Después de años de gestión, la Casa de la Cultura del corregimiento Altavista es una realidad. Ahora la comunidad puede disfrutar de este espacio adecuado para el fomento del arte y la cultura.

 “Me motiva la pasión por el arte, estar siempre trabajando con los demás, ayudar y ayudarme a mí misma a través de lo que hago por los otros”.  Así define Leidy Cruz Zapata Escudero su interés por apoyar la labor cultural, pero esto además hace parte de su estilo de vida.

Llegó de las cercanías del barrio Popular -en las laderas de la comuna nororiental- a vivir al corregimiento Altavista, hace unos 25 años, y desde allí enfoca sus acciones como líder y gestora cultural en la búsqueda de alternativas para fomentar las artes y la cultura.

Leidy tiene 44 años y vive en el sector de La Perla, en la parte central. Siempre, desde muy niña, estuvo en grupos juveniles, de danza y de teatro; fue muy inquieta en trabajar por la comunidad y eso la llevó a acompañar a la gente.  El gusto por el arte le viene desde la juventud. La vida la llevó por ese camino y ya, adulta, se sostuvo sobre esta pasión que la condujo a ser profesional en Planeación y Desarrollo Social, porque desde esa visión podía trabajar en los procesos de gestión para el desarrollo cultural y artístico de su territorio.

Recuerda que cuando llegó a establecerse allí, ya se habían gestado varios procesos culturales y había un movimiento cultural fuerte, que con el tiempo se hizo todavía más sólido y empezó a participar de todo esto porque -resalta- que una de las dificultades de Altavista, por ser corregimiento y por su división geográfica, es que en aquel entonces no existía un escenario adecuado para el arte y la cultura, en donde la gente, desde la creación, la exhibición y proyección de los procesos pudiera trabajar.  

De no tener en donde ensayar al logro alcanzado

“La gente se preguntaba en dónde ensayar y hacer arte, y no había”, dice. Entonces, para remediar la situación, les tocaba ensayar en las casas, en las planchas o en las calles, porque no había parques o se iban para los colegios, pero allí también era complejo porque no podían alterar los horarios académicos y se dieron cuenta que tenían que gestionar un espacio.

Su lucha y la de la comunidad fue larga, pero no en vano.  Desde el año 2013 priorizaron los dineros -en la jornada de Vida y Equidad realizada ese año en el corregimiento- para la consolidación de la Casa de la Cultura de Altavista, sueño que se materializó para la comunidad del corregimiento con la apertura de este espacio, en donde se invirtieron $1.279 millones para su compra y dotación; un logro que no es otra cosa que la materialización de toda una comunidad unida, la representación de un propósito en conjunto, la expectativa de fortalecer al sector cultural a partir de tener espacios con condiciones más adecuadas para que los artistas puedan crear, pero no solo para ellos, sino para que los habitantes de este territorio experimenten, vivan y disfruten de las artes a través de este espacio.

Señala, además, que el corregimiento Altavista tiene otra particularidad y es que es una comuna dividida por cuatro montañas, en un territorio de cuatro microcuencas: Manzanillo, Central, Aguas Frías y Morro El Corazón; entonces, para que la gente se encuentre tiene que salir del corregimiento, bajar hasta Medellín, verse allá y volver a subir para entrar a la otra microcuenca porque no están conectadas entre sí y, por eso, se espera  que esta sea una casa descentralizada, que el equipamiento permita una oferta que se pueda llevar a esos territorios, en donde físicamente no hay presencia, pero en donde el gestor cultural pueda realizar este proceso a nombre de  la casa y hacer articulación con las otras microcuencas, así no estén comunicadas.

Expectativa y felicidad

Expectativa, felicidad y satisfacción, son algunos de los sentimientos que se expresan con este proyecto cultural. “Este es un espacio que esperamos que sea útil a partir de lo que el territorio realmente necesita”, señala Leidy, líder y usuaria de la gestión de la Casa de la Cultura del corregimiento Altavista, ubicada en la centralidad, al frente del colegio Débora Arango, cerca de la Casa de Gobierno.

Leidy es amante al cine, al teatro, a la danza, al rock y a los bosques. Cuando tiene la oportunidad disfruta de ellos.  A los ojos de los otros, no tiene ratos libres, “pero mi tiempo, más que libre, es como disfruto de lo que hago”, concluye.