El reciclaje es fuente de trabajo y de vida para muchas personas en la ciudad y es una de las actividades que más contribuyen a tener a Medellín más natural y amigable con el ambiente.

“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén”. Así comienza su día Santa Isabel Mosquera, una mujer valiente quien con esfuerzo y sacrificio ha criado a sus siete hijos.

“Bueno, realmente son seis, pero estoy criando a mi nieto Brayan, que es como si fuera un hijo más”, señala.

Su día comienza a las 4.30 a. m. Lo primero que hace al despertar es persignarse, pues es fiel creyente en Dios y a Él encomienda cada nuevo día. 

Tiene 41 años y es oriunda del Departamento del Chocó, tierra que tuvo que abandonar hace 13 años, porque la violencia le arrebató a su esposo.

Llegó a Medellín en el año 2009. Durante varios meses buscó y buscó oportunidades laborales, pero no las encontró. Con seis hijos por alimentar, vio en el reciclaje una alternativa de ingresos que le permitiera sostener a su familia y tener una vida digna, sin hacerle daño a nadie.

Así empezó en este oficio, recogiendo cartón, vidrio, aluminio, papel, entre otros elementos, que se convierten para Santa Isabel y 5.040 familias que se dedican al reciclaje de Medellín, en la única fuente de ingresos.

Trabaja de lunes a sábado por las empinadas calles del barrio Aranjuez, en la comuna 4, un barrio en donde sus habitantes la han recibido con los brazos abiertos, le separan el material reciclable para facilitar su trabajo, le dan “fresco”, comida y hasta regalos, como los dos televisores y el computador que tiene en su casa; pero lo más importante, según ella, la tratan con respeto “y ese es el mejor regalo”.

El domingo “descansa” y se lo dedica a la familia. Sin embargo, ese es el día en que Santa Isabel aprovecha para hacer las tareas de la casa: “Un aseo general, lavar la ropa de toda la familia, cocinar y todo lo que demanda el hogar”, y por la noche ve televisión y juega con Brayan.

Siempre vive feliz. Así lo deja ver una permanente sonrisa en sus labios. Sin importar el sol o la lluvia, todos los días camina más de 40 cuadras para recoger lo que para mucha gente es basura, pero para ella es su fuente de ingresos.

Como en cualquier empleo u oficio hay días buenos y otros no tanto. Así pasa con Santa Isabel. Tiene semanas buenas y otras “regulares”. “No son malas, porque gracias a Dios tenemos salud y vida”, afirma; además, procura no decir palabras negativas, porque “la palabra tiene poder”, agrega.

En semanas buenas, Santa Isabel se hace hasta $220.000 y en las que no lo son, sus ingresos oscilan entre los $80.000 y $100.000.

El material que recicla lo vende en la Corporación Sol Naciente, en donde está afiliada. Esta es solo una de las 24 empresas de aprovechamiento de aseo a las que la Alcaldía de Medellín les brinda acompañamiento técnico, jurídico, financiero y administrativo para su fortalecimiento.

Le encanta reciclar. Es feliz con su trabajo, sobre todo cuando se acerca la época de fin de año, pues según ella, “en octubre, noviembre y diciembre, la gente cambia muchas cosas de la casa” y ellos, los recicladores, son los más beneficiados porque les regalan las cosas que van a reemplazar.

Incluso, muchos de esos regalos, los comparten entre los compañeros que reciclan en la zona, pues se han convertido como en una familia en la que entre todos se ayudan.

Anhela dejar de reciclar y conseguir otro empleo, pero no lo hará hasta que encuentre algo estable, porque no puede irse para la casa a esperar que las ayudas le lleguen del cielo, mientras sus hijos y su nieto le piden comida y vestido.

Sueña con conseguir una vivienda “más abajo”, pues la caminada desde y hasta Santo Domingo Savio, todos los días, sumada a la caminada por las diferentes rutas por donde recoge el reciclaje, le están generando dificultades de salud, dolores musculares y articulares, que algunas veces le hacen más difícil su trabajo.

Solo le pide a Dios que le siga dando salud y fuerzas para continuar con su trabajo y que la gente la siga queriendo, para que su sonrisa nunca se borre de su rostro.