Alcaldía Sala de Prensa Noticias En Medellín, el tango acaricia con su melancolía las paredes de Bellas Artes

Instituto de Bellas Artes de Medellín

En Medellín, el tango acaricia con su melancolía las paredes de Bellas Artes

Contenido asociado a:

Pertenece a las secretarías:

Secretaría de Cultura Ciudadana
Por: Alonso Velásquez Jaramillo. Fotos: Katherine Quintero Guzmán. |

Niños, jóvenes y adultos de diferentes edades y distintos lugares de procedencia se dan cita en el Instituto de Bellas Artes de Medellín, para aprender y estudiar el t...

Compartir en:
  • Niños, jóvenes y adultos de diferentes edades y distintos lugares de procedencia se dan cita en el Instituto de Bellas Artes de Medellín, para aprender y estudiar el tango, como una propuesta de la Secretaría de Cultura Ciudadana, que a través de la Escuela del Tango de la Red de Músicas de la ciudad, ofrece esta oportunidad de aprendizaje de un género musical que perdura en el tiempo.

    El sonido nostálgico, triste y poético del tango, a través de un bandoneón  o de un violín o de una voz tanguera, suena en el Instituto de Bellas Artes, ubicado en la avenida La Playa con carrera 42, el mismo escenario que forjó a talentos como la pianista y Maestra Teresita Gómez, orgullo musical de nuestra tierra.

    Allí en varios salones, el tango se manifiesta de diversas formas. Unos lo cantan y otros lo tocan con algún instrumento musical y siempre está la presencia de una profesora que vive pendiente de que todo esté en su punto para que los alumnos disfruten de este viaje musical por la llamada música porteña.

    Alumnos y profesores de la Escuela de Tango de la Red de Músicas de Medellín

    Una Escuela de Tango para niños, jóvenes y adultos

    Sandra Milena Arboleda García es pianista y compositora. Vive en Sabaneta y estudió música en Bellas Artes. Actualmente es la directora de la Escuela de Tango de la Red de Músicas de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín.Esta escuela es una de las más jóvenes de las 27 que tiene la Red de Músicas de la ciudad. Tiene solo 6 años de fundada. Sus actividades se realizaban antes en el barrio Belén Rincón, pero ahora se hacen en el Instituto de Bellas Artes, gracias a la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín y a la Fundación Universitaria Bellas Artes, que permitieron dentro de una acción de cooperación público privada, abrir las puertas de este bello Palacio y acoger este proyecto cultural de la ciudad.

    Contamos con seis áreas de formación en el género del tango: bandoneón, piano, guitarra, violín, canto y contrabajo.  Somos la escuela de mayor cobertura de edades, porque tenemos niños desde los 5 años que comienzan su iniciación y que hoy se llama ciclo uno en las escuelas y tenemos incluso adultos mayores de 81 años”, afirma.

    Y razón no le falta porque se ven personas de todas las edades disfrutando de esta actividad que les cambia las vidas a ellos y también a sus padres, porque estos -mientras sus muchachos reciben sus clases- se sientan plácidamente a conversar en otro espacio del Instituto a esperar a que sus hijos terminen su jornada musical para volver a casa.

    Somos la escuela más incluyente. Al día de hoy prestamos los servicios de formación a unas 120 personas en esta sede, porque cada escuela funciona en cada una de las comunas.  El tango funciona aquí y tenemos más o menos ese número de estudiantes a solo mes y medio de haber arrancado”.

    Sandra hizo su carrera en música clásica como lo hacen la mayoría de los que estudian esta profesión en la ciudad, pero siempre desarrolló un particular gusto por el tango. En un acto fallido, siendo pianista, quiso iniciar como bailarina, pero no obstante disfrutaba muchísimo al intentar querer bailar. Luego viajó a Buenos Aires a estudiar. De allí se devolvió y empezó con esta labor.

