Alcaldía de Medellín

Secretaría de Paz y Derechos Humanos

< Alcaldía de Medellín » Secretaría de Paz y Derechos Humanos » ¡DETENTE! Puede ser trata de personas

PRINCIPAL

Ruta contra la trata de personas

¿Qué es la Trata de Personas?

La trata de personas es un delito grave y una violación a los derechos humanos. Consiste en captar, trasladar, acoger o recibir a una persona, dentro o fuera del país, con el fin de explotarla y obtener un beneficio económico o de otro tipo.

Según la Ley 985 de 2005, el consentimiento de la víctima no justifica ni elimina la responsabilidad penal de quien comete este delito.

Finalidades de la Trata de Personas

  • Explotación sexual: prostitución ajena, esclavitud sexual, turismo sexual, pornografía u otras actividades donde un tercero se lucra del cuerpo de la víctima.
  • Servidumbre: cuando una persona es obligada a vivir y trabajar para otra, bajo deudas, amenazas o condiciones impuestas.
  • Trabajo o servicios forzados: actividades realizadas bajo amenaza o coerción, sin que la persona las acepte voluntariamente.
  • Matrimonio servil: la pareja ejerce control y obliga al otro a realizar trabajos forzosos o sexuales, a menudo con violencia física, psicológica o reproductiva.
  • Mendicidad ajena: una persona es obligada a pedir limosna, bajo presión de terceros que se benefician del dinero recibido.
  • Extracción de órganos: obtención y comercialización ilegal de órganos o tejidos humanos.

Modalidades de la Trata

  • Interna: ocurre dentro del país (en un barrio, municipio o departamento).
  • Externa: inicia en Colombia y traslada a la víctima a otro país.
  • Mixta: combina las dos anteriores en un mismo caso.
Imagen atención trata de personas

¿Cómo operan las redes de trata?

  • Captador: suele ser alguien cercano; establece contacto y convence a la víctima.
  • Facilitador: organiza trámites de viaje, traslado y alojamiento, y presiona para que la víctima no desista.
  • Explotador: líder de la red, decide sobre la captación y explotación.
  • Administrador: vigila, controla y utiliza la fuerza física o psicológica para mantener la explotación.

Objetivo de la ruta de atención

Brindar atención integral a las personas víctimas de Trata de Personas en sus procesos de restablecimiento de sus Derechos Humanos con profesionales Interdisciplinarios expertos en el tema de prevención y atención a las víctimas de dicho flagelo.

Asistencia inmediata

  • Recibimiento.
  • Alojamiento y alimentación.
  • Acompañamiento psicosocial.
  • Asesoría jurídica.
  • Gestión para la expedición de documento de identidad.
  • Seguridad (Secretaría de Seguridad, SIJIN, DIJIN).
  • Activación del sector Salud.

Asistencia mediata

  • Acompañamiento integral por el término de 6 meses, prorrogable 3 meses.
  • Gestiones médicas para la atención en procesos psicoterapéuticos.
  • Remisión para representación judicial.
  • Remisión a escolarización o formación académica.
  • Articulación Interinstitucional establecida en el comité distrital de Trata de Personas.
Imagen equipo de trata de personas

Cartas

Carta de Lorena

Me llamo Lorena, tengo 27 años, soy colombiana y madre de cinco hijos. Como muchas madres, soñaba con darles una vida mejor, aunque apenas podía cubrir lo básico. Mi tía, a quien siempre había visto como alguien de confianza, me ofreció trabajo en Sri Lanka, limpiando en un hotel. Dijo que allá me pagarían bien y que ella se encargaría de todo el viaje. Yo, desesperada por mis hijos, acepté sin pensarlo mucho.

El día que llegué, todo cambió. Mi tía desapareció; no respondió más mis llamadas ni mensajes. En su lugar, me recibió un hombre que no conocía, que me llevó directamente a un hotel. Allí me dijeron, sin rodeos, que mi verdadero “trabajo” era en un bar… que debía atender hombres y acostarme con ellos. Me dijeron que tenía una deuda por el viaje y el alojamiento, y que no podía irme hasta pagarla. Ese fue el inicio de mi infierno.

Durante casi dos años viví prisionera en un país extraño, siendo explotada sexualmente, sin poder pedir ayuda. Mi dignidad fue pisoteada una y otra vez. Un día, un cliente pagó mi deuda. Pensé que esa pesadilla había terminado, que por fin tenía una oportunidad. Incluso inicié una relación con él y tuve dos hijos. Pero fue otra trampa: me golpeaba, me humillaba y finalmente me denunció ante las autoridades como migrante irregular.

Me detuvieron junto a mis hijos. Sentí que mi vida había terminado, que nadie me creería. Pero en ese momento decidí hablar. Con todas mis fuerzas conté mi historia, denuncié lo que había sufrido. Gracias a eso me repatriaron a Colombia.

Hoy sigo intentando reconstruirme, aunque las cicatrices del alma no se borran. Cuento mi historia para que otras mujeres entiendan que la trata de personas no es una historia lejana: puede empezar con alguien cercano, con una promesa de trabajo… y convertirse en una cadena que te quita todo, incluso las ganas de vivir.

