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El uso de vapeadores, en especial entre gente joven, se ha incremenado en la ciudad y en el país. “No es cigarrillo”, dicen. “No hacen daño”, repiten. Pero la c...
El uso de vapeadores, en especial entre gente joven, se ha incremenado en la ciudad y en el país. “No es cigarrillo”, dicen. “No hacen daño”, repiten. Pero la ciencia —y la experiencia médica— gritan otra cosa. La Alcaldía de Medellín presentó el Plan Distrital para el fortalecimiento de las políticas de control del tabaco y los aerosoles, una estrategia integral para garantizar espacios 100 % libres de humo, con énfasis en colegios, universidades y espacios de formación.
El reloj marcaba las 10:00 a.m. en el campus universitario. En un pasillo atestado de estudiantes, Daniela una joven de 21 años, sacó su dispositivo —pequeño, brillante, decorado con stickers— y exhaló una nube suave de vapor. No parecía más que un gesto de moda, un acto discreto, casi ritual, pero en realidad son nubes que no desaparecen.
La pequeña nube de vapor flota en el aire. Es dulce, aromática, casi inofensiva al olfato. Parece un juego, una moda, un suspiro sin consecuencias. Pero no lo es, para los pulmones de Daniela acaba de comenzar una batalla silenciosa.
Los vapeadores llegaron sin hacer ruido, envueltos en diseños coloridos y sabores seductores. Sus colores vivos cautivan a su presa como una rana venenosa ¿O tal vez son una advertencia de su peligrosidad? Tienen sabores como manzana verde, mango tropical, chicle, cereza. En las redes, miles de videos muestran a chicos de 14 o 15 años haciendo trucos con el humo. “No es cigarrillo”, dicen. “No hacen daño”, repiten. Pero la ciencia —y la experiencia médica— gritan otra cosa.
Hace menos de dos años, Daniela decidió probar lo que le anunciaban como una “alternativa más segura al tabaco”. Comenzó con sesiones leves en fines de semana y algunos paseos nocturnos. Ahora, a menudo siente una opresión en el pecho, episodios de tos persistente y falta de aire caminando por las escaleras del bloque académico. Su neumólogo le dijo que hay signos de inflamación bronquial: algo poco común en alguien de su edad perfectamente sana. Su diagnóstico tentativo: lesión pulmonar asociada al vapeo, (EVALI por sus siglas en inglés), una nueva enfermedad producida por los cigarrillos electrónicos.
Ella no es una excepción. En Medellín, según informes recientes el 40 % de los estudiantes de instituciones educativas ha usado alguna vez cigarrillos electrónicos o vapeadores. 1. A nivel nacional entre universitarios el fenómeno también crece: el 37,9 % dijo haberlos utilizado alguna vez y el 12,1 % en el último mes. 2
En las urgencias ya no sorprende ver a adolescentes con tos persistente, dificultad para respirar o síntomas de bronquitis. Médicos internistas, neumólogos y pediatras advierten que el uso frecuente de vapeadores puede causar inflamación pulmonar, daño en las vías respiratorias y riesgo de adicción a la nicotina, incluso en quienes jamás tocaron un cigarro convencional.3
La publicidad disfrazada, los colores brillantes y la falsa idea de que es “menos malo” han engañado a una generación. Las cifras lo confirman: en Colombia, el uso de vapeadores entre jóvenes ha crecido a pasos alarmantes. Y muchos padres aún no lo saben.
La Organización Mundial de la Salud advierte que los cigarrillos electrónicos con nicotina son altamente adictivos y perjudiciales para la salud. Por si fuera poco el medio ambiente también se ve impactado por los desechos electrónicos, baterías de litio y la afectación que reciben los no fumadores (incluidas las mascotas) cuando están expuestos a las aerosoles, los cuales pueden afectar el desarrollo del cerebro en adolescentes, trastornar la función pulmonar, producir daño genético e incrementar el riesgo de enfermedades respiratorias4, aunque para jóvenes como Daniela la advertencia llegó tarde.
En ese contexto, la Ley 1335 de 2009 en Colombia obliga a las secretarías de salud a promover ambientes libres de humo, y con la Ley 2354 de 2024 se amplía a ambientes libres de humo y aerosoles emitidos por cigarrillos electrónicos. Las instituciones educativas deben tener una señalización que indique no se puede comercializar ni usar estos dispositivos, y las sanciones deben tener un enfoque pedagógico bajo la Ley 1620 de 2013 de convivencia escolar.
