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“El color amarillo en las emociones es felicidad, el azul tristeza y el negro miedo. Mi favorito es el amarillo”, así identifica Miguel Ángel De La Hoz Muñoz los colores de las emociones para regresar a la calma y reflexionar sobre la forma adecuada de reaccionar por medio de la estrategia “Atrapa enojos” del programa Buen Comienzo, que ejecuta la Alcaldía de Medellín.
Extrovertido, curioso, activo, inteligente, vivaz y tierno. Ese es, en seis palabras, Miguel Ángel De La Hoz Muñoz, un pequeño de personalidad inmensa que el próximo 25 de enero cumplirá cinco años de edad y que ya hace parte de la generación Buen Comienzo.
Miguel es el segundo, de los tres hijos de Wendy Johanna Muñoz Uribe y Robert De La Hoz. “Él es apasionado por el fútbol, le gusta armar estructuras con legos y mezclar colores para crear otros nuevos y pintar”, cuentan los orgullosos padres.
“El color amarillo en las emociones es felicidad, el azul tristeza y el negro miedo. Mi favorito es el amarillo”. De esa manera describe Miguel Ángel la representación de las emociones a través de los colores en esta estrategia “Atrapa enojos” del programa Buen Comienzo.
¿Qué es “Atrapa enojos”?
«Es un lugar donde las emociones se pueden quitar dibujando, con peluches o abrazando cojines. Allá hay peluches con forma de emociones, un espejo para hablarse en el reflejo de alguien cuando estamos tristes y unas cortinas con colores de emociones«.
«Los colores son verde, azul, negro y amarillo. El verde significa la tranquilización, el rojo es el enojo y el negro es el susto. Me gusta el amarillo porque es el de la felicidad y el de Sonic cuando se vuelve Súper Sonic”, relata emocionado Miguel Ángel.
“Atrapa enojos” es una estrategia que se desarrolla en tres sedes de atención del programa Buen Comienzo de la Alcaldía de Medellín, donde se ambientó un espacio al que van los niños y niñas que experimentan enojo y, en compañía de su agente educativa, llevan a cabo un proceso -por medio del dibujo y la lectura- que les permite regresar a la calma y reflexionar sobre la forma adecuada de reaccionar para continuar con sus actividades.
El lugar está amoblado con peluches, cada uno con un color: verde que representa la tranquilidad, azul la tristeza, amarillo la felicidad, negro el miedo y rojo que representa la rabia. De esta manera, le ponen rostro a su emoción y con facilidad la gestionan.
Aplicación de “Atrapa enojos” en casa
De La Hoz Muñoz es una familia de Buen Comienzo que cree firmemente en este programa de la administración distrital de Medellín que brinda educación inicial y promueve el desarrollo integral, diverso, incluyente y autónomo de los niños, las niñas y sus familias durante sus primeros cinco años de vida; por eso confió parte de la formación de sus tres hijos: Elizabeth de 16 años y Miguel y Gabriel, de dos años, a este plan institucional.
Fieles a los principios y lineamientos de Buen Comienzo, Wendy y Robert, se sienten seguros con las diferentes estrategias que allí se implementan. “Nosotros recomendamos “Atrapa enojos” al 100 % porque de verdad funciona”.
“En el caso específico de Miguel se ha controlado mucho en sus emociones. Él ha cambiado notablemente porque es una personita que a veces se enoja muy fácil y ahora se controla mucho con las rabietas y los enojos”.
“En la casa, cuando está enojado, le pedimos que vaya a la pieza. Allá tiene un lugar con peluches como el ‘Hombre Araña’ con los cuales expresa sus emociones. Además, hay un espejo grande donde lo vemos que se para frente a él y comienza a hablarse a sí mismo”, explican sus padres.
A la pregunta de lo que se dice a sí mismo en el espejo, Miguel no duda en responder: “que no puedo ser agresivo, que no puedo ser enojado y que no puedo pegarles a los amigos”.
Otro de los retos emocionales que ha tenido que enfrentar es con Gabriel, su hermano menor. Aunque eventualmente pelea con él, ha aprendido a gestionar sus emociones y al final siempre prevalece su lado tierno y termina comprendiéndolo y cuidándolo.
La estrategia “Atrapa enojos” fue creada en el año 2019 por la entidad aliada Corporación Latina y, desde entonces, la ejecuta en las sedes de Buen Comienzo en Medellín, que tiene bajo su operación, aportando no solo en la gestión de las emociones de los niños en los centros infantiles, sino en sus hogares.
El futuro de Miguel Ángel
Miguel Ángel acaba de culminar su ciclo de educación inicial en la sede de Buen Comienzo Alma Alegre, ubicada en barrio Cristóbal y en 2024 iniciará la educación básica primaria en la Institución Educativa Lola González.
“Voy a extrañar a mi profe cuando me vaya al Lola, pero quiero ir allá. Lo que más me gustaba de mi jardín eran las profes y los juguetes en forma de perrito para regar las maticas”, explica Miguel Ángel.
En sus innumerables y entretenidos relatos de buen conversador cuenta cómo se le cayeron dos dientes mientras jugaba con un amigo en el jardín y describe detalladamente a los otros integrantes de su familia multiespecie. “Yo tengo muchos perros. Uno que se llama Perseo, otra Isis, Zeus y Celeste. Celeste es más viejita y cuando se emociona empieza a orinar, Isis es muy adorable, Zeus también es adorable y Perseo es un poquito cansón y lindo”.
Sobre su futuro cercano afirma que su cumpleaños número cinco tendrá una decoración temática del personaje Blue’s (una perrita de color azul). Sus planes a mediano plazo son aprender de los ajolotes* “que son como morados”, dice él, además de respetar a sus amigos de la nueva institución educativa y ser el Hombre Araña que estudia en el Lola.
Con la estrategia “Atrapa enojos”, desarrollada en tres sedes de atención de Buen Comienzo, niños y niñas como Miguel Ángel aprenden a gestionar sus emociones pasivas y unas no tanto, y desde el reconocimiento de las mismas, superan momentos de enojo, llanto, rabietas y tristeza, entre otras emociones.
Con las bases pedagógicas que aporta esta iniciativa, se obtendrán resultados positivos en el futuro para la sociedad, con adultos capaces de mantener el control frente a situaciones que puedan generar estrés, irritabilidad o agresividad.
*Son pequeños anfibios que se localizan exclusivamente en Xochimilco, en cercanías a Ciudad de México y viven permanentemente en el agua. Pueden además regenerar su cuerpo y transformarse en salamandras terrestres.