Alcaldía Sala de Prensa Noticias En Medellín, un caracolí es el gigante guardián del intercambio de la 34 con Los Balsos

Un caracolí es el gigante guardián del intercambio de la 34 con Los Balsos

En Medellín, un caracolí es el gigante guardián del intercambio de la 34 con Los Balsos

Contenido asociado a:

Pertenece a las secretarías:

Secretaría de Medio Ambiente | Secretaría Privada
Por: Mónica Gallego Ruiz. Fotos: Mónica Gallego Ruiz |

Imponente se resiste a dejar de ser testigo de la historia y del trasegar de la ciudad y con su majestuosidad alegra el día de transeúntes y vecinos que ven en este ár...

Compartir en:
  • Imponente se resiste a dejar de ser testigo de la historia y del trasegar de la ciudad y con su majestuosidad alegra el día de transeúntes y vecinos que ven en este árbol de caracolí, el reflejo del patrimonio ecológico que cada vez crece más en nuestra Medellín.

    El Anacardium excelsum o caracolí, como es comúnmente conocido, es un árbol que alcanza alturas de hasta 40 metros, presenta hojas simples, alternas, de textura coriácea, que alcanzan hasta 30 centímetros de ancho. Se considera una especie “pionera intermedia” debido a que es un árbol de rápido crecimiento que puede mantenerse en un ecosistema por largo tiempo, lo que le convierte en una especie clave en procesos de sucesión, ya que mantiene una constante oferta de recursos para la fauna de la zona y mejora las condiciones edáficas (se refieren a las características del suelo que influyen en su capacidad para sustentar el crecimiento de las plantas y otros organismos) y coadyuva al establecimiento de nuevas especies.

    Actualmente en Medellín tenemos identificados 697 árboles y palmas que son protegidos. Ellos representan la historia cultural y el patrimonio ecológico y nos han mostrado toda la senda del crecimiento de nuestra ciudad. Especies como la ceiba, el casco de vaca, los caracolís y los carboneros, nos han mostrado la riqueza que ha tenido nuestra ciudad desde el punto de vista ecológico, cultural e histórico, todos ellos protegidos a través del decreto 598 del 05 de julio de 2019, el cual define el manejo para la preservación de los árboles y palmas, patrimonio natural y cultural de la ciudad, quienes merecen un cuidado especial y un trato preferencial. Trato que, sin duda recibió el árbol de caracolí protagonista de esta historia, ubicado a un costado del intercambio de Los Balsos con la avenida 34.

    Para la construcción del intercambio de la doble calzada en la avenida 34, en paso a desnivel con la loma de Los Balsos, se conformó una zona verde de 2.546 m², mejorando además 3.728 m² de espacio público para el disfrute de la gente. En cuanto a la biodiversidad se sembraron 291 especies forestales. Del inventario arbóreo encontrado en el trazado de la obra fue necesario la reubicación de algunos árboles y tomar medidas para la conservación y/o protección de otros. Uno de ellos, fue el majestuoso árbol de caracolí, solo que, por su tamaño, antigüedad, belleza e importancia para la comunidad, se encuentra dentro del inventario de los árboles patrimoniales de la ciudad.

    Patrimonio de la ciudad

    Un caracolí es el gigante guardián del intercambio de la 34 con Los Balsos

    Un caracolí es el gigante guardián del intercambio de la 34 con Los Balsos

    En Medellín existen varios individuos arbóreos pertenecientes a esta especie. Algunos de ellos, hacen parte de los árboles que conforman el conjunto de los considerados patrimoniales de la ciudad. Los individuos que hacen parte del listado lo hacen por varias razones, como su edad, su valor histórico o cultural, su rareza, su tamaño o su importancia ecológica. En general, un árbol patrimonial es aquel que tiene un valor significativo para una comunidad o sociedad en particular, ya sea por su belleza, su historia o su relevancia para la biodiversidad. Este es el caso del caracolí de la Avenida 34.

    Este gigante caracolí, se divisa majestuoso a un costado del nuevo intercambio vial que conecta el suroriente con el noroccidente de la comuna 14. Una obra que permitió una gran descongestión a las concurridas vías del sector. Calculan los expertos que su estancia en el lugar puede acumular más de 70 décadas, lo que implica que, este árbol majestuoso sí que ha visto el crecimiento y desarrollo de la ciudad. El caracolí ha sido un testigo silente de la vertiginosa transformación de un sector que incluso cedió su vocación rural. En las lomas en las que otrora dominaban las grandes haciendas y casas de residencias familiares, se alzan hoy empinadas torres y vías y andenes por las que circulan a diario cientos de vehículos y transeúntes que dinamizan la comuna 14.

    Allí aparece nuestro caracolí. Un árbol que además de engrosar la lista de los patrimoniales de la ciudad, se constituye en un símbolo y referente de orgullo para la comunidad aledaña al intercambio de la 34, una obra que para ser construida y para que pudiera cumplir con las características planteadas, es decir, garantizar la conexión de oriente a occidente y descongestionar el sector, se le sumó una problemática tan grande como la condición de árbol patrimonial, ¿Qué hacer entonces con el enorme caracolí?

