Ser persistente llevó a Luis Felipe Londoño Londoño a ser el Ganador Absoluto del Desfile de Silleteros 2021

Culminó la edición 64 del Desfile de Silleteros de la Feria de las Flores 2021, el cual se llevó a cabo en las instalaciones del estadio Atanasio Girardot, con la presencia de 510 campesinos del corregimiento Santa Elena, cuna de esta tradición.

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Es el menor de los 14 hermanos, con 37 abriles a cuestas, de pocas palabras, orgulloso de su sentir silletero y muy perseverante, al punto que, luego de varios años de participar en el Desfile de Silleteros y de ocupar dos segundos puestos, en 2004 y 2010; de ser tercero de manera consecutiva entre los años 2011 y 2014 -al punto que ya le decían el eterno tercero- y de haber sido descalificado una vez porque a la silleta le faltaban diez centímetros, hoy, al ser el Ganador Absoluto de este evento, siente una alegría que no le cabe en el pecho. 

La persistencia fue su inspiración 

Él es Luis Felipe Londoño Londoño, flamante Ganador Absoluto de la edición número 64 del Desfile de Silleteros, cargando a cuestas unos 90 kilos de peso y unas 15 variedades de flores entre las que se destacan los pompones, los pinochos, las estatis, la araucaria y los cartuchos negros, entre otras que se dan en Santa Elena. 

Con un primo ganador del año pasado se le ocurrió la idea de diseñar su silleta inicialmente en forma de “jipao” -por los que siente identidad ya que no se quedan atascados en ninguna parte y son un símbolo de persistencia, así como es él, que siguió insistiendo con el concurso a pesar de no ganar- pero las llantas le quedaban chatas, entonces la cambió por la imagen de una “chiva”, que es igual de perseverante, añadiéndole un mensaje de esperanza para estos tiempos difíciles que dice: “que nuestros caminos sean la fuerza, la fe y el amor”.

Su momento de gloria 

Recuerda que cuando fue descalificado en 2017 por no cumplir con el tamaño de la silleta sintió una frustración muy grande, pero su hija Valeria -que hoy tiene 11 años- le dijo entonces que tranquilo que algún día lo iba a lograr.  Y el domingo 22 de agosto, cuatro años después de esa amarga situación y mucho tiempo transcurrido de querer ser el primero, la pequeña y él se fundieron en un abrazo marcado por el llanto, con esas lágrimas de felicidad que salen del orgullo de triunfar. “La emoción no me cabe en el pecho, este es un escenario mágico; yo no sé qué puedo sentir en este momento de tener aquí a mi esposa y a mi hija presentes en este triunfo. ¡Es una emoción indescriptible!”, manifestó al momento de conocer el fallo del jurado que lo dio como ganador.

No era para menos. En el estadio Atanasio Girardot -donde por razones de logística se realizó el evento- 15 mil voces corearon su nombre, como si fuera un partido de fútbol. “Yo decía que uno de mis sueños era ser el arquero que tapara el último penalti de la final de la Copa Libertadores y que el Medellín fuera campeón y que 50 mil personas corearan el apellido Londoño y ayer lo hicieron 15 mil. Fue un sueño cumplido; por eso estoy tan agradecido con todos”, expresa con inocultable alegría. “Era una ilusión desfilar de nuevo con el público; el año pasado por la situación de salud lo vieron muy pocas personas, pero este año fue distinto”, agrega.

Aunque el triunfo también estuvo marcado por un momento de evocación que a Luis Felipe le arruga el alma cuando recuerda los difíciles momentos que ha pasado su familia en estos dos últimos años. Las dificultades pasadas por la pandemia, pero en especial, la muerte de su hermano y de su suegro, son dolores que lleva muy adentro, por eso, al celebrar el triunfo lanzó su mirada al cielo, señalando con un dedo y dando un fuerte y desgarrador grito de por fin, que le salió del alma y le arrebató unas lágrimas, después de tantas frustraciones y pesares.

El agradecimiento

La gratitud aflora al referirse al logro obtenido y por eso ofreció el triunfo a una familia con apellidos, tradición y olor a flores de Santa Elena: los Londoño de Barroblanco -vereda de donde es oriundo, pero como vive en El Placer, por asuntos logísticos le tocó inscribirse y competir por esta última-. También compartió su primer lugar con Juan Carlos Espinosa, sobrino de su padre -quien a pesar de que tenía que trabajar normalmente en la empresa a la que presta sus servicios, trasnochó parejo con él durante cuatro noches seguidas- y a su sobrino Miguel Ángel Alzate, que le brindó un apoyo incondicional.

Capítulo aparte -y en especial en esto de los agradecimientos- fue para su esposa Isabel Cristina, “quien cada año por esta época tiene que soportar que me le pierda prácticamente de su vida durante todo un mes”, como él resalta y por supuesto, para la flor consentida de su jardín: su hija Valeria, que lo ha impulsado a no desistir en su empeño.

El ser silletero

“Yo no elegí ser paisa, pero tuve esa bendición de ser nativo y habitante de Santa Elena y por eso, ser silletero es un orgullo y le doy gracias a la vida por tener esta tradición y por ser parte del evento más importante de Medellín, que este año con mayor razón lo sentimos así, porque nuestro corregimiento tuvo un protagonismo adicional al haberse cancelado por la pandemia otros grandes eventos de la feria; lo cual le dio mucho valor a lo nuestro”, afirma cuando se le pregunta sobre el sentimiento de ser silletero.

Al hablar de las flores y su significado, su expresión se torna alegre y expresiva y su semblante adquiere cierto aroma de regocijo. “Las flores son el idioma universal, porque además del amor, podemos expresar muchas cosas con ellas, como en un matrimonio o en una primera comunión o en el último momento de una persona cuando fallece y lo acompañamos de esa forma”, expresa con una serena convicción y como si estuviera contemplando en ese momento la imagen de un jardín florecido.

Luis Felipe es consecuente con lo de ser un hombre de pocas palabras, al punto que no es capaz de definirse a sí mismo, pero sin titubear nos dice en cuál flor se siente reflejado: “son las estatis; estas son flores secas que siempre van a estar ahí y que sin necesidad de agua van a mantenerse vivas”.

Y finalmente expresa: “esto es mágico, hace tiempos lo venía buscando de manera personal, tres de mis hermanos ya lo habían logrado como ganadores absolutos y luego de tanto persistir hoy se me hace a mí el milagrito”, concluye Luis Felipe, con una sonrisa entre tímida y nerviosa, pero con un orgullo y una felicidad que ni la silleta más grande y pesada le pueden quitar del rostro.