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A las 8:30 de la mañana, en un auditorio lleno de voces diversas, comenzó a sentirse el pulso del último gran encuentro de participación del año. Eran representantes de gremios, sectores productivos, universidades, empresas y organizaciones sociales los que llegaban, unos con carpetas, otros con preguntas y varios con la expectativa de ser escuchados, al encuentro Conversar para Transformar, un espacio que se ha convertido en el puente entre el conocimiento técnico y la visión de ciudad que comparten quienes construyen Medellín desde distintos frentes.
El Departamento Administrativo de Planeación -DAP- abrió la jornada con un propósito claro: devolver los insumos técnicos consolidados del diagnóstico territorial y escuchar nuevas perspectivas para la etapa de formulación de la Revisión y Ajuste de Mediano Plazo del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) con representantes de diferentes sectores productivos y de educación. La sala, con 188 asistentes, pronto se convirtió en un laboratorio vivo de ideas donde se cruzaban la experiencia del sector constructor, la mirada estratégica de los gremios, el rigor académico y las inquietudes de empresas y profesionales independientes.
La Administración Distrital llegó a esta cita con una agenda cumplida: la Ruta Territorial y Poblacional, la Ruta Sectorial y Educativa, con más de 5700 participantes, una cifra inédita para un proceso de ordenamiento en Medellín.
Ese camino, intenso y diverso, puso sobre la mesa más de 3179 propuestas comunitarias y sectoriales, cientos de insumos técnicos y la certeza de que la ciudad necesitaba una conversación profunda sobre su futuro en temas clave como vivienda, movilidad, espacio público, gestión ambiental, centralidades urbanas y usos del suelo.
Con los encuentros Conversar para Transformar, en los que se compartieron los hallazgos de insumos técnicos y se recopilaron propuestas, los asistentes reconocieron los avances del diagnóstico participativo que durante 2025 recorrió comunas, corregimientos, organizaciones sociales, grupos poblacionales y sectores productivos. Los mapas y gráficos proyectados evidenciaron lo expresado por habitantes en los territorios: déficits en espacio público y equipamientos, rezagos en vivienda adecuada, presiones sobre la permanencia de la población, brechas en movilidad y retos ambientales y de estructura ecológica que requieren decisiones urgentes. Era la síntesis de un año de conversaciones profundas, en las que la ciudadanía habló desde su cotidianidad y el trabajo técnico de los profesionales del DAP respondió con evidencia.
En medio de este panorama, la voz de los sectores profesionales y productivos aportó una lectura complementaria. Mónica Isabel Palacio Salazar, directora ejecutiva de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos (SAI), resumió el sentir de muchos actores que han acompañado el proceso: “Estamos muy complacidos de participar en estos espacios de construcción colectiva alrededor de la revisión del Plan de Ordenamiento Territorial, tan significativo para nuestra ciudad. Rescatamos el hecho de que se piense en la persona como centro: en el ciudadano, en sus necesidades y su bienestar social. Es fundamental que el POT avance en la creación de centros urbanísticos que impulsen el desarrollo de las comunidades y fortalezcan a Medellín como una ciudad de ciencia, tecnología e innovación”.
Su intervención conectó directamente con lo dicho en los encuentros territoriales, donde líderes y habitantes insistieron en la importancia de planear Medellín desde las personas y sus formas de habitar: proteger las quebradas en los corregimientos, cuidar el patrimonio en los barrios tradicionales, garantizar accesibilidad universal para la población mayor, y asegurar espacios públicos seguros, verdes y bien equipados.
Mónica añadió un punto esencial que también emergió en los recorridos por los territorios: “Queremos aportar desde nuestro gremio a estas propuestas y proyectos, especialmente pensando en esa nueva población mayor de la ciudad, que requiere atención especial en la construcción de ciudad”.
El auditorio asintió. El cuidado, la inclusión, la accesibilidad, la convivencia, la protección ambiental y la necesidad de equipamientos urbanos fueron temas transversales en toda la ruta. Las voces escuchadas a lo largo del año encontraron eco en este encuentro sectorial: la ciudad no se comprende únicamente desde lo técnico, sino desde quienes la caminan, la enseñan, la trabajan y la proyectan.
Así, esta conversación entre territorios, academia, gremios, empresas y ciudadanía recordó una vez más que planear Medellín es un acto colectivo. Y que la fortaleza de la revisión de mediano plazo del POT es una en esa suma de miradas: la de quienes la viven y la de quienes la construyen.
Cada intervención permitió ver cómo los distintos sectores leen la ciudad desde sus propias realidades. Los constructores preguntaban por los tratamientos urbanísticos; las universidades, por los criterios de sostenibilidad; los gremios económicos, por la competitividad; las organizaciones sociales, por la permanencia y la calidad de vida.
El equipo POT del DAP tomó nota, respondió inquietudes técnicas, contextualizó mapas y datos, y explicó la ruta que viene. Fue un ejercicio de diálogo directo, donde la técnica se encontró con lo cotidiano.
El ambiente, formal, pero con la calidez que da el trabajo compartido, permitió que los aportes fluyeran sin fricciones. Al final, las 71 propuestas se sumaron a un documento vivo que seguirá creciendo en los primeros meses del 2026.
En el último encuentro del año, el sectorial, la sensación en el ambiente era clara: este no era un encuentro más. Fue un cierre simbólico de la agenda territorial 2025, el último paso antes de que la ciudad entre en un año decisivo.
Y así lo expresó en su intervención la subdirectora de Planeación Territorial y Estratégica de Ciudad, Martha Isabel Tamayo Vélez: “Este ha sido el POT más conversado de Medellín. Lo que hemos logrado este año es construir una base técnica robusta, pero sobre todo comprender lo que la ciudad necesita a partir de miles de voces que participaron. El reto para 2026 es convertir este aprendizaje colectivo en decisiones responsables y cercanas a la gente”.
El aplauso final no celebraba únicamente un evento, sino un proceso.
Un proceso que demostró que la planificación urbana no es un ejercicio frío, sino una conversación continua entre el territorio, la técnica y quienes lo habitan.

Con todo lo recogido: diagnóstico actualizado, insumos técnicos, propuestas ciudadanas y sectoriales, Medellín inicia 2026 con una claridad inusual: sabe cuáles son sus déficits, sabe qué necesita y sabe qué desean sus habitantes.
Ahora el reto es convertir esa información en decisiones concretas que definan cómo crecerá la ciudad y cómo garantizará la permanencia, el bienestar y la calidad de vida de quienes la habitan.
La crónica de este encuentro, el último del año deja una certeza:
Medellín avanza hacia un ajuste del POT con responsabilidad técnica, basado en una construcción colectiva con mirada humana, rigurosa y profundamente territorial.