    Te puede interesar: Medellín abre la primera escuela de música de tango pública del país

    El tango es un estilo de vida”

    Para mí el tango es un estilo de vida, es una manera de vivir. Antes cuando no había una sede operativa sí había mucha deserción de alumnos, porque era difícil llegar a , pero aquí, en Bellas Artes es muy estratégico y hemos tenido una gran acogida de la gente y eso que apenas se inaugura la escuela”.

    Ella considera que esta propuesta es muy coherente “porque además somos una ciudad muy tanguera, al punto que tenemos el segundo festival de tango más importante después del de Buenos Aires; así que me parece muy importante esta apuesta por la formación académica de públicos en el tango”. 

    Escuela de Tango de la Red de Músicas de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín

    Destaca que este año se tiene gente muy joven con deseos de estar aquí “y me parece súper hermoso ver en estos momentos a los chicos interesados en los instrumentos, porque antes era muy limitado y no nos podíamos expandir”.

    Como mensaje para la gente, con una amplia sonrisa y con la alegría reflejada en su rostro agradece por esta apuesta de la Secretaría de Cultura Ciudadana, a través de  las Escuelas de la Red de Músicas y en especial con esta de tango que ella dirige “porque tenemos garantizada la conservación del tango y que este género siga permaneciendo vivo en la gente de la ciudad».

    Y a quienes quieran participar de esta Escuela de Tango les dice que solo tienen que venir al Instituto de Bellas Artes, en la avenida La Playa con la carrera 42, decir que quieren hacer parte de este proyecto, se les atiende su solicitud y se les orienta en el proceso de inscripción.

    La niña del violín 

    María del Pilar Cuesta Martínez

    María del Pilar Cuesta Martínez

    Su nombre es María del Pilar Cuesta Martínez, vive en el barrio Buenos Aires y cursa sexto año en el colegio Madre María Mazzarello. Estudia violín porque le gusta mucho la música y ese instrumento.

    Es poco expresiva al hablar y algo tímida, pero cuando se trata del violín y del tango, le afloran palabras bonitas de sus labios. “Me gusta su sonido tan bonito y sentimental y me gusta estudiar el tango en violín, porque siento que así suena más bonito. Tocar violín significa ser más sentimental y para mí el tango es un género muy bonito y  mis padres y yo nos sentimos muy contentos con lo que yo hago”.

    María del Pilar tiene solo 11 años de edad y es una de las más pequeñas -porque todavía hay otros niños y niñas de menos edad- que sin falta y con mucha ilusión en su corazón, asisten de manera puntual a las clases que ofrece la Escuela de Tango de la Red de Músicas de Medellín, en ese recinto sagrado para la cultura de la ciudad como lo es el Instituto de Bellas Artes.

    Ella con su compromiso y con su actitud demuestra que la llamada música ciudadana no tiene fronteras de edades y que solo es sentarse a interpretarla con todo el sentimiento que transmite ese sonido porteño, para no dejar de hacerlo nunca.

    El Maestro de María del Pilar 

    Vive en el barrio La Milagrosa y con solo 35 años de edad Sebastián Montoya es un artista consagrado. Es director de orquesta y músico profesional, con estudios de pregrado en Música en la Universidad de Antioquia y maestría en Música en Eafit. Es violinista y docente de este instrumento y es el profesor de violín de la pequeña María del Pilar y de otros, que como ella, asisten a las clases de tango en Bellas Artes.

    Escuela de Tango de la Red de Músicas de Medellín

    Escuela de Tango de la Red de Músicas de Medellín

    Empecé con el tango cuando estaba en el pregrado en la Universidad de Antioquia donde conocí el género en un proceso orquestal que se hizo acá en Medellín y desde eso estoy vinculado al programa de la Red de Músicas como profesor y como director de la orquesta de tango”.

    Para él, el hecho de que haya un gran número de jóvenes que prefieren el tango a otros ritmos musicales más de moda obedece a que este es un género muy arraigado en el gusto musical de Medellín, ya que muchas personas lo conocen por sus familiares, porque en los barrios también se escucha y porque está muy ligado a la cultura de la ciudad. 

