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Dos profesores del ITM, institución universitaria del Distrito de Medellín, y uno de la Universidad de Antioquia inventaron un dispositivo que facilita la detección del cáncer colorrectal. Terminaron la primera etapa de la investigación y quieren seguir hasta lograr que muchas personas lo usen. El trabajo fue uno de los reconocidos en los Premios Medellín Investiga 2025. Conversamos con los tres investigadores.
Sebastián Montoya Villada es ingeniero de telecomunicaciones, magíster en automatización y control industrial y profesor de Sistemas del ITM, institución universitaria del Distrito de Medellín. Erick Reyes Vera es ingeniero físico, magíster en física, doctor en ingeniería eléctrica y también es profesor del ITM en la Facultad de Ingenierías y en el programa de Ingeniería de Telecomunicaciones. Y Jahir Orozco Holguín es químico, doctor en química y profesor del Instituto de Química de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Antioquia.
Los tres hicieron equipo y desarrollaron un dispositivo que facilita la detección del cáncer colorrectal. Terminaron la primera etapa de la investigación y quieren seguir trabajando en ella hasta miniaturizar el dispositivo y comercializarlo a un precio accesible para muchas personas, como sucede, por ejemplo, con una prueba de embarazo que se vende en las farmacias.

En la mitad, el biosensor desarrollado por investigadores del ITM y la Universidad de Antioquia.
En noviembre de este año, el Distrito, mediante la Agencia de Educación Postsecundaria Sapiencia, entregó los Premios Medellín Investiga: 19 reconocimientos a lo mejor de la ciencia en la ciudad, con incentivos cercanos a los 500 millones de pesos.
En la categoría Investigación de mayor impacto fueron premiados cinco trabajos. Uno de ellos fue el Desarrollo de un biosensor para la detección temprana del cáncer colorrectal. Sebastián Montoya recibió el galardón. Cada una de estas cinco investigaciones obtendrá $39 200 000.

Sebastián Montoya (en el medio) recibió el galardón en los Premios Medellín Investiga por el Desarrollo de un biosensor para la detección temprana del cáncer colorrectal.
De acuerdo con diversas fuentes, el cáncer colorrectal está entre los que más muertes causan en el mundo. En febrero de 2024 la Organización Mundial de la Salud reportó: “Según las nuevas estimaciones disponibles en el Observatorio Mundial del Cáncer del CIIC (Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer), 10 tipos de cáncer representaron en conjunto alrededor de dos tercios de los nuevos casos y muertes en el mundo en 2022.
El cáncer de pulmón fue el más frecuente en el mundo con 2,5 millones de nuevos casos, lo que representa el 12,4 % del total de nuevos casos. El cáncer de mama femenino ocupó el segundo lugar (2,3 millones de casos; 11,6 %), seguido del colorrectal (1,9 millones de casos; 9,6 %), el de próstata (1,5 millones de casos; 7,3 %) y el de estómago (970 000 casos; 4,9 %).
El de pulmón fue la principal causa de muerte por cáncer (1,8 millones de muertes, que representan el 18,7 % del total de muertes por cáncer), seguido del colorrectal (900 000 muertes; 9,3 %)”…
El diagnóstico temprano es clave para mejorar el pronóstico del cáncer. De ahí la importancia del producto de los tres docentes. Con ellos conversamos.

De izquierda a derecha, Erick Reyes y Sebastián Montoya, profesores del ITM, y Jahir Orozco, profesor de la Universidad de Antioquia. Ellos desarrollaron un dispositivo para la detección temprana del cáncer colorrectal.
Erick Reyes: “Responde a la necesidad de apoyar el diagnóstico del cáncer colorrectal. La idea era utilizar una nueva tecnología basada en el uso de microondas. Para desarrollar biosensores en esta área, se han explorado otras tecnologías, en especial los sensores electroquímicos. Y a raíz de algunas reuniones que tuvimos con Jahir, encontramos que podíamos hacer dispositivos basados en antenas o circuitos a altas frecuencias para detectar un biomarcador específico. En este caso, era el anticuerpo anti-p53, asociado al cáncer de colon”.
Sebastián Montoya: “Comenzó a principios de 2022”.
Erick Reyes: “Sebastián es ingeniero en telecomunicaciones, entonces allí había una gran oportunidad de involucrar la parte química para funcionalizar esas antenas. Una antena normal no puede detectar un biomarcador asociado al cáncer de colon, ya que las antenas suelen usarse para comunicación inalámbrica. Sebastián fue y se capacitó en el laboratorio del Grupo Tándem Max Planck en Nanobioingeniería de la Universidad de Antioquia, en Ruta N, en todo el proceso químico para funcionalizar la superficie de la antena y acoplar los biomarcadores. Fue un trabajo en conjunto en el que se mezclaron la parte de telecomunicaciones, que la hacíamos nosotros en el ITM y que sabíamos de antenas, y Jahir, que sabe de la parte química y biológica para detectar biomarcadores específicos”.

