Un níspero costeño cambia de lugar

La familia Vázquez Camargo cuidó un níspero por casi 60 años en la calle Colombia, que se adaptó a la tierra antioqueña. Ahora, este árbol patrimonial habitará en otro espacio.

Corría la década del 60 y los cambios culturales, sociales y hasta políticos en la Medellín de entonces atrajeron a miles de personas de otros lugares del departamento y del país. En ese movimiento poblacional en busca de mejores oportunidades, llegaron Roberto Miguel Vázquez y su esposa Emelina Camargo Sierra. Ellos trajeron consigo las costumbres de su natal San Jacinto, Bolívar (norte de Colombia) y a sus cinco hijos: Roberto, Hortensia, Judith, Alfonso y Roberto Elías. Sin embargo, a ellos se sumaba un insospechado integrante: la semilla de un níspero costeño. ¿Cómo así? 

Así como lo leen. Esta semilla la trajo don Roberto para plantarla en su casa, ubicada sobre la calle Colombia, entre carreras 78A y 79 porque (“ajá”, diría él), quería tener un pedazo de su tierra cerca para no olvidar sus raíces. Y sí que se forjaron las raíces del Níspero, muy a pesar de quienes decían que no germinaría en tierras paisas por el clima. Pues la razón se la llevó la familia Vázquez Camargo porque este árbol dio frutos, tantos, que sirvieron para preparar los jugos que acompañaban los platos del restaurante que había en su casa. 

¿De dónde proviene el níspero? 

Cuentan los estudiosos que el níspero proviene de China, donde era utilizado como un árbol ornamental, aunque también hay registros de su procedencia japonesa. Luego -dicen-, fue exportado a Europa y África. Las semillas de este árbol llegaron a Estados Unidos y México y en Colombia se instaló en la costa donde, antaño, era una de las frutas preferidas en las casas para diversas preparaciones, en especial, jugos.

Y volviendo a la historia de don Roberto, hay que decir que pacientemente durante toda su vida cuidó este árbol como a uno de sus hijos. Cuenta Julia Pertoz, una de sus nueras que él se guiaba por las fases lunares para la poda del árbol para que sus frutos fueran mucho mejores. Así mismo apelaba a sus costumbres costeñas para el abono del mismo y lograr mantenerlo en pie. Y, en días soleados, hacía una mezcla de nutrientes naturales que regaba en las mañanas y al caer el sol. 

“Don Roberto quería conservar este árbol para que sus hijos, nietos y bisnietos recordaran su amada sabana de San Jacinto, Bolívar. Tener el árbol en frente de su casa era como un símbolo para que su familia nunca olvidara sus raíces”, cuenta Julia. 

Y para que esto no sucediera, ella solicitó, mediante un derecho de petición a la EDU, que este árbol no fuera talado en el avance de la obra del intercambio vial de la calle Colombia con la avenida 80, ya que hace parte del grupo de árboles patrimoniales de la ciudad, declarado por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, por ser el único ejemplar de su especie, originaria de la Costa Atlántica, que se adaptó de tal forma a las condiciones del suelo y el clima de Medellín. Esta especie mide hoy 16 metros y pesa unas 14 toneladas. 

La EDU inició el proceso para ser trasplantado y Wilder Echavarría, gerente de la Empresa de Desarrollo Urbano, destacó el tiempo de preparación para el trasplante del árbol, con la aplicación de bioestimulantes y fertilizantes que mitiguen el estrés del níspero. “Este esfuerzo, no solo por conservar y trasplantar un árbol, sino por entender el valor cultural y el vínculo de la naturaleza con las personas es una muestra de la ecociudad que nos soñamos”, aseguró el gerente. 

El lugar que habitará este níspero costeño, será en la zona de influencia del proyecto que se adelanta, para conservar sus raíces en tierras antioqueñas. Allí, descendientes de familia Vázquez Camargo podrán visitar el árbol que don Roberto plantó en Medellín para conservar el arraigo a su pueblo natal.