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Marian Villa y Pioneras Dev, un “chispazo” de igualdad

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Marian Villa. Foto Marian Villa 2020-03-05 Marian Villa y Pioneras Dev, un “chispazo” de igualdad Por Julián Restrepo Tomando el concepto de grupos como Top Secret R...

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  • Marian Villa.

    Foto Marian Villa

    2020-03-05

    Marian Villa y Pioneras Dev, un “chispazo” de igualdad

    Por Julián Restrepo

    Tomando el concepto de grupos como Top Secret Rosies, las primeras mujeres programadoras, Marian Villa, de 33 años, y un grupo de apasionadas por el diseño, el desarrollo y la diagramación integran actualmente la Corporación Pioneras Dev, la primera de su tipo en todo el país creada hace tres años con la intención de conformar una comunidad de aprendizaje y promoción de actividades relacionadas con la presencia de mujeres en la tecnología. 

    Como auténticas pioneras, mujeres de Medellín, Cali y Barranquilla unieron conocimientos para dar lugar a una necesidad: que más diseñadoras, programadoras y desarrolladoras lideren procesos de innovación y tecnología. Marian Villa tomó el ejemplo de liderazgo que tuvo en su madre y lo llevó a la búsqueda de enriquecer las experiencias de mujeres en el mundo informático. 

    Perteneciente a una familia de docentes, académica por vocación y lectora por pasión, Marian cursó sus primeros años de vida escolar en el colegio La Presentación de Rionegro. En un entorno de mujeres, de pares, adquirió la sororidad necesaria para entender que las mujeres “pueden con todo”. 

    A muy corta edad, gracias a un primo arquitecto, tuvo mayor contacto con la tecnología y sus herramientas. Sin embargo, la integralidad de su formación fue más allá, aprendió a ingresar en los computadores a través de comandos. Con solo 15 años se graduó del colegio y no dejó de conocer más sobre videojuegos y computadoras. 

    Haber crecido en un contexto mediado por la academia y la lectura, fomentada por su padre quien en cada viaje de Medellín a Rionegro le llevaba un libro ilustrado y por las caricaturas presentes en los periódicos que su madre leía con acérrima costumbre, logró que su fascinación por la ciencia y el ejemplo de las escasas mujeres en ese campo determinaran el interés por estudiar Biología en la Universidad de Antioquia. 

    “La Marian de la niñez soñaba con ser astronauta”, rememora, por eso se convenció de estudiar biología para luego hacer ingeniería genética e incluso llegar a ejecutar horas de vuelo. Pero luego de abrirse paso en el primer eslabón de la ciencia desde la academia, tomó una decisión que sorprendió a sus padres pero redefinió lo que sería su estilo de vida. “Me di cuenta todo lo que implicaba dedicarse a la ciencia en términos económicos y de proyecto de vida”, recuerda. 

    En medio del sueño que comenzaba a materializar, Marian entendió que también tenía aptitudes para las letras y el diseño. La huella de los periódicos, los libros, las enciclopedias, las caricaturas, los videojuegos y los computadores le permitieron proyectar el lugar que quería ocupar en el mundo. En uno de tantos virajes de la vida, decidió dejar la Biología e ingresar a Diseño Gráfico en la Universidad Pontificia Bolivariana. 

    Con la confianza de sentir que “había llegado al lugar que era”, Marian decidió iniciar una segunda carrera, Comunicación Social, de forma paralela al Diseño Gráfico en la misma universidad. “Sentía que me hacía falta la parte teórica de la academia”, dice. Fueron los docentes, algunos “role models”, quienes años más tarde se convirtieron en colegas, quienes la encaminaron en semilleros de videojuegos –rumbo que toman pocos diseñadores aún en la actualidad. “Me di cuenta que los computadores y las interfaces gráficas tienen mucho de eso que me gusta: la ciencia, investigación y programación holística”, concluye. 

    Motivada por el apoyo que recibía en la academia, hace 11 años decidió emprender la aventura de crear empresa y junto a otros compañeros dio vida a la agencia digital Ever Social. Pero el camino tuvo sus vaivenes, la mayoría de socios fundadores siguieron otros rumbos y Marian Villa tomó las riendas del proyecto con otro socio, en ese entonces con curiosidad respecto a la poca participación o visibilización de mujeres que se sumaran a ese tipo de iniciativas. 

    En 2013, luego de ocupar uno de los tres primeros lugares en el Startup Weekend realizado en Ruta N, fue invitada a ser mentora y allí fue cuando en un evento de Internet de las Cosas mostró su inconformidad con que prácticamente todos los líderes fuesen hombres. Elevó la consulta a los organizadores y encontró que justamente en la ciudad se estaba gestando un espacio de aprendizaje y cooperación entre mujeres desarrolladoras. 

    Se unió y participó de los encuentros como tutora durante un tiempo, pero descubrió que la razón por la cual no encontraba desarrolladoras no era que no existieran, sino que escaseaban espacios en los que pudiesen demostrar sus habilidades. Por eso cuando el grupo de aprendizaje vivió la desvinculación de algunos fundadores, le apostó a la continuidad con la misma curiosidad de cuando apenas era una niña. 

    “Propuse no dejar morir el grupo, ponerle nombre, gestionar espacios con Ruta N y montar la web”, dice, aceptando que los retos han sido una constante búsqueda en su vida, desde que quiso aprender de programación hasta ahora que intenta hacer de Pioneras Dev una corporación autosostenible en el tiempo, queriendo ganarse un lugar desde la práctica. 

    El camino que hace tres años emprendió con Pioneras Dev la ha llevado a visitar otros países, ser premiada e incluso llegar a interactuar con referentes del mundo de la programación, el desarrollo y la tecnología. Y aun así, no ha perdido el interés por aprender, por curiosear y admirar a aquellas mujeres que por sus logros e historia de vida la inspiran, mientras que al mismo tiempo sirven de imagen a seguir para cientos de niñas en el país. 

    El “chispazo de energía”, como describe el nacimiento de Pioneras Dev, ahora articula a más de 500 desarrolladoras en todo el país y es ejemplo de cómo la figura de las mujeres en la ciencia, la tecnología y la innovación no es fantasiosa sino una realidad latente que lo único que merece es ser reconocida. Por eso con su experiencia, dos carreras y una maestría, envía un mensaje: aprender a manejar la frustración, no pensar que hay un límite, encontrar lo que les apasiona, respetar, amar el proceso y nunca dejar de ser curiosas.

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