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Una cuentera que busca un cambio de pensamiento a través de sus historias

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  • Foto: La magia de las palabras sigue presente en esta Fiesta del Libro y la Cultura.

    Fotógrafo: Foto Alcaldía de Medellín

    2021-09-30

    Una cuentera que busca un cambio de pensamiento a través de sus historias

    Por Alonso Velásquez Jaramillo

    La magia de las palabras sigue presente en esta Fiesta del Libro y la Cultura y se encuentra no solo en los textos literarios que se ofrecen al público en las diferentes librerías y editoriales asentadas en el Jardín Botánico -escenario de este evento- sino que también florecen y brotan de la boca de algunos personajes, artistas de la palabra diría uno, que con su trabajo de cuentería nos acercan de otra forma a la lectura y los libros.

    Recorriendo el Jardín Botánico, en medio de esta Fiesta del Libro y la Cultura, me topé con Gloria Agudelo López, quien hacía unos instantes había hecho un trabajo de cuentería con el público asistente al cuentódromo, narrando a los asistentes la historia de El maravilloso mago de Oz, ese clásico infantil escrito por Lyman Frank Baum, que cuenta las aventuras de la joven huérfana Dorothy Gale y sus amigos el Espantapájaros, el León Cobarde y el Hombre de Hojalata, entre otros personajes.

    Ella es licenciada en lengua castellana de la Universidad Católica del Norte, en su modalidad virtual y tecnóloga en educación especial y durante muchos años ha trabajado dictando talleres con diferentes entidades a nivel municipal y departamental.

    Desde niña escuchando cuentos

    Su antojo por la cuentería se remonta a su niñez, en la casa donde vivía en el barrio La América. Allí tuvo su primer contacto con los cuentos porque había una nana llamada Zoila Monsalve que trabajaba para su familia y sus tías. “Nos íbamos a la habitación de ella, que quedaba en la parte posterior de la casa, yo estaba chiquita, pero me acuerdo que era una viejita muy arrugadita y andaba descalza y en las noches nos contaba cuentos”.

    Ese recuerdo la acompañó por muchos años y se quedó dormido en el tiempo y mucho tiempo después -siendo ya adulta, estando de viaje en Venezuela- todo cambió.  “Era el año 1989, fui con mi hija, vi a unos cuenteros y en ese momento algo en mi hizo ¡bum! y sentí como una cosa que me sacudió por dentro”.  A su familia no le agradaba mucho eso y de alguna forma la consideraban -en medio de buenas charlas- como la “loca de la casa”, pero a su padre, de pensamiento muy liberal, no le importaba.

    Gloria Agudelo López

    Recuerda entre risas, que su hija al principio la acompañaba en sus talleres, pero como a los 12 años no quiso saber más de cuentos y que mientras en el colegio las demás chicas decían que su madre era abogada o médica y ella no sabía que responder de la suya, porque sentía pena, idea que siente “prevalece todavía en nuestra sociedad por ser un oficio artístico y porque todavía después de 30 años no tiene un reconocimiento oficial, pero estamos en esa lucha desde nuestro sector”.

    Desde entonces no ha parado de contar historias y de dictar talleres en cuanto escenario ha sido invitada, llevando la oralidad a diferentes públicos. “Yo soy promotora de lectura y me dediqué a trabajar las dificultades en el aprendizaje de la lectura y la escritura. Los cuentos los empecé a aplicar en mis talleres y me funcionó muy bien. Trabajo desarrollando el lenguaje. A mí me llaman las editoriales o las universidades, no tengo un puesto fijo de trabajo, pero sí he estado en muchos colegios y bibliotecas de Medellín. Por ejemplo, tuve los sábados en la mañana un taller en una universidad durante nueve años en donde les daba literatura a los niños, hijos de quienes hacían posgrados”.

    La preparación

    Cualquiera pensaría que es fácil ser cuentero, pero no es tan sencillo. Se requiere  –según Gloria- que primero le guste la literatura y la lectura, porque la oralidad no se puede separar de lo literario. A esto se agrega que el narrador debe tener la capacidad de escuchar y de conversar, porque el cuento narrado no puede tener muchas descripciones como el escrito: “el narrado es acción, y más acción para que la gente no se desconecte”. 

    Esto se complementa con la versión oral que el cuentero debe hacer de la historia, como una especie de esqueleto de lo que va a contar y de cómo van las partes de la narración y debe contemplar además toda la gestualidad que va a expresar. “No se debe aprender de memoria, sino conocer las partes del cuento. Se debe construir una versión muy bonita y rica en palabras, porque de lo contrario la historia se va empobreciendo, ya que uno termina hablando con las palabras cotidianas. Es mejor repasarlo con el lenguaje con que uno lo montó y contarlo muchas para que se vaya enriqueciendo”.

    La magia de las palabras sigue presente en esta Fiesta del Libro y la Cultura

    Sus preferencias

    Por tantos años en esta labor narrativa, es difícil para ella saber cuántos cuentos ha contado, pero sí cuáles están en sus preferencias.  El que más le gusta es El árbol generoso del estadounidense Shel Silverstein Pekeleke, que narra la historia de amistad entre un niño y un árbol. También se acuerda que el primer cuento que salió de sus labios fue uno que pertenece a la tradición oral del Amazonas, que se llama Las tres Marías y nos habla de que los niños de esa zona tienen tres estrellitas en el cielo con ese nombre y que en nuestra cultura llamamos los Tres Reyes Magos. “Me gusta mucho contarlo, me cautivó, porque les da a los niños una idea clara de que tenemos que respetar las diferentes visiones que todos tenemos del universo”.

    El cuento como reflexión

    Gloria no cuenta historias porque sí. Ella busca generar reflexión a través de ellas. “La cuentería tiene que ser una herramienta para el cambio.  Muy bueno e importante el humor, revivir los mitos y las leyendas o los cuentos de amor, pero es que en este momento es imprescindible que nos pongamos en la misión de cambiar las cosas y por eso en casi todos mis cuentos busco que tengan un mensaje o dejen una reflexión. Un cuento es la posibilidad de utilizar el lenguaje para reencontrarnos, para pensar, para descubrir y recordar. Es como el papel del escritor, pero con la herramienta o armazón del diálogo y del encuentro. En estos eventos uno ve que asisten personas de varios sectores de la ciudad o de otros municipios, de diferentes filosofías y edades y todos se disponen sin distingos, en una común unión, a escuchar el cuento. Este se convierte en la posibilidad de activar la escucha que es tan importante hoy en día; por eso yo en medio de la narración los invito al diálogo y los pongo a leer parte del cuento o a participar, porque este debe servir como una herramienta para que soltemos las palabras”.

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