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“Necesitábamos para este trabajo personas que hicieran las cosas muy bien, como él”: Clara Lucía Urbina, residente de obra en el intercambio de San Juan con la 80

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    Fotógrafo: Foto Alcaldía de Medellín

    2022-02-11

    “Necesitábamos para este trabajo personas que hicieran las cosas muy bien, como él”: Clara Lucía Urbina, residente de obra en el intercambio de San Juan con la 80

    Por Ángela Morales (Empresa de Desarrollo Urbano -EDU)

    La política de empleabilidad en el intercambio vial de San Juan con la carrera 80 le apuesta a mejorar las capacidades de las personas. Es el caso de Jorge Andrés. En sus clases, al principio, le tocaba conseguir el periódico, recortar letra por letra y luego deletrear las palabras. Tiene esposa y dos hijos, y está aprendiendo a leer y escribir. 

    En San Juan con la 80, en el occidente de Medellín, a Jorge Andrés Moreno Rengifo se le abrió un nuevo camino. Fue allí, en donde las obras del nuevo intercambio vial avanzan en un 68 % y fue, en su caso, una mezcla de responsabilidad, pasión y compromiso.

    Hoy, no solo tiene un empleo en el cual, con su esfuerzo, se abre paso al que será el corredor del Metro de la 80,  sino que construye una nueva vida en la que, a pesar de su edad, por fin sabrá leer y escribir. En su interés por aprender, ya toma en sus manos una tableta digital y la utiliza en su labor diaria. Jorge Andrés es padre de dos hijos.

    “Yo no aprendí a leer ni a escribir porque desde muy niño me tocó empezar a trabajar. Era una familia muy pobre y mi hermano y yo éramos los que teníamos que colaborar en la casa, y después me casé”, relata Jorge Andrés.

    Es que las obras del intercambio vial de San Juan con la 80, que ejecuta la Alcaldía de Medellín, no solo han generado más de 700 empleos sino que se traducen en oportunidades de formación para sus trabajadores.

    “Necesitábamos para este trabajo personas que hicieran las cosas muy bien, como él”: Clara Lucía Urbina, residente de obra en el intercambio de San Juan con la 80

    Cierto día, Jorge Andrés estaba laborando y, la jefe, como le dice a Clara Lucía Urbina, estaba en una reunión a la que lo hizo llamar para preguntarle si sabía leer y escribir: “Yo le dije: No. Luego me preguntó que si me interesaba aprender, que si no me daba pena. Yo antes le dije que sí y que gracias por la oportunidad”.

    Clara es la residente de Seguridad y Salud en el Trabajo en el intercambio vial. Ella vio en Jorge Andrés cualidades para entregarle responsabilidades dentro del proyecto y, a su vez, superar la barrera del analfabetismo, enseñándole por su propia cuenta.

    A partir de ahí empezó todo”, dice ahora quien se encarga de registrar a sus compañeros en lo relacionado con los protocolos de bioseguridad en la obra.

    Para enseñarle las vocales abiertas y cerradas, las consonantes y sus combinaciones,  después de la jornada laboral, se sentaba con él en la oficina.

    La confianza que Clara le tiene a Jorge se  construyó con dedicación y entrega desde que ingresó a la obra y, por ello, subraya que como necesitaban a una persona para que apoyara el registro diario, en las mañanas o en la inspección diaria, de acuerdo con las actividades programadas, “me fijé en Jorge, porque es una persona muy comprometida, noble y honesta”.

    Y agrega: “Necesitábamos para este trabajo personas que hicieran las cosas muy bien, como él”.

    Clara le preguntó que si le gustaría aprender y él asintió: “Le pregunté que si no le daba pena, que si no se sentía intimidado porque yo fuera quien le quisiera ayudar”.

    Jorge le dijo que no y, simplemente, Clara le consiguió los elementos para que empezara a estudiar.

    Le puse una cita a la cual acudió muy puntual. Llegó a mi oficina sobre las 5:00 de la tarde. Este primer encuentro se hizo en jornada extemporánea porque no queríamos que nadie se diera cuenta. Era un trabajo entre él y yo”, manifiesta la residente. Clara también ha sido instructora en el Sena.

    El deseo por trascender y la oportunidad que se le presentó a Jorge Andrés en su vida hicieron que, desde el primer momento y sin importar el agotamiento del día a día, cumpliera con cada una de las tareas que le ponía su tutora. Ella, con amor y paciencia, empezó por enseñarle lo más básico.

    Sus primeras tareas fueron las mismas que se le ponen a un niño en los primeros niveles de la escuela. Con ello, se llenó de entusiasmo, como si volviera a su infancia. Cuenta que, al principio, le tocaba conseguir el periódico, recortar letra por letra y luego deletrear las palabras.

    Al otro día llegaba al sitio de las obras, en San Juan con la 80, mentalizado para ir donde Clara quien lo iba calificando.

    Estoy en un proceso. Cuando ella me pone las tareas -que me ponen muy contento-, uno siente mucha alegría”, expresa.

    Su proceso comenzó desde cero porque, ante la necesidad de llevar el sustento a su familia, no tuvo más opción que dedicarse a trabajar desde muy temprana edad.

    Era trabajar o estudiar y me tocó trabajar y, por eso, no tuve la oportunidad de estudiar. Así fue, hasta el sol de hoy, que la ingeniera Clara me dio la oportunidad de aprender”, relata.

    En todo este proceso, se despertó la chispa para formarse académicamente y en un futuro convertirse en un profesional, como su tutora. Quiere aprender sistemas, aunque asegura que son varias las cosas que le gustaría estudiar y apunta: “es algo muy bueno y ojalá me pueda superar, que termine mis estudios y pueda ser una persona profesional”.

    La paciencia y la dedicación de Clara hacen que para Jorge Andrés su tutora sea una de las personas más especiales en su vida.

    En medio de lágrimas de felicidad dice: “A ella le tengo mucho que agradecer porque esto no lo ha hecho nadie conmigo. Es como una madre y, en esta obra, San Juan me ha transformado la vida”.

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