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En Medellín, Pan ha superado todo, menos el abandono ¿Serás tú quien le cambie la vida?

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Por: Hernán Muñoz Álvarez. Fotos Alcaldía de Medellín. Editor: Alonso Velásquez Jaramillo. |

La historia de Pan comienza como muchas historias en esta ciudad: con un abandono. Llegó enferma al Centro de Protección y Bienestar Animal La Perla, que opera la Secre...

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  • La historia de Pan comienza como muchas historias en esta ciudad: con un abandono. Llegó enferma al Centro de Protección y Bienestar Animal La Perla, que opera la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín. Tenía parvovirus, una de las enfermedades más letales que puede tener un cachorro. Vomitaba, tenía diarrea con sangre y estaba al borde de morir. Los médicos sabían que las probabilidades eran bajas, pero ella no sabía nada de estadísticas. Solo sabía resistir y así lo hizo.

    “Pan es una perrita muy guerrera”, dice Daniela Monsalve Arcila, médica veterinaria de La Perla. “Sobrevivió a esa enfermedad siendo apenas una bebé, estuvo hospitalizada mucho tiempo, pero siempre fue tranquila, amorosa y fuerte”.

    El parvovirus fue solo el primer obstáculo. Cuando logró superar la infección, los veterinarios descubrieron algo más: Pan había nacido con una malformación en sus rodillas traseras (su diagnóstico era una luxación patelar bilateral), una condición que hacía que sus patas no encajaran bien, que sus movimientos fueran inestables y que su caminar pareciera un pequeño tambaleo constante. Como si el mundo le costara más por cada paso.

    Imagen de Pan 2

    Fue operada, y le intentaron corregir las rodillas. Aun así, quedó caminando con dificultad, con un ritmo distinto. No es que no pueda moverse, ella puede y lo hace, pero a su modo.

    La veterinaria aseguró que “la gente la ve y piensa que está sufriendo, pero no es así. Ella vive una vida normal. Solo necesita unos cuidados especiales: caminar todos los días sobre superficies planas, hacer ejercicios guiados y fisioterapia una vez por semana. Es una rutina que le ayuda a no sentir dolor y a mantenerse activa, pero su ánimo está intacto”.

    Pan vive actualmente en el bloque UPH, la Unidad de Pacientes Hospitalarios de La Perla. Es el lugar donde se recuperan los animales que han pasado por cirugías, que requieren atención ortopédica o cuidados específicos. Allí con manos expertas, Pan camina todos los días al menos diez minutos y también le estiran con cuidado las patitas traseras. La auxiliar encargada le habla con ternura. Ella obedece, mueve la cola y se deja ayudar.

    Imagen de Pan y cuidadora (2)

    Su pelaje es de un tono cenizo claro; sus ojos, de un café tibio, miran siempre con una mezcla de curiosidad y esperanza. Es una perrita joven de casi dos años, mestiza, esterilizada y sin antecedentes de crías, pero con un historial de supervivencia que no cualquiera puede contar.

    Y a pesar de todo, Pan es una perrita increíblemente tranquila y no se pelea con nadie. Con los otros perros es paciente, casi maternal y con los humanos, un poco tímida al principio, pero pronto confía “es muy amorosa y muy noble. Se deja querer fácilmente”, cuenta Daniela.

    Pero Pan, como muchos otros animales con condiciones especiales, ha sido invisible para la adopción, quizá porque camina diferente, porque requiere terapias o porque la gente teme que tenerla sea una carga. La veterinaria aclaró que “no es así, hay muchos mitos alrededor de los animales con condiciones especiales: que son costosos, difíciles o que no se adaptan, pero la verdad es que con un poco de cuidado y mucho amor, pueden llevar una vida completamente normal y, sobre todo, te lo agradecen de una forma distinta, porque ellos saben lo que es haber estado al borde de la muerte”.

    Pan lleva casi dos años esperando que alguien la vea, no como “la perrita coja”, sino como Pan: la que venció al parvovirus, la que fue operada sin quejarse, la que hace sentadillas como si fuera parte de una coreografía secreta, la que aún no conoce lo que es una casa, pero que está esperando un lugar donde no tenga que volver a empezar desde cero.

    Cada vez que alguien visita el Centro de Protección y Bienestar Animal La Perla, ella se acerca con calma y observa. Nunca salta, nunca ladra. Solo mira. A veces mueve la cola. Otras veces, se sienta en silencio, como esperando, como diciendo: si me das la oportunidad, yo también puedo ser parte de tu historia.

    En La Perla, como Pan, hay otros caninos que siguen esperando una oportunidad. Algunos ya peinan canas en el hocico, otros han aprendido a vivir con tres patas, con un ojo, con una herida que no se ve, pero aún duele; otros son longevos, especiales y distintos y, por eso mismo, extraordinarios. No corren como antes, ni saltan tan alto, pero tienen un amor sereno, agradecido y que se entrega sin condiciones.

    Así como Pan, ellos no buscan lástima, solo buscan un hogar, uno donde su historia no termine entre rejas, sino en una cama tibia y  junto a alguien que los vea más allá de sus cicatrices.


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