, dos niños de 7 y 11 años quienes sin falta asisten a sus entrenamientos motivados por la presencia de su mamá en las gradas. Ella con su mirada acompaña cada una de sus jugadas y corea cada uno de sus goles.Los niños y su madre están muy agradecidos con la entrega de la obra, pues recuerdan como en 2023, un alud de tierra sepultó la cancha y fueron ellos mismos los que tuvieron que ponerse la 10 y sacar la tierra para poder seguir jugando.
Afortunadamente, hoy, gracias a la Alcaldía de Medellín, muchos más niños como Nikelsi y Darwin, disfrutan de una cancha de lujo, con todas las condiciones para propiciar el juego y el talento.
Hoy, los habitantes de la comuna 8 de Medellín, Villa Hermosa celebran que hay una cancha en el barrio, que es como el Ágora de la antigua Grecia: esa plaza o espacio público que los reúne en torno a los sueños de gloria, de la vida y de las oportunidades.