Alcaldía Sala de Prensa Noticias Medellín aplaude a su relevo innovador: los cinco jóvenes ganadores de Gen N – Proyector 2025

Medellín aplaude a su relevo innovador: los cinco jóvenes ganadores de Gen N – Proyector 2025

Contenido asociado a:

Pertenece a las secretarías:

Medellín en Historias | Secretaría Privada
Por: Juan David Alcaraz Sarrazola. Fotos: Ruta N. Editor: Alonso Velásquez Jaramillo. |

La noche del pasado 12 de diciembre de 2025 dejó una estampa difícil de olvidar en Ruta N: un auditorio colmado, luces sobre el escenario y una expectativa que crecía ...

Compartir en:
  • La noche del pasado 12 de diciembre de 2025 dejó una estampa difícil de olvidar en Ruta N: un auditorio colmado, luces sobre el escenario y una expectativa que crecía a medida que avanzaba la ceremonia de los Reconocimientos Gen NProyector. Entre aplausos, música en vivo y experiencias tecnológicas, se reunieron los jóvenes que hoy están aportando a la innovación de Medellín.

    No llegaron solos. Muchos entraron con sus seres queridos, otros con sus colectivos, todos acompañados por quienes han sido testigos silenciosos de sus procesos. Detrás de cada uno de los cinco ganadores hay meses de dedicación, familias que los apoyan y una ciudad que decidió votar por ellos. Más de 30 000 votos permitieron seleccionar a los 15 finalistas que avanzaron a la etapa final, entre más de 100 iniciativas postuladas en cinco categorías: Alpha, Crack, Next, Ecos y Panas.

    La ceremonia de entrega de los premios fue un reflejo de lo que representa esta generación: energía creativa, sensibilidad social y pensamiento crítico. Al final de la noche, tras anunciar los cinco proyectos ganadores y en medio de los aplausos, quedó claro algo: el deseo de un grupo de jóvenes que está aportando su talento para avanzar en la transformación de Medellín, la ciudad donde aprendieron a soñar y a convertir esos sueños en realidad.

    Foto general 3 ganadores

    Esta es la historia de cada uno de los ganadores:

    Camila Molina, Alpha

    Cuando Camila Molina regresó a Medellín después de vivir en Alemania, lo hizo con la sensación de que la ciudad aún tenía muchas historias por reescribirse desde la educación. Economista y docente de cátedra con una historia de vida tejida entre disciplina y propósito, la experiencia la marcó: entender que cada pequeño esfuerzo podría convertirse en semilla de estabilidad.

    Camila Molina — Alpha ganadores

    Así nació Kakeibo 365, un proyecto que recorre barrios vulnerables de Medellín. “En la carrera me di cuenta de la importancia de tener una consciencia financiera desde temprana edad”, cuenta. “Se trata de cambiar creencias limitantes, de romper ese ‘no se puede’ o ‘eso es muy caro’”.

    Las sesiones de Kakeibo 365 no parecen clases tradicionales: hay cuentos, alcancías de colores, ejercicios prácticos y conversaciones que invitan a imaginar sueños posibles. Más de 600 niños y jóvenes han pasado por los talleres y más de 400 universitarios se han sumado como voluntarios, creando una red de liderazgo con sentido social. En cada actividad está plasmado el conocimiento de quien tiene claro que enseñar a manejar el dinero también es enseñar a mirar la vida con claridad.

    Camila insiste en que la educación solo se transforma cuando toca el corazón. Por eso, cada ejercicio busca conectar con la experiencia personal de quienes participan. “Lo más lindo ha sido construir de una manera genuina y dinámica para invertir y ahorrar con propósito, porque cada moneda cuenta para construir esos sueños”, dice.

    José Jorge Muñoz, Crack

    En un salón del Colegio Jesús Rey, después de la jornada escolar, José Jorge Muñoz convierte las tardes en un territorio experimental donde la inteligencia artificial deja de ser un concepto lejano. Este profesor encontró en la curiosidad de sus estudiantes el impulso para crear IA-Lab, un espacio que mezcla aprendizaje, juego y tecnología aplicada.

    Se trata de un laboratorio que funciona como un impulso para quienes quieren comprender cómo la IA puede resolver problemas del día a día. “Es un centro de interés donde se reúnen estudiantes con afinidad por la IA generativa”, explica José Jorge. “Buscamos dar soluciones a problemáticas como automatizaciones administrativas en el sector educativo”. Esa premisa ha permitido que los jóvenes se mueven entre códigos e ideas.

    De ese ejercicio nacieron automatizaciones de actas, horarios y agendas, herramientas que hoy alivian cargas en la institución. Y este año, el grupo dio un paso más: una plataforma gamificada para que estudiantes de grado 11 se preparen para las Pruebas Saber. Con IA-Lab, el profesor ha logrado que la innovación se sienta cotidiana. Y, sobre todo, cercana.