Carta de Adriana

Me llamo Adriana, tengo 20 años y soy venezolana. Siempre soñé con darle una vida digna a mi hijo, pero estaba sola, sin trabajo, sin apoyo, y con la desesperación de no tener cómo alimentarlo. En medio de esa angustia, contacté a un amigo venezolano que había conocido en un viaje anterior. Le pedí ayuda. Él me ofreció empleo en Medellín, Colombia. Sus palabras sonaban como una salvación, así que tomé la decisión de viajar por tierra desde San Cristóbal hasta Cúcuta y de allí seguir a Medellín.

Pero cuando llegué, mi supuesto amigo no estaba. Me recibió una pareja de desconocidos, también venezolanos. Fueron amables al principio: me dieron comida, ropa, un techo… Me sentí agradecida. Pero muy pronto la verdad salió a la luz: dijeron que yo tenía una “deuda” por el traslado, el alojamiento y cada plato de comida. La única manera de pagarla, según ellos, era acostándome con hombres a cambio de dinero.

Me llevaron al sector de La Veracruz. Allí comenzó mi calvario. Día tras día, hombres extraños entraban y salían, mientras yo sentía que perdía mi dignidad, mis fuerzas, mis ganas de vivir. Siempre había una mujer vigilándome, no podía moverme ni un segundo sin que me observara. Me sentía atrapada como un objeto, invisible para el mundo.

Hasta que un día, el miedo se convirtió en valor. Aproveché un descuido, corrí con todas mis fuerzas y llegué a una estación de policía. Allí pedí ayuda entre lágrimas. Me llevaron a Migración y se activó la ruta de atención a víctimas a través de la línea 123. Por fin estaba a salvo.

Hoy sigo luchando para sanar las heridas que nadie ve. Mi historia es una advertencia: la trata de personas puede comenzar con una promesa, con un “amigo” que parece querer ayudarte, pero puede convertir tu vida en una pesadilla. No ignores las señales, no creas en promesas vacías. Yo sobreviví… pero muchas no logran escapar.

Carta de Jessica

Me llamo Jessica, tengo 25 años y soy de Medellín. Siempre trabajé en tanatopraxia; aunque no era un trabajo fácil, me sentía orgullosa de lo que hacía. Un día, conocí por redes sociales a un hombre llamado Carlos. Parecía amable, confiable… me hizo soñar con una oportunidad mejor. Me ofreció un empleo en Brasil, con un sueldo que me permitiría ayudar a mi familia y salir adelante. Llené mi corazón de esperanza y acepté.

Cuando llegué, Carlos me recibió con una sonrisa, pero pronto mi ilusión se convirtió en pesadilla. Me llevó a una casa pequeña y sucia, y al trabajo que me prometió… pero allí me obligaban a laborar entre 18 y 20 horas al día. Solo me daban una comida, dormía en un colchón viejo, y cada día sentía que mi cuerpo y mi alma se apagaban un poco más.

Pasaron semanas sin que me pagaran. Cuando reclamé, Carlos solo me dio evasivas. Luego pedí volver a Colombia. Fue entonces cuando mostró su verdadero rostro: me quitó mis documentos, mi celular, y me encerró con llave como si fuera su prisionera. Sentí miedo… miedo de nunca volver a ver a mi familia, miedo de desaparecer sin que nadie me buscara.

Pero un día, el instinto de sobrevivir fue más fuerte. Aproveché un descuido, corrí como nunca antes en mi vida y pedí ayuda a unos vecinos. Gracias a su solidaridad, llegué al consulado colombiano y finalmente fui repatriada.

Hoy sigo sanando las heridas que no se ven. Cuento mi historia para que entiendas que la trata de personas no siempre empieza con violencia: a veces empieza con una promesa, con alguien que “parece bueno”, con un sueño que se convierte en esclavitud.

Carta de Juan

Me llamo Juan. Fui policía, serví a mi país y siempre busqué una manera honrada de sostener a mi familia. Un día, en un grupo de WhatsApp, apareció una oferta tentadora: trabajo en México como vigilante en una empresa hidráulica, con un salario que prometía resolver mis problemas económicos. Confié. Pensé que era una oportunidad.

Pero al llegar, todo cambió. Me recibió un hombre llamado Pedro. Me dio un uniforme, un arma… y me arrancó la libertad. Ya no era vigilante: era prisionero de un grupo criminal. Me obligaron a participar en secuestros, asesinatos… y todo el tiempo me amenazaban con hacerle daño a mi familia si no obedecía. Vivía atrapado, con miedo, sin salida, sintiendo que cada día podía ser el último.

Ese día llegó. En un enfrentamiento con las autoridades mexicanas, encontré la muerte lejos de casa, lejos de los míos. Hoy mi familia lucha por traer de vuelta mi cuerpo para darle descanso.

Mi historia no tiene un final feliz, pero tiene un mensaje: nunca bajes la guardia. Las redes de trata y explotación no siempre buscan mujeres; también buscan hombres, exmilitares, profesionales… cualquiera que esté desesperado por trabajar. Yo caí en esa trampa. Que mi voz, desde donde esté, sirva para que otros no lo hagan.

¡Contáctanos!

WhatsApp: 305 476 8062
Correo: rutatratadepersonas2@medellin.gov.co


Acércate a la Alcaldía de Medellín

Feria de Flores Medellín 2023

Esta noche se enciende la feria con más flores del país.

Conéctate con la transmisión del evento inaugural y conoce a los silleteros, reyes de la trova y más artistas invitados.

¡Te esperamos porque #FlorecerEsAlegría!

Esta es la feria de la gente.

Ir al contenido