“La Red de Escuelas de Música me cambió la vida y, gracias a ella, soy mejor persona”: Diego Alejandro Villada Rivera

La Red de Escuelas de Música -programa creado en 1996 por la Alcaldía de Medellín-continúa siendo un referente en la ciudad y en el país y a través de sus diferentes modalidades brinda oportunidades de formación musical a niños, niñas y jóvenes entre los 3 y los 16 años, habitantes de diferentes comunas y corregimientos de la ciudad. Un joven saxofonista cuenta su experiencia de pertenecer a esta red.

Cuando Diego tenía solo diez años, su mamá, Marta Lucía -pensando en que su hijo administrara mejor su tiempo libre-, lo ingresó a la Red de Escuelas de Música de la Alcaldía de Medellín, y ese fue el inicio del enamoramiento que, aún hoy, años después, siente este joven, de 17 años, por un arte al cual le dedicará el resto de sus días.

Diego Alejandro Villada Rivera ha vivido siempre en el barrio Popular 1, que está ubicado en las laderas nororientales de Medellín y, desde 2015, comenzó a ser parte de este programa de formación que ofrece la Administración Municipal y en el que los niños, niñas y jóvenes adquieren sus primeros conocimientos básicos sobre la música.

Fue un proceso del cual él se fue enganchando, aunque al final, cuando estaba terminando el colegio y durante la pandemia, se alejó un poquito y pensaba más bien en estudiar ingeniería o física, porque le va bien con los números; pero cuando volvió de nuevo a recibir clases presenciales “sentí que mi definición, como persona, es que yo soy música, y por ahí me fui”.

Hasta que llegó al saxofón 

Diego Alejandro Rivera, tocando el saxofón

Empezó tocando el oboe, porque en un principio le gustaba el clarinete, pero no había cupos para este.  Sin embargo, el oboe no le gustó tanto. Se aburrió y se metió con el trombón, porque le gusta mucho la salsa y este instrumento está muy relacionado con ese ritmo.

Aprendió canciones de ese género, pero luego el profesor que tenía no continuó su proceso en la Red; entonces, decidió probar suerte con la percusión en donde estuvo un buen tiempo y, de hecho, le gusta y todavía sabe algunas cositas: “Pero me enamoré del sonido del saxofón y supe que ese era mi instrumento”.

Su gusto por el “saxo”, le llegó por influencia de un amigo al que considera un virtuoso de ese instrumento: “Yo quiero ser melodía y no ritmo, y para mí el saxofón es el instrumento que más bonito suena, porque yo escucho mucho jazz y me parecen impresionantes los solos que hacen los maestros de esa música”. 

Red de Escuelas de Música

“El saxofón me suena a naturaleza, me transmite mucha paz y es mi forma de expresar cómo me siento; si estoy mal o si estoy bien, sé que la gente a través de lo que esté tocando se da cuenta de cómo me estoy sintiendo. El saxo transmite mis emociones”. 

Diego recuerda su primer concierto, cuando estaba todavía muy niño, con la Red de Escuelas de Música en el barrio Villa del Socorro, en donde hizo una pequeña interpretación como percusionista: “Yo estaba muy pequeño, me sentí muy asustado. Era una muestra para las mamás. Me equivoqué mucho, pero lo disfruté y es de los momentos que recuerdo con más emoción”, dice con voz sentida.

Sus sueños 

Este joven saxofonista está dedicado por completo a este arte: “La música me define, porque me permite expresar cosas que a veces las palabras no son capaces de decir”.

De la música solo espera alegrías desde lo personal y confía que su decisión de dedicarse a ella haya sido la correcta. “La escogí para ser feliz y no por lo monetario, porque siento que me ayuda a formarme como persona y podría ser feliz viviendo de ella”, asegura con convicción. 

La red en su vida

Red de Escuelas de Música

Sobre sus sentimientos hacia la Red de Escuelas de Música, su primera expresión es: “¡Ufff!, siento una gratitud enorme por este programa”, y lo afirma porque considera que más allá de lo musical cumple con su objetivo de formar personas, porque se rescatan los valores y se nota la transformación de los ciudadanos que allí participan. “Allí, se forma gente de bien, y es muy bonito aprovechar estos procesos y poder ayudar a las personas”. 

Por eso, no escatima adjetivos al decir que: “La Red me cambió la vida totalmente, porque gracias a ella hoy soy una mejor persona y tengo encaminado mi proceso, mi futuro y mi trayecto hacia un punto estable y no estar tambaleando por ahí.  Siento que sin la Red no tendría eso tan claro y si no hubiera estado ahí, tal vez estaría estudiando alguna ingeniería”.

Por el momento, Diego sigue con sus estudios musicales como integrante del Preparatorio de Música de la Universidad de Antioquia, teniendo como norte el dedicarse de lleno a ésta, para sacarle sonrisas a su madre, Marta Lucía, y acordes sublimes a su saxofón; viendo como su hermano menor, Matías, de 11 años, también se encamina por esa ruta y confiando en tener la oportunidad de cumplir sus sueños.

“Mi camino es y seguirá siendo la música y a esto le dedicaré el resto de mi vida. Soy extremadamente feliz”, sentencia.