Erick Reyes, ingeniero físico, magíster en física, doctor en ingeniería eléctrica y profesor del ITM en la Facultad de Ingenierías y en el programa de Ingeniería de Telecomunicaciones.
Jahir Orozco: “La primera etapa es una prueba de concepto en la que se hace la ideación, que fue lo que hicimos. Vimos la oportunidad de emplear la tecnología de microondas para desarrollar un dispositivo capaz de detectar un biomarcador. Esa es una etapa de creación e investigación básica que concluye con pruebas del dispositivo con muestras dopadas. Es decir, antes de analizar las muestras de un paciente tienes una solución búfer a la que le agregas distintas concentraciones del biomarcador, que luego detectas para estudiar el comportamiento analítico del dispositivo.
Una caracterización analítica implica determinar las prestaciones del sensor en términos de sensibilidad, límites y rango de detección, reproducibilidad, repetitividad, estabilidad. Todo eso se tiene que estudiar en una primera etapa y, normalmente, se hace mediante soluciones dopadas artificialmente con el biomarcador. Después de la caracterización analítica con muestras dopadas, se pasa a una caracterización en condiciones más reales, donde se utilizan sueros de pacientes, se intenta cuantificar ese biomarcador con el dispositivo y se compara con un sistema de detección estándar.

Jahir Orozco es químico, doctor en química y profesor del Instituto de Química de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Antioquia.
Cuando se desarrolla un dispositivo nuevo, debe compararse con una tecnología estándar para validar que lo que detecta el nuevo dispositivo corresponde estrictamente a lo que detectaría un equipo convencional. Esa etapa es la que cierra esa primera fase de caracterización del dispositivo.
Una vez que se cuenta con la caracterización analítica se realizan etapas posteriores de validación clínica. En una validación clínica se incluye un número estadísticamente representativo de muestras, positivas y negativas, para el biomarcador, siempre contrastadas con técnicas estándar de detección. Y cuando se cumplen la prueba de concepto, la validación analítica y la validación clínica, el dispositivo ya podría estar listo para pasar a una fase precomercial. En el alistamiento precomercial se estudia el mercado y se analizan las posibilidades reales que tendrá el dispositivo para resolver la pregunta inicial planteada en la prueba de concepto, y ya estaría listo para comenzar a cumplir con las normas regulativas que permiten su salida al mercado”.
Erick Reyes: “Para complementar un poco lo que dice Jahir, ya se hizo toda la prueba de concepto, en la que se determinaron las características básicas que debería tener el sensor y se evaluó su respuesta, siempre comparándolo con una técnica convencional, que en este caso es la prueba Elisa. El sensor también demostró que era capaz de detectar ese biomarcador, incluso cuando había otras moléculas que podían interferir en la detección.
Nosotros llegamos a la prueba de concepto. Ahora hay que llevarlo a una validación preclínica, lo que requiere una mayor inversión. Por ejemplo, Sebastián no tenía ninguna beca; la fabricación de los biosensores la hicimos acá (en el ITM) y los demás materiales se financiaron con recursos propios de los grupos de investigación. ¿Qué sería lo ideal? Para llevarlo a esa fase preclínica, que exige medir el biomarcador en una muestra significativa de pacientes, no solo con nuestro sensor, sino también con una prueba estándar, lo que requiere más recursos. Lo que estamos buscando ahora es obtener financiación para llevar el estudio a la siguiente fase”.
Jahir Orozco: “Sí, estamos finalizando la prueba de concepto, pero son resultados muy prometedores. El dispositivo detecta exactamente lo que detectan las técnicas convencionales y además hemos hecho pruebas de especificidad y de selectividad, es decir que el sensor detecta solamente este biomarcador, y lo detecta en presencia de una mezcla de otros biomarcadores que pueden complejizar la matriz, o sea, más cerca de lo que sería una matriz real, pero, por ahora, son un número pequeño de muestras”.
Sebastián Montoya: “Tuvimos cuatro controles positivos y dos negativos”.
Jahir Orozco: “Seis muestras: solo se ha probado con seis muestras y, para lograr una validación clínica, hay que pensar en 100 o 200 muestras”.
Jahir Orozco: “Cuatro pacientes tenían cáncer diagnosticado y dos eran individuos sanos”.
¿El dispositivo se centra solo en cáncer colorrectal?
Jahír Orozco: “Sí”.