    Sebastián Montoya con sus estudiantes de tango en violín

    Sebastián Montoya con sus estudiantes de tango en violín

    “El tango para mí es el género que más me apasiona, que más hago, que más interpreto y que enseño. Es mi forma de vivir y trabajar actualmente. Enseñar o ser maestro es una oportunidad de compartir lo que he vivido y aprendido con otras personas”, concluye al referirse a lo que siente de pertenecer al mundo cultural tanguero de Medellín.

    El Profesor de canto

    De Santiago de Chile y antes de la pandemia, llegó Pablo Moraga con todo su bagaje musical a cuestas. Se instaló en un corregimiento cerca a Medellín y allí se quedó por amor y por la encerrona que produjo el Covid. “Yo vivo en Santa Elena, en la vereda Piedra Gorda y no bajaba mucho a la ciudad. Me dedicaba a ser papá. Cuando me vine por la pandemia abandoné toda mi vida artística que tenía en Santiago, que era muy intensa y me dediqué a mi trabajo como solista y a mi hija. Conocí a Sandra García y fue entonces como una manera muy amable de invitarme a venir a Medellín a hacer música. Nos enamoramos artísticamente y ella me propuso integrarme a este proyecto y aquí estoy”. Así resume este chileno su ingreso como profesor de canto a la Escuela de Tango de la ciudad.

    Vive feliz con su esposa María Paulina Yepes, que es pianista y también estudió acá en Bellas Artes y con su hija María Cristal.  Y las define, muy emocionalmente,  con música: “Nuestra hija nació en Chile, pero aprendió a hablar acá, así que es paisa con todas las letras. Ellas son dos tangos: María y Cristal”.

    Con sus 40 años de edad nos cuenta que estudió Música en el Conservatorio de la Universidad de Chile y desde entonces se dedicó a expandir su afinidad por la música desde el canto, hacia la teoría, la guitarra, la composición y la docencia. Su cercanía con el tango fue desde pequeño. “El tango era mis canciones de cuna. Cuando chico tenía muchos vínculos con mi abuelo y allí tenían la radio prendida todo el día. A los 20 años le canté el primer tango a mi abuelo cuando lo estaban bajando en el ataúd y  desde allí me empezaron a invitar a cantar en otras partes. Yo me sabía todos los tangos y me empezó a gustar, inmediatamente; fue como un clic.  Él se murió y me transmitió cosas invisibles que se apoderaron de mí. El tango en esa época significaba para mí un lenguaje del que uno aprende armonía, melodía y ritmo y se vuelve como dicen ustedes: teso”.

    Pablo enseña a los jóvenes a cantar el tango y es algo que le complace hacerlo. “Este proceso de ver jóvenes dedicados a este género me parece una resistencia a la dictadura musical que se quiere imponer en el paneta, me parece que  es el vivo reflejo de lo tradicional que es Medellín. Estoy trabajando en una de las cosas más hermosas y es el mantener la tradición de la cultura popular. El tango, que los muchachos vienen acá a profundizar, es parte de la música que oyeron sus padres o sus abuelos y de ahí para atrás y además, es parte de una cosa que está arraigada del modo de ser del antioqueño y del paisa”.  

    Para él, estar como profesor en esta Escuela de Tango es una gran satisfacción. “Para mí es un orgullo trabajar en un lugar que se centra en el tango y mucho más hacerlo en una escuela que ofrece clases gratuitas a cualquier persona para tocar cualquier instrumento que tenga que ver con el tango. ¡Esto último es maravilloso! La educación musical  creo que debería estar al acceso de cualquier persona en cualquier parte del mundo, en todos los países”, concluye con absoluta convicción.

