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En la vereda San José del corregimiento San Antonio de Prado, sus habitantes se pusieron de acuerdo y con los recursos del Programa de Planeación Local y Presupuesto Participativo que ejecuta la Alcaldía de Medellín, lograron la ejecución de una obra prioritaria para el beneficio de toda la comunidad, mejorando sus desplazamientos hasta la cabecera corregimental y trayendo más tranquilidad, más desarrollo y un aire de esperanza a su territorio.
Cada mañana, desde hace más de 40 años, Eliana Orozco Zapata descendía con sus hijos por un camino, una vía que es la única salida de la vereda San José, ubicada en lo alto del corregimiento San Antonio de Prado de Medellín. A veces con el sol, otras bajo la lluvia que volvía todo un lodazal, bajaba a pie con sus cinco hijos y dos más que ha criado como propios sorteando huecos, piedras sueltas y tramos de pantano.
“Era un martirio, uno se caía, se resbalaba. Yo misma estuve dos meses con un pie lesionado por un hueco. Una de mis hijas se golpeó tanto que hoy sufre de las rodillas. Mi sobrina bajando al colegio se abrió la ceja, quedó marcada para toda la vida”, cuenta Eliana mientras repasa la ruta con la mirada, como quien todavía se estremece al recordar el dolor.
No había opción. Era la única vía. Cada día bajaban mínimo dos veces: al colegio, al trabajo, a comprar la carne, porque en la vereda no hay carnicería o simplemente a resolver la vida. Pero cada paso era un riesgo, cada trayecto una historia de caídas, de motos volcadas o de personas mayores atrapadas.
Una de esas escenas aún le arruga el corazón. “Mi hija comenzó con los dolores de parto y no había forma de que un carro subiera. Intentamos todo. Fue un señor en moto quien nos salvó. Nos bajó como pudo. Uno con el alma en vilo y la niña a punto de dar a luz”.
Hoy, la historia es otra. Gracias a los recursos del Presupuesto Participativo de la Alcaldía de Medellín y al compromiso de líderes comunitarios y ciudadanos que votaron por esta obra, la vía fue mejorada: 130 metros pavimentados que conectan la parte alta de la vereda con la centralidad de San Antonio de Prado.
Y aunque puede parecer poco, esos 130 metros han cambiado por completo la vida de más de 500 personas. “Ahora sí sube un taxi si hay una emergencia. Ahora sí bajan los niños sin miedo. Ahora sí vamos al parque, al supermercado, al médico… antes era imposible”, dice Eliana con una sonrisa que solo quien ha sufrido la entiende.
Ya no se oye el sonido hueco de las llantas reventando sobre piedras, ni los gritos de auxilio de una caída. Ahora se escuchan risas, pasos más ágiles, ruedas de coches de bebé o bicicletas de niños. La vía huele a nuevo, a concreto fresco, a futuro.
Luis Alejandro Bedoya, fiscal de la Junta de Acción Comunal, no oculta su orgullo. “Esta vía es símbolo de que cuando la comunidad se organiza y participa, las cosas sí pasan. Participamos en las reuniones, identificamos la necesidad, votamos por esta obra y hoy vemos los resultados. Esto es gratificante”.
Cuenta que antes de esta intervención, la vía era una “carretera de la muerte”: sin cunetas, sin andenes, con múltiples accidentes. Pero ahora, no solo es más ancha, sino más segura: las cunetas son transitables, el agua no se acumula, los peatones tienen por dónde pasar. “Es una vía para vivir”, resume Luis Alejandro.
Es que el Presupuesto Participativo no solo permitió la ejecución de la obra, también empoderó a la comunidad, que desde el conocimiento de sus necesidades eligió qué hacer con los recursos públicos. Camilo Cano Montoya, secretario de Participación Ciudadana de Medellín, tiene muy claro el concepto: “En Medellín el Presupuesto Participativo cambia vidas. Y un ejemplo de eso es lo que pasa hoy en la vereda San José, del corregimiento San Antonio de Prado. Gracias a la confianza, a la transparencia y a los recursos bien invertidos, tenemos una vía que antes era símbolo de abandono, y hoy es símbolo de dignidad”.
Y añade: “Aquí, el Presupuesto Participativo permitió que los habitantes eligieran. Hoy ya no hay huecos ni caídas. Hoy hay calidad de vida. Hoy Medellín demuestra que lo mejor ya está pasando”.
La historia de la vereda San José es un testimonio poderoso de lo que sucede cuando la ciudadanía se apropia del ejercicio democrático de priorizar obras para su territorio.
“Estamos en plena etapa de recolección de insumos para el Presupuesto Participativo 2025. Este es el momento en el que todos podemos decir qué nos hace falta. Levantar la voz, pensar en el futuro de nuestras veredas, priorizar lo que nos une”, indica Luis Alejandro.
“Yo les digo a todos: ¡voten! Esa votación vale oro. Porque esa es la ayuda para todos. Esa vía la necesitamos todos: para ir al colegio, al hospital, para que nuestros nietos corran seguros. Hoy vemos que el dinero sí se invierte. Y eso, en una ciudad como Medellín, es mucho decir”.
Así resume Eliana la satisfacción de ver cómo sí se pueden hacer realidad los sueños de su comunidad, ejecutando con transparencia los recursos públicos y el ejemplo está en esta vía que conecta con a los habitantes de esta vereda, con nuevas esperanzas para sus vidas.