Un Auxilio Habitacional transitorio, que da esperanza a familias vulnerables, en medio de las dificultades

Son cientos los hogares que padecen dificultades y que de un momento a otro se quedan sin un techo y sin las más mínimas condiciones para afrontar su existencia.  Desde la Alcaldía de Medellín se emprenden acciones para ayudar a estas familias vulnerables, que por diferentes circunstancias viven situaciones complejas para enfrentar su cotidianeidad.

De su natal Caracas, Venezuela -ante la situación política y social que allí se vive- se vino a Colombia a buscar mejores horizontes para ella y su familia.  Llegó a Medellín hace cuatro años y hace dos años y medio retornó a su tierra con la ilusión de quedarse, pero el entorno no era seguro y decidió regresar.  Vivía en una casa de alquiler en el barrio Manrique La Cruz, pero la pandemia, los toques de queda, la falta de ingresos y toda esta situación que vivimos, les impidió seguir pagando el arriendo y de nuevo tuvo que buscar un lugar donde quedarse. 

Para su fortuna, un agente de la Policía le dijo que llamara al 123 Social, que allí le podrían ayudar.  Lo hizo y en efecto, de la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de la Alcaldía de Medellín fueron por ella y la reubicaron en un albergue llamado Construyendo Sueños II, destinado para atender a población vulnerable, ubicado cerca al parque del Periodista, en el centro de la ciudad. Se trata de una casa grande con 12 habitaciones -solo 7 están ocupadas- en las cuales en este momento viven solo migrantes venezolanos que están allí a la espera de un mejor futuro.

Esta es en breve la historia de Daynerlin Margarita Oropeza González, quien vive en este sitio con su esposo Daniel -que a diario trabaja en ventas informales en un semáforo en el municipio de Rionegro y que a veces, por diversas circunstancias, debe quedarse amaneciendo allí- y sus tres hijos:  Deyker Abraham Quintero Oropeza de 5 años, Daykelli de 3 años -que los tiene en Buen Comienzo en el barrio Manrique- y la pequeña Daynellis, de nacionalidad colombiana, de solo 1 año y 4 meses de edad, que está en el programa Fami, también en ese sector del oriente de la ciudad.

“Gracias a la alcaldía estamos aquí bien, bajo techo, con un personal de apoyo que hace un excelente trabajo con los niños y los adultos”, expresa con ese acento acosteñado propio de los venezolanos y con una voz alegre, a pesar de sus circunstancias.

El apoyo de la Alcaldía 

Esto hace parte del componente Auxilio Habitacional, del Proyecto de Atención a Emergencias diseñado, formulado y ejecutado por la Secretaria de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de la Alcaldía de Medellín, como una medida transitoria otorgada a aquellas personas o familias que están en riesgo de quedar en calle o en situación de calle y que no cuentan con los recursos económicos propios o redes de apoyo familiares o sociales que les permita tener habitabilidad. 

Para optar a este apoyo se valora cada caso en donde se mira si son madres o padres cabezas de familia con niños, niñas o adolescentes bajo su directa dependencia, si son personas mayores  -de 60 años de edad en adelante-, en condición de discapacidad física o mental,  con enfermedades catastróficas que les impidan desarrollar una actividad económica y afectadas por la pandemia que no han podido reincorporarse a las maneras de sostenibilidad que tenían antes y que además, tienen convergencia de vulnerabilidades. 

En este caso -como en muchos otros- se trata de una familia de migrantes venezolanos, que encontraron la mano amiga de la Administración Municipal de Medellín. “La gente de la alcaldía viene, chequean la bioseguridad de la casa, el comportamiento de quienes aquí vivimos, los riesgos que podemos tener, traen nutricionistas para los niños, nos ayudan con el estudio para ellos y están muy pendientes de nosotros; siempre están con la disponibilidad para atendernos y mantenernos informados. Esto es una gran bendición, porque no todo el mundo hace esto por un uno; tenemos un techo y con esta oportunidad que nos están brindando, el anhelo es poder legalizarnos, conseguir un trabajo y tener una casita más adelante”, asegura Daynerlin, añorando sus épocas en Venezuela cuando trabajaba en labores de repostería y piñatería, labor que no puede hacer acá por su condición.

Elementos del programa 

Este auxilio se brinda por 3 o 4 meses en hoteles, inquilinatos, residencias o viviendas que cumplan los requisitos y adicional se les entrega un paquete de alimentos por primera vez y otras ayudas humanitarias. En cada uno de los alojamientos se dispone de cocina y lavandería para su uso, se implementan protocolos de bioseguridad y normas de sana convivencia, con el respectivo acompañamiento psicosocial, que comprende rutas de atención, traslado a diferentes entidades de acuerdo con sus requerimientos, programas de vacunación y prevención de enfermedades, elaboración de hojas de vida, capacitaciones y apoyo en salud mental, entre otros. 

Finalizado el proceso de atención por Auxilio Habitacional que les ofrece la Administración Municipal, las familias egresan con herramientas y capacidades propias para continuar su desarrollo por sí mismas, se dejan ubicadas con redes de apoyo o en viviendas e inquilinatos gestionadas por ellos mismos y que pagan por cuenta propia, dejando abiertos canales telefónicos con los profesionales sociales de la secretaría, para orientaciones posteriores.

Paciencia y buena cara

Mientras la legalización de su permanencia en Colombia se produce y lleguen nuevos y buenos vientos a su vida, esta venezolana de 24 años dice que “hay que tener paciencia porque somos muchos los venezolanos. Yo quisiera lo mejor y mientras esté acá, trabajaré decentemente en lo que sea para echar adelante con mis hijos. Soy más bien alegre, a pesar de todo esto, porque si la vida le da la espalda a uno hay que sonreír, porque uno con niños tiene que poner buena cara”, sentencia.