    Alrededor de él, se tejieron toda suerte de discusiones, pero todas coincidían en la importancia de preservarlo, ya que, como patrimonio de la ciudad, su cuidado siempre fue prioridad para los ejecutores de la obra. Fue allí donde las consideraciones técnicas concitaron la opinión de expertos en ingeniería forestal, botánicos y silvicultores, pero todos afirmaron que se debían tomar todas las medidas necesarias para que el colosal caracolí permaneciera descollante en su lugar.

    Un nuevo trazado

    El sacrificio es causa de la ciudad al tiempo que la ciudad es causa del sacrificio. El sacrificio es efecto de la ciudad y la ciudad es efecto del sacrificio. «La causa aparece como efecto y el efecto como causa. La ciudad se constituye a partir de los sacrificios, los sacrificios sólo son posibles en la comunidad citadina”.  (Lefebvre, 2011: 113).

    Un caracolí es el gigante guardián del intercambio de la 34 con Los Balsos

    Un caracolí es el gigante guardián del intercambio de la 34 con Los Balsos

    El desarrollo de ciudades y el medio ambiente están estrechamente relacionados, ya que las ciudades son centros de actividad humana que tienen un impacto significativo en el medio ambiente.

    Por un lado, el desarrollo de las ciudades puede contribuir a la degradación del medio ambiente, ya sea a través de la contaminación del aire, el suelo y el agua, la pérdida de hábitats naturales y la disminución de la biodiversidad, el aumento de la huella de carbono y el cambio climático, entre otros factores.

    Por otro lado, las ciudades también pueden ser motores para la protección del medio ambiente y la sostenibilidad. Las ciudades pueden promover prácticas sostenibles y tecnologías limpias, fomentar la movilidad sostenible y la eficiencia energética, crear espacios verdes y zonas naturales, y mejorar la gestión de residuos, entre otras iniciativas. Con este horizonte de sentido colectivo, en el Plan de Desarrollo Medellín Futuro 2020-2023, la línea estratégica Ecociudad incorpora una apuesta por el reconocimiento de la interdependencia entre los seres humanos y los ecosistemas en general, para propender por formas alternativas de producción, reproducción de la vida y habitabilidad.

    Fue así como considerar que, se debían realizar ajustes al trazado de la obra que conectaría el oriente con el occidente de Medellín desde la avenida 34, fue un requisito necesario, pues aquí la prioridad de esta Ecociudad era preservar el medioambiente en el cual nuestro caracolí había crecido.

    La aventura del caracolí

    Miguel F. Hoyos, ingeniero forestal residente de interventoría fue el profesional encargado del componente forestal en la obra de Los Balsos con la avenida 34. A su cargo estuvo entre otros aspectos, el traslado de algunos individuos arbóreos, la siembra de especies forestales por compensación y un aspecto crucial, la suerte del caracolí en el proceso constructivo de la obra.

    A él le preguntamos: ¿Qué relación tiene el árbol de Caracolí con la obra en cuestión?

    M.F.H.: “Antes de que nosotros, como encargados de llevar a cabo la obra, llegáramos a intervenir el sector, este árbol ocupaba una zona verde importante. En el inventario que realizamos, identificamos que además de ser bello y gigantesco, el árbol hacía parte del inventario de los patrimoniales, y con tales características, la consideración siempre fue su preservación. La situación hizo necesario que tomáramos medidas alternas para garantizar, antes que nada, la conservación de su hábitat y de otras especies también aledañas a la obra”.

    ¿Qué medidas se tomaron en la obra para garantizar el bienestar del árbol?

    Un caracolí es el gigante guardián del intercambio de la 34 con Los Balsos

    Un caracolí es el gigante guardián del intercambio de la 34 con Los Balsos

    M.F.H.: “Evaluamos varias, pero dadas las condiciones del caracolí: su tamaño, su longevidad y especialmente lo representativo que sabíamos que era para la comunidad, así como su condición de patrimonial, se creó la necesidad de plantear un nuevo trazado. Uno que considerara que la obra técnicamente se ajustara a los requerimientos viales existentes, pero que permitiera conservar al árbol en su lugar. Se realizó entonces una nueva propuesta, con un plan de manejo en el que se garantizaba la preservación del árbol, el traslado de otros a un lote aledaño y la siembra de más de 291 nuevos individuos arbóreos que repoblarían el sector y que se constituirían a futuro, en nuevos pulmones verdes para la ciudad y hogar para la fauna – avifauna del sector”.

    ¿Por qué fue tan importante la preservación del árbol? ¿Solo por su valor patrimonial?

    M.F.H.: “Indiscutiblemente los árboles patrimoniales tienen una connotación diferente, pero más allá de esta característica, este árbol en particular es muy representativo para la comunidad. Hemos sido testigos de actividades que los niños del Centro Educativo Infantil Piolín y vecinos del sector han realizado alrededor de este árbol. En los espacios en los que estábamos adelantando los estudios iniciales para considerar el trazado, la gente con insistencia manifestaba su cariño por él. Estábamos seguros de que conservarlo valía la pena, así que cualquier esfuerzo para garantizar su preservación, era necesario.