En la parte inferior de la imagen, el biosensor desarrollado por investigadores del ITM y la Universidad de Antioquia, conectado a un analizador de espectro.
Jahir Orozco: “Diagnosticar cáncer de colon no es una tarea fácil; es un reto, y no es suficiente con detectar un solo biomarcador. Para detectar cáncer de colon es necesario identificar un panel de biomarcadores que se sobre-expresan en los individuos, a distintos niveles según la etapa de la enfermedad.
Entonces, aunque nuestro dispositivo permite el tamizaje y la idea es detectar el cáncer colorrectal de forma temprana, nuestra herramienta tiene el potencial de detectar más biomarcadores de cáncer colorrectal y ampliar el espectro de detección, no solo para hacerla de manera temprana, sino también para hacer pronóstico y, por ejemplo, estudios de respuesta al tratamiento en los pacientes o incluso de metástasis. Se podría entonces ampliar un poco más el diagnóstico de cáncer colorrectal, detectar biomarcadores asociados a otros cánceres y detectar otras patologías. Nosotros, por ejemplo, hemos trabajado en la detección de infecciones por el virus del Zika, el virus del SARS-CoV-2, bacterias, parásitos, etc. Esto evidencia la versatilidad de las plataformas. Se puede usar la misma plataforma transductora y modificarla con esas biomoléculas para hacerla específica y selectiva para un biomarcador, un microorganismo o una patología determinada.

Campus Fraternidad del ITM, institución universitaria del Distrito de Medellín.
Cuando se va a realizar un diagnóstico de cáncer de colon es muy importante contar con toda la información de la historia clínica, los hábitos y la predisposición genética. Si un individuo presenta algún síntoma, obesidad, malos hábitos alimenticios o fuma, eso lo convierte en candidato a evaluación de esta patología mediante colonoscopia. Es un procedimiento invasivo que requiere preparación exhaustiva del paciente.
Con este tipo de dispositivos queremos alejarnos de esa metodología clásica de diagnóstico y contar con alternativas mucho más versátiles y portátiles, que permitan detectar en tiempo real, acercar la tecnología al paciente y no necesitar ir a un centro especializado, a un centro de salud o a una clínica para realizar el diagnóstico.
Estamos detectando una molécula. Hablemos ahora del estándar de comparación. Elisa es un ensayo inmunológico que detecta proteínas y anticuerpos en un equipo de laboratorio. Las muestras se siembran en platos sensibilizados para interactuar específicamente con el biomarcador. Sin embargo, requiere unos volúmenes de muestra más grandes que los que se requieren con nuestros dispositivos y, en cualquier caso, necesita un equipo robusto, personal entrenado y conocimientos especializados para interpretar la información. Nuestros dispositivos son más pequeños y versátiles y no requieren conocimientos especializados para interpretar la información. Un paciente o una persona en riesgo de padecer cáncer colorrectal introduce una pequeña muestra en el dispositivo y este genera una señal de alerta.

