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Jirafa

Julian Jaramillo

2017-04-19

Rescatado por el amor

Daniela Salazar

A solo dos meses de haber nacido, Juan fue abandonado, sin piedad, por la madre, en un albergue del barrio Villatina, de la ciudad de Medellín. Corría el mes de abril del año 2000.

Los gritos desgarrados del bebé, sin madre, sin pecho y sin abrigo, alertaron a una mujer que buscó al causante, y al entrar a la habitación de donde provenían, vio una imagen que le partió el alma: casi con el olor a placenta impregnado en la piel todavía, morado del frío y moviéndose con ansias de ser abrazado, lloraba Juan la tragedia de haber llegado a este mundo, sin que nadie lo esperara.

En esa mujer, María, pudieron más los instintos de amor materno que sus propias necesidades, y decidió tomar al niño en adopción, a pesar de estar criando cuatro hijos, en la humildad de su hogar.

Así comienza la vida de Juan, creciendo con el siglo, y con una madre y cuatro hermanos que no llevaban su sangre.

Juan se convirtió en el amor de María, en su razón de ser, sin olvidar a sus otros cuatro hijos, quienes también lo acogieron como su hermano del alma. María duplicó sus esfuerzos de trabajo, y triplicó el cariño por aquella criatura que, estaba convencida, Dios le había puesto en su camino por alguna razón. A Juan no le faltó absolutamente nada en aquel hermoso hogar.

Pocos años después, Juan entró al colegio y, como es lógico, su mente recibió información del mundo a través de los amigos. Quiso experimentar, conocer, salir… pero esto chocaba con los cuidados de su madre, quien lo mantuvo un poco aislado del mundo, para protegerlo de los múltiples conflictos del barrio y la ciudad. Juan se rebela. Cada día desea más y más tener la libertad que le permita aprender por sí mismo sobre el mundo en el que vive, y comienza a ver a su propio hogar y a su madre adoptiva como obstáculos para lograrlo.

En el año 2011 Juan se fue de la casa para vivir con su abuela, la madre de María.

En su mente se había fabricado mundos de libertad en su nuevo hogar. Allí podría hacer lo que quisiera… pero fue solo una ilusión. Su abuela no solo lo maltrataba física y psicológicamente, sino que le negaba la alimentación básica y, cada día, lo lanzaba a la calle a las 6 de la mañana, hasta que lo dejó en ella permanentemente. El mundo de Juan dio un giro lamentable.

Juan, un niño de apenas 11 años, comenzó a recorrer las calles de La Sierra, Niquitao y el centro, lugares con mucha problemática social. Conoció a otros niños y jóvenes en circunstancias similares y fue solo cuestión de días para que buscara, en la droga, un refugio para olvidar el hambre y la soledad. En menos de un año Juan se transformó en un niño adicto a las drogas, sin familia, sin techo, sin amor y sin estudio.

Pocos meses después, y ya casi irreconocible por su aspecto físico demacrado; desgastado y enflaquecido, fue rescatado por la “Policía de Infancia y Adolescencia”. Sus ojos reflejaban más vida y más dolor del que cualquiera pudiera imaginarse. ¡Tantas cosas le habían pasado, y en tan poco tiempo! Al ver su estado los policías tomaron la decisión de llevarlo a un Centro de Diagnóstico y Derivación de la Alcaldía de Medellín. Juan, recibió otra oportunidad, porque el centro cuenta con un programa que atiende a niños, niñas y adolescentes entre los 7 y 17 años, con derechos vulnerados, inobservados y en amenaza, y este era el caso de Juan.

Se sintió salvado nuevamente, pues a pesar de su corta edad y de su vida extraviada, quería cambiar; quería mejorar; quería ubicarse.

Estuvo en varios internados de Bienestar Familiar. Participó durante tres años en los programas de Panangeles. Se nutrió provechosamente de la Fundación Hogares Claret. Todo esto, además de alejarlo de las drogas, le permitió uno de sus mayores sueños, un sueño que también tenía María: terminar sus estudios de bachillerato.

En la actualidad, a sus 17 años, hace parte del Centro de Diagnóstico y Derivación de la Alcaldía de Medellín. En éste y en los Hogares de Paso, se atendieron entre 2016 y febrero de 2017, 3.033 niños, niñas y adolescentes.

Allí se levanta a las 5:00 a.m., realiza todo el día actividades relacionadas con arte terapia, deporte y recreación, artes plásticas, aprestamiento escolar y acciones pedagógicas enmarcadas en la vinculación familiar. Termina su jornada a las 8:00 p.m. Es ya un joven lleno de vida, con buen desarrollo mental y plenamente activo.

Estar allí le ha permitido a Juan saber sobrellevar los problemas del pasado.

Le gusta leer y siente pasión por el fútbol, pero sobre todo por la pintura. La pintura le concede la manera de manifestar sus sentimientos y su forma de proyectarse. Su más reciente obra está siendo elaborada en conjunto con los demás niños y niñas del Centro de Diagnostico y Derivación es maravillosa y visionaria. Ellos y ellas están plasmando  en el cuadro una jirafa porque, según él mismo, - “…la jirafa representa la libertad; tiene un cuello muy largo y puede ver más lejos de lo normal, manteniéndose más arriba que abajo”. Y él está viendo más allá, porque quiere estudiar una Tecnología  de Sistemas, y obtener un empleo digno para poder ayudarle a aquellos que lo acogieron cuando apenas tenía dos meses de vida,  María y sus hijos, o hermanos del alma, hace un mes que no ve a su mamá y espera reunirse pronto con ella para recuperar todo ese tiempo perdido.

Juan agradece infinitamente la oportunidad que le brindaron los Centros de Protección: “Aquí está el que quiera salir adelante y el que se quiera recuperar. Hay que valorar lo que se tiene porque si lo pierde es muy duro recuperarlo, valorar mucho la mamá y la familia, porque es muy duro estar solo”.

Reflexiona todo lo que hace durante el día; considera si hace algo mal para no volverlo a repetir, y con la visión alta y futurista de la esbelta jirafa dice: “lo que siembro hoy lo recogeré mañana”.

No queremos que estas historias se sigan repitiendo, vos haces parte de la red de protección de la niñez cuando brindas respecto cuidado, amor  y reportas al 123 social cualquier señal de violencia contra los niños, niñas y adolescentes. 

#laniñezcuentaconmigo

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