Toda una vida en servicio por Medellín: Jorge y Carlos, héroes que se van con la frente en alto

Por más de tres décadas, Jorge Humberto Serna y Carlos Alberto Echeverri se levantaron cada mañana con una sola misión: trabajar por Medellín. Desde distintos oficios y recorridos, estos dos trabajadores oficiales hicieron parte de la historia viva del ahora Distrito y hoy, al cerrar su ciclo laboral y jubilarse, se van con el corazón lleno de gratitud y también con un nudo en la garganta.

Jorge Humberto Serna Ramírez tiene 64 años y comenzó a trabajar con la Alcaldía de Medellín en 1987, cuando tenía apenas 24. Entró como ayudante de maquinaria amarilla en una época difícil para la ciudad, marcada por emergencias invernales, quebradas desbordadas y jornadas que no tenían hora de salida. “Había que estar disponibles, así fuera domingo. No podíamos negarnos a prestarle servicio a la empresa”, recuerda con orgullo.

Durante 38 años, Jorge fue parte del engranaje que mantuvo en movimiento las obras del Distrito. Primero en Obras Públicas y luego en los últimos 15 años, en la Secretaría de Medio Ambiente, donde acompañó la transición de tecnologías, el cambio de equipos y la evolución de los procesos ambientales. Se encargaba del mantenimiento de la maquinaria: que no se quedaran varadas, que no se rompieran las mangueras del combustible, que todo funcionara. Con su trabajo, silencioso pero vital, evitó muchas emergencias y sostuvo la operación de múltiples jornadas ambientales.

La voz se le quiebra cuando habla de lo que logró gracias a la Alcaldía de Medellín; una vivienda propia, estabilidad para su familia y hoy una pensión que le permite cerrar este ciclo con tranquilidad: “Yo me voy contento, pero también muy triste. Son 38 años y uno deja una vida aquí”, dice mientras sus ojos se llenan de lágrimas. Nunca tuvo informes negativos; siempre cumplió. Y aunque sabe que llegó el momento del retiro, su corazón seguirá sintiéndose parte del equipo.

Por su parte, Carlos Alberto Echeverri, de 62 años, también empezó en 1987. Trabajó durante 37 años y medio primero como obrero en una cuadrilla, luego como oficial de construcción y finalmente como conductor de la Secretaría de Medio Ambiente. Su historia es una muestra de gratitud pura: “Todo se lo debo a la Alcaldía  de Medellín”, dice sin dudarlo. Gracias a su trabajo, sus cuatro hijos pudieron formarse como profesionales: una enfermera, una ingeniera ambiental, un ingeniero en instrumento y control y un ingeniero aeronáutico que hoy lidera motores en una importante empresa.

A Carlos le tocó duro. Vio de cerca muchas de las emergencias más dolorosas de la ciudad. “Uno llega a esos lugares donde la gente lo ha perdido todo. A veces no hay ni qué comer. Con los compañeros nos organizábamos para darles algo, aunque fuera poquito. Lo más duro era ver a los niños llorando”, recuerda. El último día que trabajó fue en El Manzanillo, una zona de alto riesgo. Subió un viaje más con la volqueta y decidió no volver: el peligro era grande y él sabía que ya era hora de dar un paso al costado.

Hoy disfruta de su jubilación rodeado de su esposa, sus hijos y sus tres nietos. Agradece tener un hogar tranquilo, salud, y una nueva etapa por vivir. “Ya le dimos la vuelta a la página”, dice con una sonrisa serena: “Ahora es tiempo de disfrutar con la familia, con mis nietas y de vivir lo que venga”.

Jorge y Carlos no solo se jubilan: dejan una huella. Son la muestra de que el trabajo público, hecho con dignidad y compromiso, transforma vidas. Se van del cargo, pero se quedan en la historia de Medellín como dos trabajadores ejemplares que, sin capa ni reflectores, también fueron héroes de esta ciudad. Y como ellos queda un equipo de trabajadores  comprometidos que cuidan con un especial cariño las quebradas de nuestra ciudad.