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En el barrio El Chispero de Medellín, el arraigo y el progreso se unen en dos historias que se cruzan en la avenida 34 con Los González

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Medellín en Historias | Secretaría Privada
Por: Por: Diana María Naranjo Arroyave. Fotos: Diana María Naranjo Arroyave y Cristhoper García Echavarría. Editor: Alonso Velásquez Jaramillo. |

La génesis del barrio El Chispero se remonta a mediados del siglo 19, cuando la familia González llegó a uno de los predios de El Poblado, lugar que se convertiría co...

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  • La génesis del barrio El Chispero se remonta a mediados del siglo 19, cuando la familia González llegó a uno de los predios de El Poblado, lugar que se convertiría con los años en un punto coyuntural entre el arraigo por lo conocido y la idea de desarrollo de una ciudad que camina a pasos agigantados hacia el futuro.

    Sobre esta dualidad se escribe la historia de un barrio que ha sido sinónimo de resistencia al cambio y a esa urbanización vertiginosa que caracteriza el sur de la ciudad de Medellín. Y no es para menos, en medio de grandes y modernas edificaciones, hay un barrio que se sale de lo establecido, un barrio que aparece para cuestionar los paradigmas de la clase social alta, pero sobre todo que ha irrumpido con la narrativa sobre quiénes pueden habitar un espacio.

    La historia del barrio El Chispero comienza con la llegada de la familia González a las extensas tierras de lo que hoy conocemos como El Poblado; en ese entonces Medellín era muy diferente, el verde era el color que predominaba y escasamente había unos cuantos rieles que atravesaban la ciudad impulsando el desarrollo y comunicando los lejanos barrios que apenas empezaban a erigirse.

    Imagen de El Chispero Dron

    Don Lucho Valdés fue el patrón que le regaló a la familia González el predio donde con los años se asentaría gran parte de su familia y además, se convertiría en el epicentro de un fenómeno social que vería una gran obra de desarrollo arquitectónico con sentido comunitario.

    Poco a poco fueron llegando más personas a El Chispero, eso sí, todos pertenecientes a la familia. Es por eso que la calle que pasa justo al lado se llama Los González;  un dato que marca la cronología de quienes llegaron primero a las inmediaciones de Los Balsos.

    La casona de la esquina

    Para entrar a El Chispero hay que pasar por la casa de Clara Inés Jaramillo Flórez, Maria Adela Jaramillo Flórez y Luis Octavio Jaramillo Flórez, tres hermanos que han visto la transformación del barrio desde que solo había extensos prados y alguna que otra finca, hasta que el crecimiento desmesurado los llevó a ceder parte de su territorio con el propósito de darle un respiro a una de las zonas más congestionadas de la ciudad.

    Imagen barrio el Chispero de Medellín (18)

    Doña Clara y Doña Adela recuerdan los días de su niñez corriendo entre los campos que se extendían hasta confundirse con las montañas, viviendo entre familia y convirtiendo en hermanos a las personas que llegaban a formar parte de su comunidad. Sin duda, allí lo tenían todo: un suelo propio, aire fresco y una red que les sostenía y que aún, habiendo pasado más de 70 años continúa cuidando de ellas como cuando eran unas niñas.

    Por eso siempre pensaron que sus últimos años los vivirían en su casa paterna, recorriendo el zaguán donde las vieron crecer, acompañadas por sus vecinos, blindadas del bullicio de afuera, porque su barrio era su pequeño paraíso, algo así como la tierra prometida que les dejaron sus ancestros.

    En sus planes latía la idea de permanecer y habitar el espacio donde su vida había transcurrido. Siempre se sintieron diferentes al resto de sus vecinos, pero les gustaba el hecho de tener lo mejor de dos mundos, al fin y al cabo El Chispero es el pequeño gran universo que contiene sus almas y los hace inmensamente felices.

    Imagen barrio el Chispero de Medellín (13)

    Las orillas del otro mundo cada vez se acercaban más y los sonidos de los carros se hacían más estrepitosos; poco a poco fueron sintiendo como la gran urbe se los iba tragando y solo tenían el pasado para aferrarse. La llegada del futuro era inminente.

    La noticia de la ampliación

    Los rumores comenzaron hace aproximadamente 40 años cuando escucharon por primera vez que la hoy en día llamada avenida 34 sería ampliada y dicha intervención implicaba tomar parte del territorio que constituye su comunidad, La noticia les tomó de imprevisto, sin embargo, parecía una mentira, un proyecto que le tocaría a las generaciones venideras, unos planos ajenos que no les correspondía habitar, ni recorrer; parecía como si nunca fuese a suceder, pero finalmente sucedió.

