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Esa tarde de julio, en la Gerencia de Diversidades Sexuales e Identidades de Género de Medellín, el ambiente se fue tornando emotivo y festivo; en el segundo piso se pr...
Esa tarde de julio, en la Gerencia de Diversidades Sexuales e Identidades de Género de Medellín, el ambiente se fue tornando emotivo y festivo; en el segundo piso se preparaba una ceremonia simbólica de graduación para un grupo de tres mujeres trans que luego de haber presentado las pruebas del ICFES obtenían sus títulos de bachilleres y un puntaje que les permite acceder a la educación superior.
Fueron cuatro meses de arduo trabajo, de estudiar con disciplina y constancia, una dura preparación para este momento, que, por diferentes razones, habían aplazado. La preparación, la presentación de las pruebas y el evento simbólico hacen parte de la Estrategia de Acompañamiento para el Aprendizaje Autónomo, que busca eliminar barreras de acceso y permanencia en la educación y el empleo y así potenciar proyectos de vida.
Desde el corazón folclórico de La Guajira, Fonseca, Yuliana Vanessa Guerra Molina emprendió un recorrido geográfico y emocional por varias ciudades de Colombia, movida por el deseo profundo de salir adelante y alcanzar sus metas. Su vida es testimonio de una constante búsqueda de oportunidades: primero en Valledupar, después en Bucaramanga, luego en Bogotá y, finalmente, en Medellín, ciudad que la recibió con los brazos abiertos y donde, por fin, pudo consolidar uno de sus mayores anhelos: culminar sus estudios de bachillerato y acceder a la educación postsecundaria.

“Siempre quise tener mi ceremonia de graduación, como la vi tantas veces en fotos de familiares y amigos…”, recuerda. La pandemia le arrebató esa posibilidad en su momento, entregándole su diploma sin celebración, sin el abrazo de los suyos, sin la dignidad del rito que representa graduarse. Sin embargo, gracias a la Gerencia de Diversidades Sexuales e Identidades de Género y al compromiso de un equipo humano que acompaña con respeto y afecto, ese sueño finalmente se materializó: su ceremonia de grado fue una realidad y un acto de reparación emocional.
Hoy Yuliana no solo tiene su cartón de bachiller en las manos, también cursa estudios técnicos en asistencia administrativa y tiene claro su siguiente paso: convertirse en administradora de empresas para poder crear su propio emprendimiento, con el que espera generar bienestar, oportunidades y estabilidad para su familia.

“Gracias a la Gerencia, he podido fortalecer no solo mi educación, sino también mi parte emocional. Hoy estoy en una relación bonita, sana, y me siento más fuerte que nunca”, afirma con una sonrisa que transmite la paz de quien ha luchado por sí misma y ha sabido vencer.
Desde Medellín, Ariadna Sofía Vélez comparte una historia marcada por la resiliencia, el arte y una profunda convicción de cambio. Su tránsito de género, entre los 15 y 16 años, ocurrió sin acompañamiento profesional, pero con un respaldo fundamental: su madre. “Muchas de mis primeras prendas, mi primer maquillaje, fueron regalos de ella”, dice con gratitud. Esa complicidad maternal fue su refugio en un mundo que muchas veces no la comprendió ni la valoró.

El sistema educativo formal no supo abrazar su diferencia. “Mi hambre de conocimiento incomodaba. A veces corregía a los profesores, y eso me trajo rechazo”, relata. Finalmente, abandonó sus estudios a los 17 años, con una sensación de desencanto y de distancia con los espacios académicos.
Años más tarde, en un momento de profunda crisis personal, Ariadna llegó a la Gerencia, tras múltiples invitaciones que inicialmente fue posponiendo. Lo que encontró allí no fue solo un servicio institucional, sino un espacio seguro, sensible y transformador. En la Gerencia pudo compartir con otras personas que, como ella, han tenido que enfrentar múltiples formas de exclusión. Y en ese encuentro con otras vidas, encontró también claves para reconstruir la suya.
“Fue una experiencia académica, sí, pero sobre todo fue una experiencia emocional y personal. Me ayudó a vencer el autosabotaje, a confiar en mis capacidades, a comprender que yo también merezco lograrlo”, reflexiona. El día en que recibió su diploma fue, para ella, una afirmación de existencia. Una reafirmación de que su vida importa y de que siempre es posible volver a empezar.

Ariadna es artista, apasionada del teatro y de la creación manual. En el arte ha encontrado una vía para gestionar sus emociones y superar sus miedos. Ahora, sueña con ir a la universidad para estudiar psicología. No sabe aún qué rama escogerá, pero tiene claro su propósito: “Quiero ser para alguien lo que muchos profesionales han sido para mí. Quiero acompañar, orientar y transformar”.
En una sociedad donde históricamente se ha negado el acceso equitativo a derechos fundamentales como la educación, las oportunidades no suelen repartirse de forma justa. Las personas con orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género no hegemónicas han enfrentado, por décadas, barreras estructurales que no solo obstaculizan su formación académica, sino también sus proyectos de vida.
Por eso, desde la Gerencia de Diversidades Sexuales e Identidades de Género de la Alcaldía de Medellín, nace la estrategia AAA: Acompañamiento para el Aprendizaje Autónomo, una apuesta pedagógica e inclusiva que reconoce la urgencia de derribar muros históricos, brindando rutas reales de acceso, permanencia y culminación en la educación media y postsecundaria.

Pero más allá de los conceptos y la política pública, AAA se materializa en historias concretas. En relatos de vida profundamente humanos que hablan de coraje, dignidad, persistencia y sueños cumplidos. Como el de Yuliana Vanessa Guerra Molina y Ariadna Sofía Vélez, dos mujeres diversas que, gracias a esta estrategia, hoy son símbolo de transformación y esperanza.
Las historias de Yuliana y Ariadna son solo dos entre muchas. Dos voces que nos interpelan, que nos inspiran y que nos recuerdan la importancia de generar políticas verdaderamente incluyentes. “La estrategia AAA no se limita a facilitar el acceso a la educación: construye comunidad, repara trayectorias interrumpidas y siembra confianza donde antes había frustración”, afirma Edgar Yepes Londoño, Gerente de Diversidades Sexuales e Identidades de Género.

En AAA, cada proceso educativo es también un proceso humano. Cada logro académico es también una victoria frente al estigma y la desigualdad. Acompañar para el aprendizaje autónomo es, sobre todo, una forma de reconocer las capacidades, los talentos y las luchas de quienes durante tanto tiempo fueron invisibles.
Porque cuando la educación se convierte en herramienta de transformación social, el aprendizaje deja de ser una meta individual y se convierte en un acto de justicia colectiva.