Alcaldía
Bajo el cielo despejado, en la plazoleta de La Alpujarra, Medellín rindió homenaje a sus veteranos: hombres y mujeres que cambiaron el miedo por la disciplina, la comodidad por el deber y los años de juventud por la seguridad de todos. Entre uniformes que guardan memoria y miradas que aún reflejan orgullo, la ciudad celebró el Día del Veterano, un reconocimiento a quienes, después de décadas de servicio, siguen aportando a la construcción del país desde nuevos frentes sociales.
Iván Meza Coneo, sargento mayor del Ejército Nacional, recuerda con precisión el instante en que nació su vocación: “En 1985, cuando el batallón Pedro Nel Ospina llegó a mi comunidad en el Darién chocoano, supe que quería ser soldado”. Desde entonces, su vida estuvo marcada por el uniforme y por un juramento inquebrantable. Treinta años, seis meses y trece días de servicio, en los que enfrentó las décadas más duras del conflicto armado, patrullando selvas, montañas y caminos rurales para garantizar la seguridad de los campesinos.

Habla con serenidad, pero en sus palabras se percibe el peso del sacrificio. “Lo más duro siempre fue dejar la familia. Salir a cumplir con la misión y pensar que tus hijos te reconocen solo en una foto”. Sin embargo, la voz se le templa cuando evoca la pérdida de un compañero en combate: “Ese momento en que ves caer a tu hermano de armas y sabes que alguien tendrá que dar la noticia a su familia… uno piensa en los suyos y sigue adelante, porque hay que continuar la tarea”.
Año 1999. Tras más de cinco meses sin contacto con su familia, un soldado recibió una carta de su esposa en medio del imponente Páramo de Sumapaz, antes de continuar con la misión encomendada.

Veteranos homenajeados en su día
Hoy, como muchos de sus colegas, Meza sigue sirviendo al país desde el territorio civil, articulando proyectos comunitarios, ambientales y de convivencia. “El soldado no se retira del todo, dice, solo cambia de trinchera”.
Sandra Elena Romero lleva el uniforme de la Policía Nacional tatuado en el alma. Nacida en San Sebastián de Mariquita, Tolima, ingresó primero como funcionaria civil en la Escuela de Aviación de la Policía, hasta que la institución le dio la oportunidad de convertirse en patrullera. “Así comenzó mi historia, cuenta, una historia de compromiso, jornadas largas y mucho amor por la patria”.

Veteranos homenajeados en su día. Foto Jéssica Rivera
Durante su carrera, trabajó con programas de infancia, familias y escuelas, sembrando valores y enseñando convivencia. “Me sensibilizaba mucho trabajar con niños; uno aprende a mirar el país desde la inocencia”, dice con una sonrisa nostálgica y también conoció el dolor de perder compañeros. “Momentos duros que te marcan, pero que también te recuerdan por qué elegiste servir”.
Sandra Elena Romero, veterana de la Policía Nacional, mientras realizaba trabajo comunitario con niños y familias.
Ya retirada, Sandra no oculta la emoción que le produce recibir un homenaje como el de Medellín: “Uno nunca deja de ser policía. Se dice que policía un día, policía toda la vida, y eso se lleva en el corazón. Es un orgullo ver que la ciudad y el país reconocen nuestra entrega”.
Durante el acto de reconocimiento a los veteranos, el secretario de Seguridad y Convivencia de Medellín, Manuel Villa Mejía, expresó su respeto y gratitud a estos hombres y mujeres.
“Celebramos con admiración profunda a quienes defendieron con honor nuestra libertad y nuestra paz. Más de 180 de nuestros gestores operativos de seguridad son veteranos que siguen sirviendo con la misma entrega de siempre. Gracias a ellos hemos fortalecido la presencia institucional y recuperado la confianza ciudadana”.
El secretario anunció además la entrega de la sede del Veterano, un espacio simbólico y digno para el encuentro y la memoria. “Aquí tendrán un hogar, una ciudad que los admira, que los respeta y que los necesita”.
El homenaje concluyó entre aplausos y abrazos. Los veteranos levantaron la mirada mientras se izaba el pabellón nacional y resonaba el himno, símbolo de la patria que defendieron. Muchos hoy hacen parte del equipo de control y seguridad de Medellín, donde continúan ejerciendo su vocación desde la civilidad, con la misma lealtad con la que un día tomaron las armas.
En sus rostros se dibuja el mismo mensaje que dejó el sargento Meza: “El soldado no se retira, solo cambia de misión”.
Así, Medellín les agradece por seguir sirviendo, ahora desde la paz, a la ciudad y al país que ayudaron a proteger.
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