    La noticia generó polémica y rechazo como era de esperarse, sin embargo luego de un largo proceso de sensibilización, la comunidad entendió que el progreso también implica una renuncia para generar mejores condiciones en el futuro. Y además, esa renuncia tenía su recompensa inmediata, un hito en la historia de Colombia, se convertirían en el primer reasentamiento en sitio por obra de valorización del país.

    El papel de Fonvalmed

    Las hermanas Jaramillo cuentan que apenas recibieron la noticia, se reunieron en comunidad y debatieron el futuro de sus casas. Sabían que la decisión era irrevocable y que tendrían grandes beneficios, pero la idea de irse del barrio donde dieron sus primeros pasos les estremecía, fue por eso por lo que desde el Fondo de Valorización de Medellín -Fonvalmed-, la entidad encargada de hacer este proyecto posible, se propuso este proyecto que permitiría que continuaran en el barrio.

    Imagen Directora Fonvalmed

    Angélica María Arias Loza – Directora Fonvalmed

    En palabras de la directora del Fondo de Valorización de Medellín, Angélica María Arias Loza “Desde el primer día, como directora, supe que esta no era una obra más, sino que era la gran responsabilidad con las familias que durante muchas generaciones han permanecido en el sector de El Chispero. Asumí una responsabilidad con ellos: trabajar de la mano, en esta Alcaldía bajo el liderazgo de nuestro alcalde Federico Gutiérrez, quien siempre nos ha enseñado que los proyectos se ejecutan para la gente y no por encima de ella”.

    Fonvalmed cedió un predio remanente para construir la edificación donde vivirán las 14 familias que harán posible la ampliación de la avenida 34. En la edificación se incluirán tres tipologías de vivienda: VIP, VIS y No VIS.

    Esta obra redefine el concepto de desarrollo, puesto que no pasa por encima de los derechos de los habitantes, sino que los escucha y acata sus peticiones, apelando al arraigo y la hermandad que se ha tejido en El Chispero. Han sido muchos años sensibilizando a la comunidad acerca de la situación, pero ninguna administración había logrado llegarles al corazón y ponerse en su piel para entender lo que se rompe dentro de ellos al saber que deben irse de sus casas en aras del crecimiento de la ciudad.

    La sensibilización de la comunidad

    Durante las jornadas de sensibilización que han fungido también como terapias de escucha, ha habido momentos de complicidad que dejan al descubierto los sentimientos más profundos de los propietarios. En los encuentros se han entablado conversaciones interesantes acerca del futuro de Medellín, tertulias que concluyen que el progreso implica cambios y que los cambios no son malos, por el contrario, tienen el poder de escribir una nueva historia.

    Esa noción de lo bueno y lo malo acerca del progreso nos corresponde juzgarla según sus frutos y en la obra de ampliación de la avenida 34 con la Loma de Los González los beneficios serán dos: los habitantes de El Chispero y las personas que transiten por la nueva avenida. Ese, precisamente ese, era el objetivo de la Alcaldía de Medellín a través de Fonvalmed.

    La nueva casa y los bonitos recuerdos

    Doña Clara y Doña Adela ya tienen los planos de su nueva casa y están felices de escribir un nuevo capítulo en sus vidas a sus 75 y 78 años; no tienen miedo del futuro, por el contrario, quieren propiciarlo, saber que, gracias a su voluntad, hoy Medellín se expande y se convierte en una ciudad con una gran red de movilidad.

    Su actitud siempre ha sido admirable, desde que Fonvalmed llegó a tocar la puerta de su casa, el recibimiento fue el mejor, la disposición para acoger el cambio, el agradecimiento con el que despiden la casa paterna y el amor con el que reciben su nuevo hogar: una vivienda inclusiva y accesible adaptada a sus necesidades de movilidad reducida, dotada con pasamanos y rampas para facilitar su vida.

    Atrás quedarán los días en los que iban a buscar el musgo para el pesebre a la montaña, siendo apenas unas niñas de cinco y ocho años. Ahora con 75 y 78 años buscarán el verde de aquella montaña en sus recuerdos y una imagen se viene a la memoria. Quizás Francisco Antonio Cano, representó muy bien la escena del futuro de Antioquia cuando pintó la reconocida obra titulada “Horizontes”.

    Ahora la vieja casona será solo el cimiento de lo que será en días contados: una gran obra que abre paso a la ciudad de grandes obras de infraestructura que quedará por siempre en la memoria en la letra de una canción que parece el himno de esta historia: Las acacias del Dueto de Antaño.

    Desde el quicio de la puerta las hermanas Jaramillo contemplan cómo se reinventan la Medellín que conocieron y cómo se construye una ciudad, conservando los valores y la cultura que las vio crecer.


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