Biosensor desarrollado por investigadores del ITM y la Universidad de Antioquia.
Con la colonoscopia te miran el colon y, si hay alguna región afectada, con la Elisa se cuantifica una molécula en el suero sanguíneo como biomarcador, lo que permite diagnosticar la enfermedad. Nuestros dispositivos también son herramientas de detección molecular alternativas que pueden servir como sistemas de tamizaje poblacional. No es lo mismo hacerles colonoscopia a miles de personas con síntomas o que crean que van a padecer cáncer colorrectal, que tener un sistema de tamizaje como estos, muy sencillo, que seleccione a algunos que, seguramente, necesiten hacerse una colonoscopia confirmatoria. Esto es un tamizaje, una búsqueda activa de pacientes que mejora el diagnóstico temprano y el pronóstico, además de reducir la carga económica sobre el sistema de salud”.
Jahir Orozco: “La colonoscopia es el estándar para el diagnóstico. No te van a hacer un diagnóstico con otro método. En la clínica te hacen la colonoscopia; en el laboratorio, con la muestra de sangre, te hacen la Elisa, y nosotros pretendemos desarrollar un dispositivo portátil que una persona podría incluso monitorizarse a sí misma en casa”.
Jahir Orozco: “No la reemplaza, pero sí es una alternativa con otras ventajas, como la portabilidad”.
Erick Reyes: “Portable es que lo puedo llevar a cualquier lado, como un celular. En Colombia hay regiones donde, como decía Jahir, si quieres hacerte un diagnóstico de cáncer de colon, necesitas un centro médico especializado con numerosos equipos y personal capacitado. Pero en Colombia tenemos una realidad distinta. En grandes ciudades, como Bogotá, Medellín, Cali y Bucaramanga, se cuenta con centros médicos sólidos y robustos, a diferencia de municipios pequeños, que carecen de infraestructura de salud suficiente y las personas se ven obligadas a desplazarse hacia las grandes ciudades. Le apuntamos a dispositivos point of care: dispositivos portátiles y de bajo costo que pueden ayudar a complementar ese diagnóstico de forma más rápida”.
Jahir Orozco: “Como prueba confirmatoria para un número menor de personas, sí. Y nuestros dispositivos están pensados más para el tamizaje de grandes volúmenes de población”.
Sebastián Montoya: “Realmente se puede pensar tanto en jóvenes como en adultos, pero más en adultos mayores, quienes tienen mayor riesgo de padecer este tipo de cáncer. Sin embargo, ya sea por genética, por hábitos alimenticios, por obesidad, por fumar o por beber alcohol, la patología se está presentando en individuos más jóvenes”.

Sebastián Montoya es ingeniero de telecomunicaciones, magíster en automatización y control industrial y profesor de Sistemas del ITM.
Jahir Orozco: “Se puede ver de distintas formas. Este dispositivo es susceptible de miniaturizarse; por lo tanto, podríamos reducir sus dimensiones sin afectar sus características y ofrecerlo de forma portátil. Tú podrías conectarlo, por ejemplo, al celular y contar con un sistema que puedas usar en cualquier parte. Podríamos contar con un dispositivo de laboratorio que se utilice en centros de salud o emplazamientos descentralizados. Esto reduce los costos del equipo convencional de Elisa y mejora la portabilidad. Son dos factores muy importantes a la hora de comercializarlo. Por lo tanto, uno podría pensar en dispositivos medianos que puedan estar en un centro de salud para atender a cierta población, o en dispositivos miniaturizados que puedan usarse de forma personalizada, incluso en el hogar”.
Sebastián Montoya: “Una de las características del dispositivo es el límite de detección. En este caso, el límite de detección obtenido está dentro del rango clínicamente relevante reportado para anti-p53. Uno de los retos para investigaciones futuras es reducir este límite de detección y realizar múltiples pruebas con el mismo dispositivo para asegurar una mayor precisión. Pero el dispositivo actual ya es bastante preciso”.
Jahir Orozco: “En la caracterización analítica, que es en la fase que estamos, se prueba la reproducibilidad, que significa que se tengan por ejemplo cinco sensores idénticos y los retes con un biomarcador y que la respuesta no sea muy alejada entre ellos”.
Erick Reyes: “De casi 99 % de similitud entre el sensor y la técnica convencional”.
Jahir Orozco: “Pero eso es analítico. Cuando se realiza la validación clínica, se mide la precisión diagnóstica, por lo que se comparan falsos positivos, falsos negativos y la exactitud del dispositivo. Eso requiere un número estadísticamente significativo de muestras”.
Jahir Orozco: “Así es. Hasta ahora, conocemos que tiene un 99 % de precisión, pero analítica, no clínica”.

