Los atuendos, el ingenio y la creatividad se toman las calles de Medellín. El arte del estatuismo

“Un buen artista no invita solo a mirar sino también a imaginar”. Carlos Fuentes, escritor mexicano.

El camerino, un parque; el escenario, las calles y su público, los transeúntes.

Gabriel Bonilla, mide 1,63 metros, tiene 33 años y es padre de Gabriel Felipe de 16 años, Naira Yuliana de 13 y Santiago, de 11. Junto a su esposa, papá y hermano se dedica hace cerca de 18 años al arte del estatuismo.

No se sabe exactamente si el estatuismo llegó de Egipto o de Europa, lo que sí, es que con el paso de los años ha tomado mucha fuerza en Latinoamérica y, en Colombia, se ha convertido en una opción de vida que adorna las ciudades con personajes diferentes y que permite el progreso de muchas familias. 

“Inicié a los 15 años, siempre me gustó el arte y empecé con un grupo de artistas que realizaban funciones de baile en las calles. Entonces, adapté lo que tenía de la danza con el estatuismo y hacíamos otra rama del estatuismo como el maniquí y el robot humano; hacíamos movimientos robóticos y eso gustaba mucho”, cuenta Grabriel. 

A pesar de ser un arte en el que no se habla, requiere de resistencia física y dominio psicológico. Además, leer, estudiar y ver la evolución de esta práctica, es esencial. Gabriel es un apasionado empírico por esta tradición familiar y las calles son la vitrina donde a diario se da a conocer. 

“Cuando no tengo una presentación, salgo a las calles a buscar un lugar donde actuar y en allí espero a que el público me vea y pues me llamen para algún trabajo”, expresa. 

Y es que gracias a ese público y con las ganancias que genera con cada presentación, él, puede sacar a su familia adelante. Sus jornadas laborales van de 8 a 12 horas y los trajes que usa, tardan de tres a una semana en ser elaborados. 

De acuerdo con Gabriel, “esto también tiene un trabajo plástico porque nosotros hacemos nuestros trajes, los pintamos, los texturizados, nos maquillamos (tardo entre quince y veinte minutos en hacerlo y vistiéndome demoro cerca de media hora), y de esta manera comparto mi arte y a su vez adorno las calles”. 

En su tiempo libre es profesor de yoga y esto lo hace como labor social y como ejercicio que le permite mantener la concentración y la postura estática necesarias para llevar el pan a su casa a diario. 

Esta dedicación y pasión lo llevó a ser uno de los ganadores de la Convocatoria de Estímulos para el Arte y la Cultura 2020 que otorga la Alcaldía de Medellín mediante la Secretaría de Cultura Ciudadana. 

“Gané en una categoría enfocada a apoyar artistas del espacio público. Me presenté con mi hermano en la categoría de estatuas humanas y nos sentimos muy bien, porque era la primera vez que salía un estímulo de este tipo. El estímulo económico nos ayudó bastante, fue en plena pandemia y nos permitió aliviar algunas cargas económicas y poder hacer nuevos trajes para nuestras presentaciones. Estamos muy agradecidos con la Alcaldía por esta oportunidad”, explica Gabriel.

El programa

La convocatoria al Fomento y al Estímulo del Arte promovido por la Alcaldía, comprende  propuestas que tienen como objetivo premiar actividades de carácter artístico y cultural. Este año uno de los objetivos es la reactivación económica del sector cultural y aportar a la oferta creativa local, incluyendo a los artistas callejeros. 

Gabriel, junto a su familia trabaja todo los días para poder lograr un sueño que edifica con el tiempo y da ejemplo a sus tres hijos, quienes desde ya, buscan seguir los pasos de sus abuelo y su papá: ser gestores del Primer Festival Internacional de Estatuas Humanas de Colombia.