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La casa Salsipuedes de Prado: un museo vigente que suena a violines, historias y recuerdos

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Foto: Casa Salsipuedes de Prado. Fotógrafo: Foto Alcaldía de Medellín 2021-09-23 La casa Salsipuedes de Prado: un museo vigente que suena a violines, historias y recue...

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  • Foto: Casa Salsipuedes de Prado.

    Fotógrafo: Foto Alcaldía de Medellín

    2021-09-23

    La casa Salsipuedes de Prado: un museo vigente que suena a violines, historias y recuerdos

    Por: Alonso Velásquez Jaramillo

    Medellín trabaja en la preservación de su patrimonio y uno de los sitios más emblemáticos de la ciudad como el barrio Prado, conserva construcciones y una historia patrimonial rica de anécdotas y recuerdos. La casa Salsipuedes es uno de esos inmuebles tocados por la historia y los buenos recuerdos que se niegan a fundirse en el olvido.

    En la Carrera 50, Palacé -en el tradicional barrio Prado- está ubicada una bella casa patrimonial, llena de historias y de recuerdos, con amplios ventanales, que en su interior alberga todo un museo de instrumentos musicales y antigüedades de la misma fina esencia.

    Es conocida por un nombre muy musical: Salsipuedes, uno de los más grandes éxitos salidos de la imaginación y de la pluma del hijo máximo de El Carmen de Bolívar, el maestro Lucho Bermúdez, ya fallecido.

    “La pusieron así porque da la casualidad de que soy un coleccionista de discos de vinilo, de los discos viejos. Yo desde pequeño veía a Lucho Bermúdez ensayando en el Club Campestre y entonces me quedó el gusto por la cumbia y la música de él. Estudié clarinete y también sé de percusión y ocurre que los que vienen acá se amañan mucho porque el que llega no se va”, nos cuenta Luis Fernando Posada Núñez, quien heredó la casa y es el actual propietario del inmueble.

    La casa

    Casa Salsipuedes de Prado

    La construcción de la casa data de 1920, cuando le compraron a Ricardo Olano los terrenos para su edificación. Fue habitada por la familia Sáenz hasta 1960 y hasta el año 1963 se entregó en alquiler a una comunidad religiosa de monjas, quienes instalaron un taller de confecciones en el amplio sótano. Luego el señor Germán Sáenz Moreno le vendió la casa a Fernando Posada Correa, un comerciante de telas que tenía un almacén muy acreditado en el Centro de Medellín llamado Parisina. “La casa costó en ese entonces, lo que me valió en tiempos más recientes una casa de ‘La Barbie’ que le compré a mi hija: 140 mil pesos”, nos dice Luis Fernando con una voz que refleja una disimulada perplejidad.

    Tiene 850 metros cuadrados de área, techo de bahareque, tejas de barro y tierra, con grandes ventanales, un espacioso patio central y le han hecho algunas modificaciones en sitios como el sótano y las rejas que le han puesto en las ventanas externas por temas de seguridad, entre otras.

    El centro del patio está coronado por un árbol de jabuticaba, oriundo de Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia, de cuyas frutas Luis Fernando y su familia aprendieron a fabricar un vino tinto seco llamado “El vino de mi Patio” y del cual han sacado hasta 200 botellas, dependiendo de la época del año. A esto se agrega, que del mismo árbol también extraen mermelada, que comercializan con clientes y visitantes ya reconocidos. 

    Desde siempre su interior fue como el de un museo. Imágenes de santos y antiguas figuras de la colonia adornan sus paredes. Allí se hicieron tertulias, hubo anticuario y tiene vajillas por doquier -conseguidas por la mamá de Luis Fernando, la señora Ligia Núñez de Posada- además de antigüedades y muebles y por supuesto, una variedad de violinesy violo nchelos, instrumentos musicales que su actual propietario fabrica como buen ‘luthier’.

    “Yo ejerzo esta labor hace 15 años -cuenta– porque me gradué de técnico en construcción de violines, en un convenio con el Sena, la Corporación Andina de Fomento, Antioquia Presente y el consulado de Alemania que promovieron ese estudio para entrenar a 20 ‘luthieres’ y terminamos 11. Entonces cuando terminé puse el taller en el sótano de mi casa, para reparar y hacer instrumentos. Me conocen mucho los músicos de Medellín porque todos vienen aquí a reparar y a comprar y yo les brindo mis servicios”.

    Nos dice que con el coronavirus ya no hay tertulias, se mantiene muy encerrado y recibe los instrumentos afuera, para evitar contagios y si alguien quiere comprar algo pues lo deja entrar, con las debidas precauciones “porque ya por el virus, no se puede estar muy cerca”.

    La nostalgia, el ahora y el futuro

    Casa Salsipuedes de Prado

     “Para mí tener esta casa es muy satisfactorio y siento mucha alegría, tristeza y nostalgia a la vez porque mi mamá se murió de 91 años hace solo 3 años y en esta casa hay muchas cosas bonitas que ella consiguió, porque siempre trabajó con antigüedades”, manifiesta.

    Luis Fernando no sabe lo que será de la casa en unos años, pero nos dice con certeza que: “la comparto con mi esposa, que tuvimos un noviazgo de 25 años y nos casamos hace dos años; con mi hija, mi hijastra y, además, acá vienen mucho mis hermanas porque les gusta estar aquí. Yo no he pensado en el futuro. Esta casa seguirá siendo de la familia y de los nietos y por ahora estamos concentrados en vivirla, mantenerla y disfrutarla”, concluye.

    Salsipuedes sonará siempre al ritmo de la orquesta de Lucho Bermúdez y mientras tanto, esta casa patrimonial, que es museo, sitio de tertulias, taller de “luthieres”, referente del barrio Prado y hogar de la familia de Luis Fernando, espera continuar siendo observadora y protagonista de la historia, de un vecindario emblemático de Medellín que se resiste al olvido y al paso de los años.

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