    El cantante 

    Tiene 81 años de edad y junto con sus compañeros adultos mayores acude muy puntual a sus clases de canto en la Escuela de Tango. Sigifredo Vargas recuerda que siempre ha sido muy tanguero desde niño y no porque no le gusten otros géneros, sino porque este es su preferido. Y al hablar afina su voz, como si fuera a interpretar una milonga. “Tenemos una cultura muy tangófila en la ciudad, eso se lo agradecemos a Carlos Gardel que nos sembró el tango acá. En los años 60 fuimos visitados por muchas orquestas y cantantes famosísimos muy típicas de Argentina y eso le va llegando a uno al corazón. Somos tangueros por tradición”. 

    A la izquierda, Sigifredo Vargas, junto con sus compañeros de clase de canto.

    A la izquierda, Sigifredo Vargas, junto con sus compañeros de clase de canto.

    Y aunque no es de Manrique -un barrio conocido por su tradición tanguera- si recuerda que vivió allá durante varios años, pero siempre fue amante del tango. “Es que este género es el mensaje de la vida cotidiana en el mundo. Es  fuerte y un poquitico difícil de entender porque se habla de ladrones, de malandros de asesinos, de amores, de infidelidades, de todo y todo eso nos llega porque es lo cotidiano del ser humano”. En su concepto las letras tangueras  encierran una cantidad de cosas y le llaman mucho la atención con esos poetas argentinos que crearon tantas canciones.

    Se complace de saber que a los jóvenes les guste el tango y ve con muy buenos ojos esta apuesta de la alcaldía por la Escuela de Tango ya que con esto se le está dando un impulso a la nueva generación que está aflorando su interés en esta música. “Observamos con mucho beneplácito para la escuela y para Medellín que hay muchos jóvenes que están incursionando en la melodía del tango. Esta propuesta es maravillosa y esperemos que cada día se mejore más y que la alcaldía continúe con esto, con unos presupuestos bien valiosos para la cultura porque la cultura hay que cuidarla y apoyarla y buscar gente que se integre más a estos procesos culturales, desde los niños, porque este este proyecto que se hace en la escuela inicia desde muy temprana edad y abarca todas las edades. ¡Bienvenido sea!”.

    Sigifredo no se queda corto en palabras al hablar de los beneficios de este programa de la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín. “A mí siempre me gustó cantar y nunca tuve la oportunidad de hacerlo hasta ahora que tengo estos años valiosísimos de mi vida. Lo tomo como el momento indicado en el cual  ingresé a este programa, porque a mi edad, necesito esa calidad de vida, de divertirme, de entretenerme, de compartir muy sanamente que es lo que necesita uno a esta edad.  Yo veo en la cultura y en el tango como una bendición de Dios porque me lo dio en el momento preciso. No me lo dio antes, porque quizás antes no lo necesitaba, como lo necesito ahora. Es un soporte de mi vida. Y para los jóvenes, el beneficio está en que están ingresando a algo que les va a generar un modelo de vida sano, porque el que esté en la cultura, automáticamente se le genera un modelo de vida sana; son jóvenes que le van a servir a la sociedad y no se van a desviar. La cultura nos arropa y a la juventud la cultura la protege de muchas cosas”, remata con entonada voz. 

    “Adiós muchachos…” 

    Con estas palabras llenas de emoción y sentimiento, así como dice la letra de un tango, les decimos Adiós muchachos a estos artistas niñas, niños, jóvenes y adultos que aprenden de este género en la Escuela de Tango de la ciudad, en un sitio de culto en Medellín como lo es el Instituto de Bellas Artes.

    En el recinto quedan sonando las notas armoniosas de los violines y el eco del canto tanguero de los adultos y al fondo se oye la música melancólica que sale  de un bandoneón; ese que nos traslada a las calles porteñas de Buenos Aires o a nuestro barrio Manrique o a algún otro lugar, en donde en las viejas vitrolas todavía suenan el Volver de Carlitos Gardel o la Sangre Maleva en los  campases de la orquesta de Alfredo De Ángelis y de otros que como ellos, hicieron de la milonga y de la canción ciudadana y porteña, un mito cultural real que perdura en el tiempo.


    Acércate a la Alcaldía de Medellín

    Ir al contenido