La dura del megáfono

Luz Aleida Muñoz Rico es una activista del medio ambiente, las buenas costumbres y el respeto por los demás. Lleva 22 años como líder social, pero llegó al barrio cuando tenía apenas 8 años de edad, procedente de Ciudad Bolívar.

“Recuerdo que la gente invadía los predios, montaba un ranchito y ponía la bandera de Colombia. Así comenzó a fundarse el barrio. También recuerdo que, para bajar al centro, en los días lluviosos había que ponerse botas, porque la quebrada La Hueso se desbordaba, entonces uno se empantanaba todo, pero abajo se quitaba las botas, se limpiaba con el agua de la quebrada Ana Díaz, y entonces cogía el bus para el centro”, narra.

La Junta de Acción Comunal se fundó en los años ochenta, gracias al esfuerzo de líderes como Rosario Ramos, doña Consuelo, a quien le decían ‘La Pito’, y Antonio Jurado, quien tuvo que irse del barrio, amenazado, después de la Operación Orión.

Luz Aleida era de la Liga de Usuarios de Metrosalud y de la Junta de Recreación y Deportes. Durante un periodo largo, el barrio se quedó sin Junta, por los problemas de violencia, y eso conllevó a la pérdida de recursos. Entonces buscaron quien se hiciera cargo, y Luz levantó la mano.

“A mí siempre me ha gustado ayudar. Y no tuve miedo cuando me pidieron que tomara las riendas. Siempre he creído que con el respeto y el buen trato, uno logra muchas cosas. No hay necesidad de pelear”, dice la señora, quien se la pasa día y noche con un megáfono, recordándoles a sus vecinos que recojan la popó de los perros, que parqueen bien los carros y que no tiren las basuras a la quebrada.

“La participación ciudadana tiene un significado muy grande. Es importante vigilar lo que se hace y lo que no se hace. Es importante hacer, sobre todo, no quedarse con los brazos cruzados, como si las cosas no tuvieran que ver con uno”, agrega.

Y de brazos cruzados no se ha quedado, nunca, la señora Luz Aleida. Gracias al presupuesto participativo y al acompañamiento de la Secretaría de Participación Ciudadana, esta incansable líder ha logrado ubicar muros de contención en zonas de riesgo, gimnasios al aire libre para jóvenes y adultos mayores, y realizar festivales infantiles y de la mujer, cada diciembre.

A su sector también se le conoce como Cuatro Esquinas, y en el pasado se conocía como “rodadero”, por las faldas tan empinadas que tenía. Además, era tanta el agua que se salía de las quebradas, que prácticamente la gente bajaba rodando hasta el paradero de los buses.

“Ahora este es un sector mejor, más tranquilo, más sano y más digno para todos. Tenemos mucha oferta de empleo, de salud, de mercado. Tampoco somos un ‘rodadero’, porque se han intervenido las quebradas y se han mejorado las calles.

Todo eso con participación ciudadana, mucho control social y demasiada paciencia”, cuenta Luz Aleida, para quien su barrio, más allá de los viejos estigmas, es un paraíso.