    David Rojas, Ecos

    Los días de David Rojas, diseñador industrial de profesión, ahora transcurren entre un olor que recuerda a los bosques húmedos, frascos esterilizados y estructuras de madera donde experimenta. Todo comenzó viendo tutoriales de YouTube. Así fue que encontró en los hongos una respuesta a preguntas sobre alimentación, sostenibilidad y comunidad. De esta manera surgió Fungalic, un proyecto que fabrica unidades productivas para cultivar hongos en contextos domésticos y semi industriales.

    David Rojas — Ecos ganadores

    El proceso empieza en los barrios: residuos de frutas y verduras, restos de café, caña de azúcar, virutas de carpintería. Todo aquello que suele terminar en la basura se transforma en sustrato nutritivo para que los hongos crezcan. Con una unidad productiva, por ejemplo, una familia puede obtener alrededor de seis libras de hongos en 24 días, suficientes para alimentar a cinco personas.

    “Nuestro primer diseño nació con una cabina de aire quieto en la que se puede trabajar”, dice. Hoy, Fungalic cultiva más de cuatro especies de hongos, procesa 120 kilos de residuos orgánicos al mes y ha construido relaciones comunitarias en los barrios donde llega.

    El equipo ya trabaja en sistemas automatizados con sensores de dióxido de carbono y humedad. El objetivo es ambicioso: democratizar el cultivo y convertirlo en una herramienta de soberanía alimentaria. “Entre más unidades productivas creemos, más tenemos la oportunidad de expandirnos”, afirma David.

    Sebastián Tobar, Next

    En el barrio Robledo, Sebastián Tobar empezó a imaginar una infraestructura tecnológica propia. A los 23 años, esa visión tomó forma en Base Computing S.A.S, una blockchain diseñada por él que busca ofrecer seguridad y transparencia. Inspirado por figuras como Mira Murati, Steve Jobs, Elon Musk y Bill Gates, Sebastián asumió la meta de construir tecnología desde cero.

    Sebastián Tobar — Next ganadores

    La plataforma es una declaración de independencia digital. “Tener una infraestructura propia permite pensar en usabilidad a futuro, no dependemos de terceros”, afirma. “Además, aportamos a la soberanía tecnológica de Medellín y el país”. Esa idea guía el desarrollo de una blockchain adaptable, capaz de responder a las particularidades del entorno empresarial colombiano.

    Sobre ella se han creado soluciones para mantenimiento industrial, pequeños comercios y procesos que requieren altos estándares de seguridad. Lo sorprendente es que el software ya se exporta desde Medellín a otras regiones de Colombia, demostrando que la ciudad también puede producir tecnología de punta.

    Tobar describe el proceso como una suma de aprendizajes continuos. “Desarrollar una blockchain desde cero permite obtener conocimiento y adaptarnos a las realidades del país. Ventajas tenemos un montón”, dice. La historia de Base Computing es, además, la de un joven que se abrió camino desde su barrio y con determinación. Su proyecto demuestra que la innovación de alto nivel puede surgir desde lugares inesperados, siempre que haya visión, talento y ganas de resolver problemas reales.

    Simón Zuluaga, Panas

    En la Universidad de Antioquia nació en 2023 el colectivo Icarus. Lo fundaron estudiantes de ingeniería aeroespacial que querían llevar su pasión por el vuelo más allá de las aulas y acercarla a niños, jóvenes y curiosos de todas las edades. Simón Zuluaga, uno de sus impulsores, recuerda ese inicio como un acto de entusiasmo colectivo: la convicción de que compartir conocimiento puede cambiar vidas.

    Nuestro objetivo es enseñar y practicar sobre los aeromodelos. Con nuestra experiencia nos hemos dado cuenta que es la forma que funciona, para que aprendan a trabajar en conjunto, unidos”, afirma. Esa filosofía ha guiado talleres, charlas en colegios y cursos para personas entre los 5 y los 50 años. Las sesiones combinan teoría básica, simulaciones de vuelo y actividades prácticas, generando un aprendizaje que se siente vivo.

    Simón Zuluaga — Panas ganadores

    El colectivo también ha participado en competencias nacionales e internacionales, donde han puesto a prueba su creatividad y rigor técnico. Actualmente, trabajan en una aeronave diseñada para medir gases de efecto invernadero y material particulado en Medellín. El objetivo es generar datos que ayuden a comprender la contaminación en la ciudad.

    En sus recorridos por colegios, Icarus ha encontrado adolescentes que descubren vocaciones inesperadas. “Nos hemos encontrado con estudiantes que se han motivado a estudiar esta carrera, nos reconocen y agradecen”, cuenta Simón. “Es un tema complejo, pero tratamos de enfocarlo en lo práctico, más allá de la teoría. Mostrarles simulaciones les cultiva la curiosidad”. Y esa curiosidad, precisamente, es el motor que los mantiene en vuelo.

    Son jóvenes que con sus ideas y proyectos, con el apoyo de Ruta N, aportan a diario a la innovación en Medellín.


    Acércate a la Alcaldía de Medellín

    Ir al contenido