Varios ejemplares del biosensor desarrollado por investigadores del ITM y la Universidad de Antioquia.
Erick Reyes: “No, esta parte todavía no la hemos evaluado, porque, como decía Jahir, falta hacer un estudio preclínico y ahí nos daríamos cuenta de las prestaciones reales del dispositivo y si requiere otra optimización. Una de las cosas que se busca es miniaturizar, es decir, hacer el dispositivo cada vez más pequeño.
Las moléculas con las que funcionalizamos el sensor tienen un costo y, a veces, es alto. Por ejemplo, en comparación con la prueba Elisa, que es el estándar, nuestro dispositivo usa solo unos cuantos microlitros de muestra, que es muy poco. ¿Qué sería lo ideal? Reducir más la cantidad de muestras, de reactivos y de materiales que necesitamos. Eso disminuirá el costo y ayudaría a llevarlo al mercado”.
Jahir Orozco: “Aunque no lo hemos costeado, sí podemos darte algunos valores de referencia de otros dispositivos similares que hemos desarrollado en nuestro laboratorio, en comparación con las pruebas comerciales. Si uno se va a hacer una prueba de laboratorio diagnóstica, puede costar unos 100 000 pesos. Y, por ejemplo, con los dispositivos que hemos desarrollado en la Universidad de Antioquia, que tienen otro mecanismo de detección (electroquímico), según los estudios de costo que hemos hecho, podrían llegar a costar nueve dólares por prueba. Este dispositivo estaría por debajo de esos valores, porque utiliza un transductor de cobre, que es más barato. Yo diría que el costo de este dispositivo sería menor que nueve dólares, pero podría llegar a ser más barato cuando se escale la tecnología y se fabrique en masa. Cuando hablamos de dispositivos point of care, la idea es que cuesten un dólar, como se venden a nivel internacional”.

Campus Fraternidad del ITM, ubicado en el barrio Sucre de la comuna ocho (Villa Hermosa) de Medellín.
Jahir Orozco: “Sí, esa es la idea. Ese es el mejor ejemplo de point of care: la prueba de embarazo o el sensor de glucosa que se utiliza para evaluar el nivel de azúcar en sangre en los diabéticos, en el que una tirilla se conecta al equipo portátil. Pero nosotros no tenemos la capacidad de producirlos masivamente y el costeo que hemos hecho es para producir unos cuantos a escala de laboratorio; será distinto cuando se escale la tecnología y se produzca masivamente, lo que disminuirá dramáticamente los costos”.
Sebastián Montoya: “Una de las ventajas de la tecnología de microondas es que utilizamos materiales relativamente baratos que se basan en tres capas: dos de cobre y una de sustrato. Una de las propuestas futuras es reducir las dimensiones del sensor para fabricar más con menos materiales. Otra de las cosas para evaluar es cómo este cambio afecta la sensibilidad, siempre buscando que el dispositivo sea más sensible. Otra es explorar diferentes topologías; es decir, distintos diseños del dispositivo para evaluar cuál funciona mejor. Y prepararlo químicamente para la detección no de uno, sino de múltiples biomarcadores”.
Erick Reyes: “Una de las cosas que ya hemos venido hablando es cómo combinar este tipo de dispositivos con tecnologías emergentes, como internet de las cosas e inteligencia artificial, que nos permitan no solo tener en cuenta la lectura del dispositivo actual, sino, por ejemplo, integrarlo con otros datos clínicos, como edad, sexo de la persona, lo que come, los que fuman…,y poder hacer un modelo predictivo basado en inteligencia artificial que permita tener un mejor diagnóstico. Como lo mencionaba Jahir, esto es solo un indicador, pero realmente, para que uno tenga certeza de que está ayudando a diagnosticar cáncer de colon, debería contar con muchos más indicadores.
Queremos avanzar también en el tema de cómo construir nuestras propias unidades de lectura, de modo que yo pueda conectar mi sensor, no a un equipo de laboratorio, sino, por ejemplo, al celular. Además, al ser una antena, tiene la ventaja de conectarse por bluetooth, sin necesidad de cable. Pero lo más importante es avanzar en la parte técnica de la validación y pasar de la prueba de concepto a la fase preclínica. Ahí es cuando necesitamos más recursos para escalar, contar con más sensores y, por ejemplo, muestras significativas, de 100, 200 pacientes, que nos permitan demostrar que puede ser útil y llevarlo a una siguiente etapa”.

Biosensor desarrollado por investigadores del ITM y la Universidad de Antioquia.
Sebastián Montoya: “Una de las ventajas de este tipo de dispositivos, los point of care tests, es que dan resultados inmediatos. Haciendo la analogía con un sensor de glucosa, te da el resultado de inmediato. Nosotros buscamos algo parecido”.
Jahir Orozco: “No, sería como si te tomaran sangre”.
Jahir Orozco: “Hasta ahora solo hemos hecho pruebas con una muestra de sangre como se toma clínicamente. No es como con la prueba de glucosa, en la que se utiliza un pin, como una jeringuita, donde, a partir de un pinchazo, te sale una microgota de sangre y eso es lo que pones en la tira para que el glucómetro mida el contenido de glucosa en la sangre de esa muestra. Nosotros todavía tenemos que obtener una muestra de suero, o sea, separar el suero de los demás componentes de la sangre”.
Erick Reyes: “Eso es en el de glucosa, pero en el de nosotros, en esta etapa, aún no puede ser así. Tienes que sacarte sangre, como cuando te mandan exámenes de ingreso”.
Jahir Orozco: “El dispositivo de glucosa es de los años 60 y tiene mucho recorrido. Y a partir de ahí se ha avanzado en la detección de biomarcadores mediante dispositivos biosensores. La idea es que en el futuro sea con una muestra pequeña de sangre, como lo hace el test de glucosa. Y, de hecho, también es posible detectar biomarcadores en otras matrices biológicas. Nosotros, cuando detectamos virus, lo hemos hecho en saliva, orina y suero. Entonces, los dispositivos tienen la versatilidad de cambiar también de matriz biológica. Podrías detectar el biomarcador no solo en sangre, sino también en orina o en saliva”.

