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Con tapabocas y sin abrazo, la danza del tango en Medellín es esperanza

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Con tapabocas y sin abrazo, la danza del tango en Medellín es esperanza. Foto Óscar Darío Montoya Gómez 2020-06-25 Con tapabocas y sin abrazo, la danza del tango en M...

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  • Con tapabocas y sin abrazo, la danza del tango en Medellín es esperanza.

    Foto Óscar Darío Montoya Gómez

    2020-06-25

    Con tapabocas y sin abrazo, la danza del tango en Medellín es esperanza

    Por: Óscar Darío Montoya Gómez

    .: Bailar el tango sin tocarse sí es posible y así lo han demostrado los artistas participantes del XIV Festival Internacional de Tango Medellín que se disfrutará del 21 al 28 de junio. Una variada programación para vivir desde casa. 

    Están muy pegados, aprovechen todo el espacio”, gritaba una voz en el escenario donde una docena de bailarines ensayaba los últimos pasos, antes de comenzar la grabación. “Nunca bailen sin tapabocas, si se les cae, ahí mismo se lo vuelven a poner”, les recordaba Viviana Jaramillo, la directora artística del Festival Internacional de Tango Medellín, que este año en su decimocuarta edición, vive una situación inédita, por cuenta del distanciamiento físico necesario para protegerse del Covid-19.

    Con tapabocas y sin abrazo, la danza del tango en Medellín es esperanza

    Sin público que los aplaudiera en el Teatro Metropolitano de Medellín, solamente con la presencia del personal de la Secretaría de Cultura Ciudadana, Telemedellín y personal logístico, cumpliendo con todas las medidas de bioseguridad, se grabaron las presentaciones de 12 agrupaciones artísticas (cinco de danza y siete musicales), ganadoras de la Convocatoria de Estímulos para el Arte y la Cultura 2020.

    A pesar de tener cubierta gran parte del rostro, las miradas de los bailarines irradiaban la felicidad por volver a estar juntos. “El solo hecho de vernos, de estar aquí, aunque sea con el tapabocas y así nos toque limpiar todo, nos devuelve el alma al cuerpo”, comentaba Valentina Salazar, de la Compañía de Danza Contemporánea H3.  

    Después de muchos días de ensayos virtuales, cuadrando los pasos por videollamada, ya estaban otra vez corriendo con sus ropas de aquí para allá, estirando en el piso, maquillándose en el camerino. Anhelaban volver a hacer todo eso, pero esta vez les tocó de una manera distinta: sin el abrazo del tango y con la irrupción de un elemento nuevo, el tapabocas, que complicaba un poco las cosas.

    Es un reto difícil por el calor que se genera en la cara, el aire no entra con la misma facilidad y uno termina muy agitado”, decía Carolina Soto, bailarina de El Candombe, pero para ella y para todos, al final, fue una prueba superada. “Tuvimos que ensayar mucho para poder manejar la respiración, pero ya estamos más adaptados”, anotaba Wilmar López, bailarín de Apus Tango, compañía que encargó a su vestuarista Kiko Moreno la elaboración de 52 tapabocas. Todos se hicieron a mano y los de las bailarinas incluían llamativos cristales y perlas. «El tapabocas ya se volvió una prenda del diario vestir y, en el caso de los bailarines, una parte vital de su vestuario«, dijo.

    Pero más allá del tapabocas, coinciden todos los artistas en que lo más difícil del baile en tiempos de pandemia es el distanciamiento porque “en el baile de parejas la dependencia frente al abrazo es gigantesca y entonces ese abrazo lo reemplazamos con palos, lazos y velos”, explicaba Clara Olarte, directora de Apus Tango. Aunque su obra Tras los velos del amor ya concebía el uso de telas desde mucho antes de la pandemia, lo demás les tocó inventárselo en dos meses.

    Nos tocó adaptar totalmente todo, yo digo que me descuartizaron mi obra (risas), pero estamos muy contentos porque fue una experiencia muy chévere y de crecimiento para los creadores y para los chicos”, comentó la directora. 

    En la misma apreciación coincide Andrés Felipe Mira, de la Compañía Go Tango, pues “esto nos ayuda a crecer como bailarines porque es un reto para nosotros y el tango no es solo un abrazo, el tango también se puede realizar con las piernas y con varios movimientos”.

    Ya fueran palos, sombrillas o telas, lo importante era generar una distancia, pero al mismo tiempo una conexión fuerte entre los bailarines que les permitiera expresar el sentimiento. Y es que como afirma Carolina Soto, de El Candombe, “compensamos el abrazo con la mirada, con la energía y con mucha concentración”.

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