    ¿Qué importancia tiene conservar los árboles para un ecosistema?

    M.F.H.: “Cualquier especie que sea tiene una importancia muy grande dentro de la Ecociudad. Los árboles son muy importantes para que cualquier tipo de vida pueda prosperar. Llámense aves, insectos, mamíferos, es decir, la fauna en general; existe entre ellos una relación interespecífica que garantiza el equilibrio del ecosistema, ellos nos ayudan a garantizar la biodiversidad de las especies”.

    ¿Puede decirse que todo salió bien con la obra y la conservación del caracolí?

    M.F.H.: “Dentro de la obra sí, todo salió tal cual lo teníamos planteado. Sin embargo, existen variables que a veces resultan difíciles de ponderar. En un momento determinado comenzamos a darnos cuenta de que nuestro caracolí comenzó a perder su follaje. Sus hojas comenzaron a caer, sus ramas a debilitarse y empezamos a notar con preocupación que el árbol empezó a decaer. Para este entonces la obra se encontraba ya en una fase casi final y su construcción marchaba respetando todos los protocolos establecidos para el cuidado del caracolí, sin embargo, algo no estaba bien. Estas señales inmediatamente prendieron nuestras alarmas. Se comunicó a Fonvalmed (entidad responsable de la supervisión de la obra) de dicha situación para que, dieran traslado a los entes responsables de la condición del árbol, como son:  el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA) y la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín.  Posteriormente, y de la mano de expertos del Jardín Botánico y otros ingenieros forestales, se proyectó implementar medidas de manejo y exhaustivos cuidados entre los que, se incluyó un tratamiento inyectado en el fuste del árbol y la aplicación de fertilizantes y/o nutrientes en su sistema radicular; con ciertos “mimos” y cuidados logramos que, al cabo de unos días, nuestro caracolí recobrara su verdor y vitalidad y siguiera imponente al costado de la obra”.

    ¿Qué aprendizajes les dejó el tema del Caracolí?

    M.F.H.: “Es muy importante que, en las obras y especialmente en la ciudad existan planes de manejo preventivo para los árboles. Sería importante que se pusieran los ojos en tantos árboles de la ciudad que solemos admirar por su tamaño, su belleza y su imponencia. No deberíamos esperar hasta que un árbol irremediablemente esté enfermo y no haya mucho que hacer por él. Un plan de manejo preventivo nos garantizaría individuos sanos que seguirían brindándonos por muchos años todos los beneficios ambientales que ellos aportan, como la captura de carbono, el mejoramiento de la calidad del aire, la reducción de la erosión del suelo, la protección de la biodiversidad y la reducción de la contaminación acústica, entre muchos otros”.

    Sentado bajo la sombra del majestuoso Caracolí, Miguel, el ingeniero forestal, mira hacia lo alto de sus copas y resalta el orgullo que siente al verlo reverdecer. “¡Es que ellos son muy inteligentes! -agrega-. Saben perfectamente cómo agradecer todo lo que se hace por ellos. Hoy es un árbol longevo, pero con muy buenas expectativas de vida, perfectamente adaptado a las condiciones de su nuevo entorno. ¿Imagínate lo que sería la obra sin este árbol? ¡Sería otra, completamente distinta! ¡Mirá la obra desde cualquier costado y tratá de pensarla sin el caracolí! ¡Imposible, perdería su magia!”, afirma muy seguro.

    Su imponencia no pasa desapercibida

    Un caracolí es el gigante guardián del intercambio de la 34 con Los Balsos

    Un caracolí es el gigante guardián del intercambio de la 34 con Los Balsos

    Así que usted que vive en Medellín, que habita el sector o que simplemente lo transita, o usted que viene a la ciudad de visita y se siente maravillado por el verdor de nuestros árboles, no deje de pensar en la majestuosidad que encierran y no deje de agradecerles por tantos beneficios que nos dan. ¡Ahhh! y no olvide lo que dicen los que saben del tema: que abrazar un árbol mejora la función cognitiva y emocional, que aporta efectos benéficos a personas con asma bronquial, hipertensión arterial, nerviosismo, insomnio, enfermedades mentales, trastornos de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), depresión o ansiedad.

    Si pasa por allí, no dude en buscarlo. Imponente lo va a reconocer a un costado del intercambio de la 34 con Los Balsos. Y si pasa, abrácelo, no le dé pena reconocer su majestuosidad. Finalmente, son más de 70 años de regalarnos sus bondades. No olvide que su grandeza inspiró letras de canciones como las de nuestro gran Maestro Lucho Bermúdez o la guabina de otro grande de nuestra música, Jorge Villamil que entre sus versos cantaba:

    “Vuelvo a vivir el esplendor
    bajo las frondas del caracolí,
    noches de amor, noches de luz
    guardando el eco de canciones viejas.
    Pero despierto y vuelvo a recordar
    que el mundo sigue loco en su girar.
    Se fue mi amor, todo acabó,
    solo ha quedado allí el caracolí”.


    Acércate a la Alcaldía de Medellín

    Ir al contenido