La casa soñada

Contenido asociado a:

Pertenece a las secretarías:

Medellín en Historias | Secretaría de Comunicaciones | Secretaría de Inclusión Social Familia y Derechos Humanos
Por: Mauricio López - Editor:  Fredi Arboleda |

En la actual Administración Distrital, la Escuela para la Inclusión ha remitido a 700 personas a oportunidades laborales, de las cuales 310 han asegurado su puesto. Otr...

Compartir en:
  • En la actual Administración Distrital, la Escuela para la Inclusión ha remitido a 700 personas a oportunidades laborales, de las cuales 310 han asegurado su puesto. Otras 433 han sido conducidas a opciones académicas. De ellas, 148 se encuentran estudiando para ser vigilantes u operarios de montacargas, servicio al cliente, agroecología e higiene y manipulación de alimentos.

    Juan Diego Domicó, joven Embera Katío

    Juan Diego Domicó, joven Embera Katío – Foto Marcos BermúdezLadrillo a ladrillo, la casa de La Loma comienza a volverse realidad. Primero, una habitación; luego, el techo, los baños y, con mucha fe, otra habitación y, quizá, un patio. Y Juan Diego Domicó, que no solo ha invertido dinero en ese sueño, se queda mirándola con una sonrisa amplia, mientras el sol la ilumina y la pinta de muchos tonos dorados y amarillos.

    Dos años atrás, construir su hogar era un sueño distante, casi imposible para el joven Embera Katío. Vivía en la casa de su cabildo, en Prado Centro, y no tenía  suficiente claridad sobre el futuro. Le gustaban la danza y el liderazgo comunitario, pero carecía de estudios y una que otra ayuda para emprender cualquiera de esos dos caminos.

    En esa encrucijada, se le presentó la oportunidad de ingresar a la Escuela para la Inclusión, adscrita a la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de la Alcaldía de Medellín y, entonces, su vida, por fin, tuvo sentido.

    Yo estaba en la casa del cabildo y participaba en muchas actividades, pero cuando ingresé a la escuela descubrí que podía hacer muchas otras cosas, entre ellas crecer de forma profesional y personal”, explica el joven de 25 años, padre de Angélica Sofía y esposo de Siria.

    Luego de aprender más sobre sus habilidades y descubrir muchos más talentos, gracias a los profesores de la escuela, Juan Diego demostró tanta capacidad que terminó trabajando allí, ganándose un salario mínimo, con el cual ha podido construir su hogar en La Loma, en lo alto de San Javier.

    Allá soy feliz. Mi mamá llegó del campo con muchos problemas y acá conoció a mi papá y me trajo a la vida. Luego me dejó con mi madrina, Sara Álvarez, quien me enseñó valores y me cuidó hasta que fui adulto. Sara me regaló el terreno en donde estoy construyendo mi casa”, explica Juan Diego, quien ahora tiene claro que desea ser un líder para defender los derechos de las personas más vulnerables, incluyendo a su pueblo Embera.

    A la Escuela para la Inclusión tienen acceso adultos mayores, indígenas, afrodescendientes, personas con discapacidad, ex habitantes de calle, madres cabeza de hogar, migrantes, población LGTBIQ+ y personas en ejercicio de prostitución. Todas deben hacer una inscripción previa en los Centros Integrales de Familia -CIF- para acceder a oportunidades de empleo o estudio que los acerquen a la posibilidad de una vida digna y productiva.

    No tengo palabras para expresar lo bien que me siento. Acá, no solo aprendí, sino que encontré trabajo y amigos. Ahora quiero avanzar más y, después de construir mi casa, quiero seguir construyéndome a mí mismo”, dice con una sonrisa que ilumina; una sonrisa de actitud, carácter y firmeza.


    Acércate a la Alcaldía de Medellín

    Ir al contenido