El emprendimiento sigue creciendo en la ciudad, gracias a la unión de voluntades de diferentes sectores y a los programas de apoyo que ofrece la Administración Municipal a quienes quieren seguir este camino.  La Feria Hecho en Medellín, que se realizó entre el 24 y el 26 de junio, sirvió para varios emprendedores, como punto de apoyo para dar a conocer sus productos, sus servicios y sus ideas de negocio.

Aurora, su abuela materna, le heredó desde los siete años de edad el gusto por las manualidades, en especial por el croché y, hoy, mucho tiempo después, tiene su propia empresa denominada Tissé, tejidos a mano, en donde ofrece artículos hechos en macramé, una técnica de origen francés que consiste en crear diferentes artículos usando nudos decorativos.

Así, rememorando a su nana, cuenta la historia de su emprendimiento Paola Andrea Vargas Garzón, una mujer persistente, que pese a los obstáculos continúa adelante con tenacidad y fe, trabajando para cumplir su sueño de hacer de su empresa algo grande.

La palabra Tissé viene del francés y significa tejido, y ella la escogió porque no solamente expresa, en dos sílabas, la base de los productos que ofrece, sino por su sonoridad. 

El emprendimiento

La marca lleva unos siete años constituida en el mercado, con su identidad de logo y ofreciendo estos productos, pero fue, durante la pandemia, en el año 2020, ante las dificultades, que ella se puso a pensar: “¿Qué me pongo a hacer? ¿Qué hago ahora? ¿Qué me invento para no aburrirme?” y, como siempre ha sido muy hábil para las manualidades, entendió que ese era el camino.

Entonces comenzó a explorar diferentes técnicas de dibujo y fabricó unos amigurumis -término japonés para designar a los muñecos de peluche- y, a la par, trabajó otra técnica llamada frivolité, que consiste en realizar encajes a mano, que fue muy usada en la antigüedad por la realeza y la aristocracia, pero la gente no fue muy armoniosa con estos productos y no valoró lo que era el trabajo hecho a mano.

“Simplemente decían que eso era muy costoso y muy chiquito, y no gustó. Tuve que dejar de lado el croché y empecé con otras técnicas y otros materiales, y me decidí a trabajar el macramé”, dice.

Con él tuvo una mejor acogida. Sus primeros clientes estaban en su círculo de amigos y su familia. 

Tapices, portamacetas, lámparas de techo y de escritorio, cortinas, caminos de mesa, individuales, collares, pulseras y accesorios y, últimamente, salidas de baño, -que también pueden ser usadas como sobrepuestos para la ropa cotidiana- hechos en macramé, son los productos que ofrece. 

Las dificultades

Paola ha vivido, en carne propia, los problemas que aquejan a los emprendedores; pero, aun así, sigue adelante con su negocio y no cede en su empeño de sacarlo adelante y vivir de él. Es consciente de las barreras que existen, de que tener un emprendimiento es como trabajar con las uñas, de que las ferias para exponer son privadas y de que un stand es costoso, ya sea en un centro comercial o en otros lugares y de que no tener un espacio abierto para darse a conocer es algo que le impide avanzar más rápido.

Tiene claro que emprender implica muchos gastos, que es luchar todos los días y pensar, y decir: “¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Debo seguir con esto o estoy perdiendo el tiempo?”.

Le toca escuchar a personas que le dicen que debe buscar un empleo fijo, uno de verdad que la saque adelante y que no le haga perder el tiempo. Entiende que estar en esto es tener muchos altibajos.

“Es como una montaña rusa, porque se siente uno muy feliz de ver su obra de arte; esa manualidad hecha con tanto cariño y tanta ilusión, pero a la vez decirse: estoy dando tanto y no recibo lo que necesito” agrega Paola.

Estos son el tipo de cuestionamientos que le hacen pensar que no está recibiendo lo suficiente para poder vivir de su negocio, que le hacen sentir que está equivocada y que debe tirar todo por la borda y trabajar en algo que le brinde más seguridad.

Pero, así como llegan las dudas, también se hacen presentes las certezas y, por eso, dejando a un lado lo malo que sucede, sigue luchando por lo quiere y es ahí donde le sale a flote la terquedad.  Hace oídos sordos a lo que le dicen “porque cuando se escucha mucho a los demás, se pierde el objetivo y el sueño que uno tiene para sacar su marca adelante”.

Gratitud

Con esa mira de no aflojar en su empeño, sigue adelante y ve que en el camino se le van abriendo puertas. Por ello, agradece el apoyo que ha recibido de la Administración Municipal y del programa Hecho en Medellín que le ha permitido visibilizarse un poco más.

“Me he sentido muy apoyada y estoy muy agradecida. Esos son los pasos, que así sean lentos, son muy agigantados para mí”, afirma.

Y como reflejo de esto, fue una de las empresarias seleccionadas que participaron recientemente en Plaza Mayor en la Feria Empresarial y del Emprendimiento Hecho en Medellín, en donde pudo mostrar más sus productos y darse a conocer, en una vitrina de negocios que, de seguro, será muy provechosa para el futuro de su emprendimiento. 

“Qué bueno que la gente me conozca, que valore mi trabajo y que vea el proceso de lo que se está vendiendo.  Esto no es fabricado en serie, es cien por ciento hecho a mano; todo es tejido, sin pegas, ni siliconas”, expresa.

Su sueño de llegar lejos

Paola tiene un gran sueño y es ver que su empresa salga a flote y pueda brindar empleo a mujeres cabeza de familia, que su negocio crezca tanto “que yo necesite más de esas manitos que me van a ayudar y no que ellas estén necesitando de mí para trabajar”.

Quiere vivir de este sueño y poder decir que vive feliz porque hace lo que ama, lo que sabe hacer y lo que le gusta, que es tejer.  Anhela exportar y ver sus productos en otros países. De hecho, ya algunos le han comprado y se han llevado sus creaciones a Estados Unidos y a Canadá. Desea que Tissé, tejidos a mano no sea una empresa de una sola persona como es ahora, sino que sea un grupo de tejedoras para apoyar a muchas familias, para compartir con ellas este conocimiento.

“Quiero llegar al punto que me permita decir que vivo de lo que sé y de lo que amo hacer”, revela.

Por eso, a los emprendedores les dice que nunca dejen de soñar, ni de luchar, porque muchas veces se van a sentir agotados o van a decir que no más, que no quieren o que no pueden. De allí que los invita a que se valoren como artesanos o como emprendedores, a que no regalen su trabajo, “porque por el desespero de vender, lo hacen y se perjudican a sí mismos y a los demás emprendedores”.

Su mensaje final a quienes quieren emprender es que “hay que seguir soñando, luchando, aguantando y disfrutando de su emprendimiento; ser positivos y aprender a verle lo bonito a lo feo, porque hay muchas cosas feas en este camino. Hay que luchar, seguir adelante y nunca desfallecer”.

Esta aguerrida mujer es Técnica en Diseño Gráfico. Desde su sitio de residencia, ubicado en las frías alturas del corregimiento Santa Elena -en donde también tiene su muestra de productos- día a día, trabaja sin descanso en esta tarea de la cual se antojó, gracias a las enseñanzas de su amada y recordada abuela Aurora.