A la par de la adecuación del nuevo Centro del Valle del Software en Belén, la Alcaldía de Medellín mejoró una huerta comunitaria que fue creada en 2014 y en la que, voluntariamente, trabajan alrededor de 15 adultos mayores quienes semanalmente se programan para regarla, fertilizarla y cosecharla. Todos lo hacen con el alma. 

Doña Diana Acosta, en medio de su duelo tras un par de meses por el fallecimiento de su madre, se acercó a la huerta comunitaria. Empezaba el año 2021. Fue en el barrio Belén. La impulsó la curiosidad.

Cuando llegó al lugar, se sobrecogió. Un lote de tierra que heredó de su madre, quien en vida cultivó con dedicación, le era familiar a aquella huerta. Fue tal su vínculo con este espacio que, sin dudarlo, se ofreció como voluntaria para acompañar el trabajo que otros adultos mayores hacían allí. Era una oportunidad para ocupar la mente. Comenzó a trabajar la tierra, pero lo que no imaginó fue que este espacio se convertiría en una terapia para encontrar su sanación.

“Esto le ayuda a uno psicológicamente. Es una sanación del alma. Esto le ayuda a uno a ir superando, a ponerse alegre”, asegura.

Estar en la huerta, en vez de distraer sus pensamientos, trajo a su memoria un recuerdo de amor: su madre siempre estuvo rodeada de naturaleza, y en medio de ella, era como se sentía más feliz.

“Todos los días que uno venía, les veía una hojita, un tallito, algo diferente, algo que uno va admirando en ese ser vivo que son las plantas. Ellas responden creciendo, poniéndose bonitas”, expresa.

Fue así como doña Diana se propuso frecuentar la huerta para encontrar, en el contacto con la tierra, los mejores recuerdos de su madre, a manera de remedio para apaciguar su ausencia.

La práctica se hizo hábito: hablarle a las plantas, como si, por medio de ellas, su madre se le presentara, y así su dolor comenzó a tramitar.

“Las plantas son terapéuticas porque cuando yo empecé a elaborar mi duelo hablaba con ellas, les entregaba todo mi dolor, todo mi sufrimiento”, apunta.

Doña Diana asegura que en ese lugar se conectaba con ellas y que sentía muchas veces que se movían como dando respuesta a su dolor.

“Sigamos adelante”, le decían las plantas a doña Diana.

Hoy, con una huerta mejorada y embellecida celebra la llegada del Centro del Valle del Software a Belén como un proyecto que, además de respetar y potenciar este espacio tan importante para sus voluntarios, propiciará el encuentro de la tecnología y la innovación con la sensibilidad por la naturaleza, que tanto le ha ayudado en su proceso de sanación. 

Sobre la renovación de la huerta fueron en total 90 metros cuadrados intervenidos en los que se sembraron 302 plantas de especies como hortalizas, aromáticas y flores comestibles; se instaló un cerramiento en perfiles tubulares metálicos de 2.4 metros de altura y se crearon 20.5 metros cuadrados de camas de cultivo.

El hábito trajo consigo la compañía. Aquí descubrió apoyo en los demás voluntarios quienes, en medio de las jornadas de trabajo y de los diferentes espacios para compartir, le brindaron manos amigas dispuestas a escuchar y acompañar. Escarbó en la amistad y encontró alivio. Ara la tierra para sanar el alma.