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Silvia Marín enseña aprendiendo de los niños

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Silvia Marín enseña aprendiendo de los niños. Foto Alcaldía de Medellín 2020-03-06 Silvia Marín enseña aprendiendo de los niños Por John Fredi Arboleda La profeso...

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  • Silvia Marín enseña aprendiendo de los niños.

    Foto Alcaldía de Medellín

    2020-03-06

    Silvia Marín enseña aprendiendo de los niños

    Por John Fredi Arboleda

    La profesora Silvia Luz Marín Marín está segura de que hoy la educación primaria no es del corte de enseñar y repetir y repetir, como sucedía en el pasado, frases como “mi mamá me mima”. Agrega que “ya, en primero, las preguntas de los niños son sobre dinosaurios”. 

    Silvia Marín enseña aprendiendo de los niños

    Esa reflexión hizo que en 2011 se abriera una aventura en su vida: Escuchar a los niños en el aula y dejar que sean sus propias preguntas y su curiosidad las que los lleven a descubrir el mundo que habitan. 

    Silvia es una mujer de baja estatura, cabello liso y tez blanca. Siempre que habla de enseñar va elevando el tono de su voz con una energía especial que delata que la educación es su gran pasión. 

    Un día, en clase, en la Institución Educativa Rafael Uribe Uribe, en La América, se produjo un reto inusual en su destino. Los chicos le pidieron a la profesora probarse en montar en patineta. Y sucedió, y Silvia se fue al suelo. Y desde allí menciona con constancia en su conversación la palabra reto. 

    A pesar de considerarse una mujer sencilla, se encierra en ella una especie de rebeldía en las aulas que la inspira a desafiar la imaginación de los niños, a despertar en ellos una pregunta y otra y otra más para que de esta manera surjan los actos mágicos del conocimiento. 

    Aunque en su destino no se presentó la oportunidad de tener hijos, los niños son su adoración: “Ellos me han transformado la vida”, apunta Silvia. 

    Es de origen campesino, nació en Fredonia, en el suroeste antioqueño, en una familia de cinco hermanos. De Juan de la Cruz Marín, su padre, hoy con 79 años, habla con mucha admiración: “Fue él quien me abrió las puertas de la docencia a los 14. Yo soy maestra por mi papá”. 

    Hoy, vive aún con sus padres y por eso afirma que sus dos familias son: la escuela y su casa. 

    En la escuela de La América da clase en tercero, cuarto y quinto de primaria en ciencias naturales, tecnología y ética. Es tal su pasión por enseñar que aunque su jornada es de 6:30 a. m. hasta el mediodía, se acostumbró a quedarse hasta las 3:00 p. m. con sus alumnos. Además, a cuanto curso de formación que ve, se inscribe. 

    Silvia precisa que aunque no domina los números, sí le gustan y fue por eso que 15 años atrás vio que la lúdica podía ir acompañada de operaciones matemáticas. Lo hacía por medio de semilleros. 

    “Aprendí parejo con los estudiantes. Me sentaron a investigar”, recuerda con entusiasmo. 

    Fue entonces cuando surgió en ella una maestra inspiradora, brotó su semilla: “me motivaron a cambiar mis técnicas en el aula y descubrí que era divertido escucharlos”. Ah, y además confiesa que ese hecho hizo que tuviera que abandonar para siempre el librito de ayuda para dar clase. 

    Tiene la capacidad especial de ver cómo crece la mente de sus estudiantes, de un grado a otro. Lo nota con las preguntas que ellos hacen en clase. 

    Un día, una alumna le dijo: ¿Por qué el agua cambia de colores en el Lago Hillier? Con la pregunta, de nuevo y como tantas veces, Silvia dijo “wow”. Le tocó salir a investigar y descubrió que ese río de Australia es rosado. Luego, en el grupo se cuestionaban si es que el agua en cualquier sitio cambia de color. Entonces la profesora se los llevó para el acuario que hay media cuadra de la escuela para que conocieran La Elodea, que es una planta para peceras. Y allí fue donde vieron que había otras especies que purifican. Ya las chicas están estudiando la lenteja de agua y la  moringa y dicen que quieren sembrarlas en el Río Medellín para que su agua se limpie.  A su proyecto le pusieron Descubriendo los colores del agua. 

    Esta docente ha hecho maletas, con sus proyectos de investigación escolar dentro de ellas, rumbo a México, Paraguay, Brasil y Argentina y varias ciudades de Colombia para  compartir lo que sus alumnos le han enseñado. Algunos de ellos han recibido reconocimientos fuera del país. Con niños investigadores, Silvia, en 2014, ganó en Medellín el Premio a la calidad de la educación, dos años después el Galardón Ondas a nivel nacional y al año siguiente el reconocimiento Compartir al Maestro y La Gran Maestra Ondas de Colciencias.

     

    De las manos de Silvia, las semillas del conocimiento brotan en el corazón de sus alumnos y por eso afirma: “Siempre tengo la esperanza de que todos los niños del mundo sueñen, imaginen y sean felices”.

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