Alcaldía
Contenido asociado a:
En medio de los pliegues verdes que rodean a Medellín, hay una memoria que resiste. Se esconde entre los caminos empedrados de Santa Elena, los cafetales de San Cristób...
En medio de los pliegues verdes que rodean a Medellín, hay una memoria que resiste. Se esconde entre los caminos empedrados de Santa Elena, los cafetales de San Cristóbal, los valles de San Antonio de Prado y los ríos ocultos de Altavista y San Sebastián de Palmitas. Esa memoria tiene voz propia en el libro Entre la felicidad y la pena, una obra del historiador Óscar Zapata Hincapié, profesional del Departamento Administrativo de Planeación -DAP-, que rescata la vida, las luchas y las transformaciones de los corregimientos de nuestra ciudad a lo largo de más de tres siglos.
El libro es mucho más que un relato de archivo. Es una conversación entre el pasado y el presente, un puente entre las raíces rurales y la ciudad que hoy somos. Zapata, con la sensibilidad de quien entiende que el territorio también tiene alma, recorre los documentos antiguos y las historias orales para reconstruir la manera como los primeros pobladores habitaron las altas montañas y cómo, desde allí, se gestaron los recursos que dieron vida a la Medellín industrial: el agua, la madera, el carbón, la energía.
“Este libro es una forma de decir que somos una sociedad a pesar de todo”, explica el autor. En sus páginas, la historia no se presenta como una línea de tiempo, sino como una sucesión de pequeñas batallas cotidianas: contra la naturaleza, contra las pestes, contra el olvido. En 1896, por ejemplo, una plaga de langostas proveniente del occidente antioqueño alarmó a los habitantes y puso en riesgo los cultivos de las laderas. Esa anécdota, narrada con la tensión de una crónica, permite entrever cómo la ciudad naciente dependía profundamente del equilibrio con su entorno rural.

Pero entre los dramas también florecen las pasiones. Zapata rescata episodios curiosos, como el de los llamados amores de dote, donde hombres de distintas regiones llegaban a estas montañas y, mediante noviazgos con herederas, entretejían redes familiares y económicas que marcaron la configuración social de corregimientos como San Cristóbal y San Sebastián de Palmitas. Son historias que, más allá del dato histórico, nos recuerdan que los vínculos, el trabajo y los afectos también construyen territorio.
Entre la felicidad y la pena es una obra que dialoga con el presente de Medellín. En momentos en que la ciudad revisa su Plan de Ordenamiento Territorial (POT), reconocer el pasado de sus montañas se convierte en una oportunidad para entender cómo se han dado los procesos de ocupación, transformación y pertenencia. Cada documento revisado, cada historia recuperada, aporta una mirada sobre lo que significa vivir en un territorio que ha sabido reinventarse entre la adversidad y la esperanza.

Desde el DAP, la publicación del libro es también un gesto simbólico: reafirma la importancia de contar con profesionales que miran el territorio más allá de las cifras o los mapas, que se aproximan a él con respeto, rigurosidad y una sensibilidad por la memoria. En ese sentido, el trabajo de Óscar Zapata no solo enriquece el acervo histórico de la ciudad, sino que inspira a pensar la planeación desde una perspectiva más humana y narrativa, donde las historias cotidianas también son fuente de conocimiento.
Reconocer la historia de los corregimientos es reconocer que Medellín no nació en el valle sino en sus montañas. Allí se gestaron los oficios, las costumbres, los caminos y los valores que dieron sustento a la vida urbana. Allí se conserva la relación más íntima con la naturaleza, esa que, como señala el autor, ha sido aliada y desafío al mismo tiempo. Comprender esas raíces es esencial para proyectar una ciudad que dialogue con su pasado rural y que honre los saberes de sus comunidades.
En el contexto de la revisión del POT, obras como esta invitan a repensar el sentido del desarrollo y de la planificación. Cada historia, cada microrrelato, revela que el territorio no es solo suelo ni extensión; es también cultura, identidad y memoria compartida. Y si la revisión del POT busca que las cosas pasen con participación y sentido, reconocer el valor de los corregimientos es un paso necesario para que la planificación del futuro se nutra del aprendizaje del pasado.

Entre la felicidad y la pena no solo rescata los archivos olvidados: los revive con emoción. Con una prosa cercana, Zapata logra que el lector viaje al siglo XVII, escuche los murmullos de los primeros asentamientos y sienta la textura del papel viejo donde quedaron escritas las primeras historias de Medellín. Es un libro que se lee con los ojos, pero también con el alma; una invitación a imaginar cómo era la vida cuando la ciudad aún era un conjunto de caminos entre montañas.
Al final, esta obra es una declaración de amor por el territorio. Nos recuerda que, para planear el futuro, hay que entender las huellas que nos trajeron hasta aquí. Y que entre la felicidad y la pena -como sugiere el título- se teje la historia de una ciudad que ha aprendido a resistir, a reinventarse y a reconocer en sus montañas la raíz más profunda de su identidad.