La Alcaldía de Medellín presentó el Plan Distrital para el fortalecimiento de las políticas de control del tabaco y los aerosoles, una estrategia integral para garantizar espacios 100 % libres de humo, con énfasis en colegios, universidades y espacios de formación. Para darle fuerza se firmó la Resolución 202550083698 de octubre 15, que tiene como propósito desincentivar/desalentar el consumo de productos de tabaco y cigarrillos electrónicos, reconociendo el derecho de todas las personas al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental, al mejoramiento en todos los aspectos de la higiene del trabajo y del medio ambiente, así como a la prevención, tratamiento y rehabilitación de enfermedades; con especial énfasis en niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
A través del programa Medellín Te Quiere Saludable se vienen desplegando acciones de información, sensibilización y movilización en 230 instituciones educativas públicas, 245 privadas y 50 universidades con la nueva campaña “Libres Para”… Hasta septiembre han participado 56 226 personas aproximadamente en actividades de educación sobre prevención del uso de cigarrillos electrónicos. Y la campaña comunicativa ha tocado a 212 872 personas aproximadamente con pautas de radio, vallas publicitarias, eucoles y contenidos digitales. disponibles aquí:
https://drive.google.com/drive/folders/17rBMe9J6wcIgW5ZiRyMUUwjgKkxctbWc
La Ley 1335 de 2009 prohíbe el consumo de productos de tabaco en instituciones de educación formal y no formal en todos los niveles. La Resolución 202550083698 de Medellín detalla el alcance de estos ambientes libres de humo y aerosoles:
“Se deben establecer ambientes 100 % libres de humo y emisiones en todas las áreas bajo control institucional, incluyendo tanto interiores como exteriores. Esto incluye específicamente aulas, oficinas, patios, auditorios, zonas deportivas, baños, pasillos, cafeterías, zonas verdes, parqueaderos, y vehículos de transporte escolar contratados o administrados por la institución”.
Sin embargo, aún en algunas universidades ese mandato no se aplica con rigor. En aulas, pasillos, baños y zonas comunes se ve el vívido contraste entre la norma escrita y la práctica real. Daniela lo sabe bien: En su facultad, cuando alguna vez alguien de seguridad le pidió a un alumno que apagara el dispositivo, muchos le respondieron con risas.
Cada bocanada de vapor no está compuesta sólo por aromas frutales o sabores dulces. Contiene además nicotina, sustancias tóxicas que pueden causar cáncer como propilenglicol y metales tóxicos que pueden lesionar el tejido pulmonar y cardiovascular.5 Muchos de estos jóvenes no son totalmente conscientes de lo que inhalan ni del potencial adictivo. El problema se agrava en entornos académicos. Un estudiante con pulmones afectados puede ver comprometida su concentración, su capacidad física en largos recorridos incluso por el campus, su rendimiento en clases prácticas o deportivas. En lugar de adoptar el vapeador como símbolo de rebeldía, estos jóvenes podrían estar firmando en silencio su propia sentencia.
Daniela suspira, apaga el dispositivo y guarda el vaporizador en su bolso. Afuera, una pancarta de la facultad proclama: “Espacio libre de humo y vapor”. Pero aún no todos lo notan en su bloque. Daniela camina hacia la biblioteca, con esa ligera opresión en el pecho. Sabe que los pulmones jóvenes supuestamente sanos no deberían doler. Lo que no calcula es que la moda no siempre revela su factura hasta que es demasiado tarde.
Detrás de cada nube que se exhala hay una realidad que no desaparece: la industria encontró una nueva forma de enganchar a los más jóvenes. Y las políticas públicas, los hogares y las escuelas todavía caminan lento frente a un fenómeno que va muy rápido.
Ojalá la historia de Daniela apenas sea un relato. Que alumnos, padres, profesores y directivas universitarias tomen esto como llamado: la norma debe dejar de estar solo en papel; debe vigilarse, cumplirse y acompañarse de educación real. Debemos unirnos como sociedad en el cuidado de la vida porque un campus libre de humo es más que un eslogan: es un derecho a respirar sin miedo, a estudiar sin arriesgar la vida.
Si tu o alguien de tu familia requiere orientación para el cuidado de la salud mental o ambiental pueden comunicarse con la línea amiga 4444448.