Parte de la plazoleta del campus Fraternidad del ITM.
Jahir Orozco: “El desarrollo de una prueba de concepto cuesta unos 300 millones de pesos y lo que más vale es el recurso humano. Si uno va a avanzar hacia otras etapas del desarrollo, estamos hablando de mil o dos mil millones de pesos. Y si son procesos de escalamiento o de validación clínica, habría que realizar un costeo detallado”.
Erick Reyes: “En las últimas etapas, probablemente se requieran alianzas con empresas y farmacéuticas, que normalmente cuentan con el músculo financiero para llevarla a una producción en masa”.
Jahir Orozco: “Sí, es necesario transferir la tecnología para que ellos la escalen y luego comercialicen el producto”.
Sebastián Montoya: “El dispositivo para la detección específica de estos biomarcadores es único. No hay dispositivo de microondas que detecte anticuerpos anti-p53 u otros biomarcadores asociados al cáncer colorrectal. Hay otros dispositivos basados en microondas que han detectado otro tipo de biomarcadores asociados al cáncer de pulmón, pero distintos del anti-p53. Pero que detecten el anti-p53 específicamente es el primero”.
Jahir Orozco: “Y al revés también. Hay dispositivos que detectan el anti-p53 mediante otros tipos de sensores o biosensores. Lo que es único aquí es la combinación de la transducción por microondas acoplada al biomarcador específico”.
Erick Reyes: “Por ejemplo, el profesor Jahir ya había trabajado en detectar anti-p53 con sensores electroquímicos”.
Jahir Orozco: “Por la novedad, uno podría pensar en un tipo de protección intelectual, pero eso implica que el trabajo no esté publicado, y nosotros ya lo publicamos porque era un requisito para que Sebastián se graduara de la maestría. Esta investigación fue parte de su maestría y se publicó en una revista científica muy buena del área de sensores: Sensors and Actuators B: Chemical, de Países Bajos (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0925400525004770)”.

Campus Fraternidad del ITM, ubicado en el barrio Sucre de la comuna ocho (Villa Hermosa) de Medellín.
Sebastián Montoya: “Una de las ventajas de utilizar esta tecnología es la versatilidad en el diseño del dispositivo. Por ejemplo, podríamos explorar distintos cambios en la topología de los dispositivos que mejoren sus propiedades eléctricas para detectar cambios biológicos mediante interacciones entre anticuerpos y proteínas del suero sanguíneo. La tecnología de microondas tiene gran potencial para esta parte clínica y no ha sido tan estudiada. Actualmente no existen dispositivos de microondas en el mercado con esta utilidad clínica. Entonces, todavía hay mucho trabajo por delante”.
Sebastián Montoya: “Para la fabricación del sensor se utilizan sustratos importados, que sirven como placas base para su construcción. De ahí en adelante se realizaron otros tratamientos químicos que incluyeron la limpieza completa y la activación de la superficie del sensor, asistidos por ultrasonido. Para el anclaje del biorreceptor también se utilizaron agentes químicos de acoplamiento. Para la interacción proteína–anticuerpo se necesitan los biorreceptores, anclados a la superficie transductora de modo que conserven su actividad biológica”.
Jahir Orozco: “En unos tres años”.
De esta manera, en Medellín, Distrito de Ciencia, Tecnología e Innovación, representantes de la comunidad académica se esmeran para mejorar la calidad de vida de muchas personas. Los protagonistas de esta entrevista conformaron un equipo que combina experiencia y juventud, resaltando que el profesor Sebastián Montoya solo tiene 25 años. Como acto de reconocimiento, la Alcaldía incluyó este trabajo entre los ganadores de los Premios Medellín Investiga 2025.